MERCADO NEGRO

Iztacalco, el mercado negro de madera escondido en la CDMX

Durante el operativo en el Grupo Maderero San Esteban, la gente encargada de pedir la documentación forestal notó que había documentos de transporte alterados o falsificados

Créditos: Especial
Escrito en METRÓPOLI el

En el corazón de Iztacalco, la alcaldía más pequeña de la ciudad y sin ninguna área forestal, operaba y vendía madera Grupo Maderero San Esteban, ubicado en la calle Unión Romero 205, en la colonia La Cruz Coyuya.

Estaba equipado con cinco montacargas, había camiones que entraban y salían diariamente con madera. La maderera ocupaba un predio rodeado de una barda blanca donde el teléfono del negocio estaba escrito en números grandes.

Pero ahí se ocultaba un secreto: la madera que se compraba, lo era clandestinamente. No sólo eso. Con documentación falsa o alterada, la maderería hacía pasar al producto forestal como legal, para poder venderlo a mueblerías principalmente.

Eso se acabó el 1 de abril, cuando gracias a un trabajo de inteligencia, autoridades de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, acompañados de elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, del Ejército y la Guardia Nacional, en total 134 personas, llegaron al lugar para inspeccionarlo. Al detectar las irregularidades, le pusieron sellos de clausura.

Colaboración y luego cohecho

Fue antes del mediodía cuando las autoridades arribaron a la maderería San Esteban. El sitio no era como esas madererías camuflajeadas que hay en los municipios forestales, ocultas en chozas y con lonas. Incluso, cuando les abrieron la puerta y las autoridades avisaron que llevaban una orden de inspección, los representantes accedieron a dejarlos entrar y se mostraron colaborativos, relata uno de los 134 elementos que participó en el operativo.

La gente encargada de pedir la documentación forestal notó que había documentos de transporte alterados o falsificados. También en los usados para vender la mercancía, pues se modificaban datos para hacer aparecer a la madera como legal y así quien la comprara no tuviera problemas de conciencia.

Cuando les comentaron esto a las personas de Grupo Maderero San Esteban, su actitud cambió. Pidieron que sólo estuvieran dentro los inspectores. Cuando las autoridades accedieron, la actitud de los representantes de la empresa fue intentar amedrentarlos y sobornarlos

Alardeaban de que no sabían con quiénes se habían metido, e incluso les pedían a los inspectores que tomaran el teléfono para ver con quienes estaban hablando, pero no les hicieron caso. La orden que llevaban avalaba su trabajo.

Lo que descubrieron los inspectores es que esa maderera era una lavandería de madera ilegal, que con los documentos que expedían hacían parecer como legal. Parte del producto forestal que tenían era madera verde, recientemente cortada.

“Al tacto, estaba la madera verde, aún olorosa, como recién cortada”, dice la fuente.

Para que la madera estuviera en esas condiciones, significaba que la transportaban desde un punto cercano. Los únicos puntos que se ajustan a esas características son Topilejo, en Tlalpan y Huitzilac, en Morelos, ambos parte del llamado Bosque de Agua que surte de 65% del agua a la ciudad de México, y que está en riesgo precisamente por el aumento de tala clandestina e inmoderada.

Aunque daban facturas de lo que vendían, no correspondía al nivel de volumen que entregaban.

Cortaban la madera y la ocultaban

Otra cosa que les llamó la atención es que tenían 4 torres, máquinas que se emplean en los aserraderos más que en las madererías, lo que significaba que ellos mismos hacían el trabajo de talar y emparejar los troncos.

Esa deducción fue reforzada porque de entre todas sus camionetas, había una con caja cerrada, como las que transportan productos refrigerados. Pero en sus ruedas había tierra acumulada, como en las camionetas que se introducen a las brechas de los bosques para hacer la tala de árboles.

“La vimos y pensamos ‘ah canijo, esta camioneta trae mucha tierra, como la tierra suelta que encontramos allá arriba en el cerro’. O sea, esa es una de las cosas que nos llamó mucho la atención. Ni siquiera es que pareciera haberlo traído de ciudad o que sea de ellos. Curiosamente era la única sin rotular”.

La conclusión fue que ahí transportaban y ocultaban la madera que cortaban de manera ilegal, que llevaban a Grupo Maderero San Esteban, lo cortaban en las torres, le daban forma, lo vendían a aserraderos, a madereras o a mueblerías con documentos alterados o falsificados, y con eso ya la lavaban para que pareciera legal.

La fuente aclara que no toda la madera fue catalogada como ilegal, pero sí una gran parte. Fueron 115 metros cúbicos los decomisados, equivalentes a un tráiler con seis paquetes y seis viajes de camionetas doble rodado con dos paquetes cada una. Lo que convirtió en un show el operativo.

Otra irregularidad detectada fue que en 2012 había un documento de Registro Forestal, pero no habían dado el aviso de funcionamiento, que equivale a avisar que van a vender como maderería.

Otro elemento que encontraron fue que algunas madereras vecinas ya se habían quejado de que ahí se conseguía madera más barata.

“Todavía se quejaron de que no son delincuentes, que por qué tanta seguridad”.

Además de la madera también se decomisó una camioneta y maquinaria de aserrío.

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De acuerdo con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, la tala ilegal representa una de las amenazas más graves para el suelo de conservación, que abarca 60% del territorio de la Ciudad de México. Este suelo brinda servicios ambientales esenciales como la recarga de los acuíferos que abastecen hasta 70% del agua que se consume en la capital. Además, contribuye a la regulación del clima, la captura de carbono, la producción de oxígeno y la conservación de la biodiversidad, al resguardar 12% de las especies registradas en el país.