ADICCIONES

“Comíamos desechos”; así violan la normatividad los anexos contra adicciones

Se reportó que el centro de rehabilitación situado en la colonia La Pradera, de la alcaldía Gustavo A. Madero, no operaba de acuerdo con los requisitos que establece el Instituto para la Atención y Prevención de Adicciones

Créditos: Fotos: Fabián Evaristo
Escrito en METRÓPOLI el

Los problemas con el alcohol llevaron a Rubén a un anexo. Si bien su estancia fue corta, este joven tiene malos recuerdos de ese lugar al que su familia lo llevó.

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El centro de rehabilitación situado en la colonia La Pradera, de la alcaldía Gustavo A. Madero, no operaba de acuerdo con los requisitos que establece el Instituto para la Atención y Prevención de Adicciones (IAPA).

La comida se hacía con desechos, los internos sólo podían bañarse una vez a la semana y las instalaciones estaban sucias.

“Eran instalaciones muy pobres, eran no sé cuántos, y eran mujeres y hombres, tal vez unos 60 u 80 y para todos ellos había dos baños, nos bañábamos entre 6 y 8 personas. La comida era cosas que agarraban sobrante del tianguis, lo que sacaban de la basura”, denuncia.

También recuerda que en el centro de rehabilitación observó dos tipos de personas: los que requieren ayuda con sus adicciones y quienes se ocultan por tener problemas fuera de los centros de atención, ya sea con la autoridad o con alguna persona.

Trato violento

Cuando Rubén entró al centro debió cuidar, como una especie de novatada, a un alcohólico que estaba muy enfermo. A los pocos días de cuidarlo y ante la recaída de su salud, el sujeto fue entregado a un hospital.

“De lo que más me impactó en ese momento que estuvo es que me tocó cuidar a una persona que llegó muy demacrada, estuvo ahí dos días, luego lo botaron al médico pero ya estaba prácticamente muerto”, dice.

Finalmente, en una vista de su familia, los encargados del centro de rehabilitación recomendaron que Rubén saliera antes de cumplir los tres meses mínimos de plazo que se habían acordado cuando ingresó al anexo.

Sin embargo, para que pudieran dejar ir a Rubén, sus padres debieron pagar una cuota extra y sacarlo a escondidas del sitio.

“Ya no recuerdo donde estaba el centro, cuando me llevaron fue así como ‘agua va’ y a la salida me subieron a un taxi y escondido”, afirma el joven.

Rubén no sabe si el centro donde lo internaron cuenta con registro ante la autoridad ni cómo es que su familia dio con el lugar. En su hogar ese tema es algo incómodo, que no se toca y del que él habla con mucha tristeza.

Las violaciones a la reglamentación

Amaya Ordorika, titular del IAPA, dijo a La Silla Rota que los anexos deben cumplir con una serie de requisitos para ser avalados por la institución.

Entre ellos están que cuenten con espacio suficiente, que las instalaciones sean higiénicas y tengan condiciones dignas.

La alimentación debe ser adecuada y deben cumplirse reglas de protección civil como salidas de emergencia y áreas seguras en caso de sismo.

Además, está prohibido aislar de su familia a quienes reciben ayuda allí.

Tanto el centro en que Rubén fue internado como el que se incendió el lunes en la alcaldía Tlalpan, llamado “Clínica de rehabilitación Hombres preparados y mujeres preparadas A.C”.

 

 

 

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