La noche del lunes 1 de diciembre, cuando Roberto, ciclista y artista plástico de 45 años, pedaleaba sobre la Av. Pantitlán rumbo a su casa, un par de jóvenes a bordo de una motocicleta se le emparejaron e intentaron tirarlo. Al no lograrlo, le aventaron un líquido que le cayó en la espalda. “El tipo que venía atrás de la moto se volteó hacia mí y empezó a reírse; traté de pedalear lo más rápido que pude para alcanzarlos”, recuerda.
Por un instante estuvo lo suficientemente cerca para verlos de manera directa, pero la moto avanzó y desapareció entre el tráfico.
Roberto no cayó, pero se dio cuenta que había sido atacado deliberadamente. “Creo que intentaron hacerme lo mismo que a otros ciclistas, por suerte no pasó a mayores”.
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Su agresión no es un caso aislado. En las últimas semanas, ciclistas de la Ciudad de México y del municipio de Nezahualcóyotl han comenzado a documentar un patrón que describen como un “modus operandi” en el que jóvenes motociclistas se coordinan para empujar, hostigar, golpear o aventar líquidos a ciclistas que circulan en las inmediaciones de Pantitlán.
Las denuncias surgieron tras la viralización del caso de Jaime Celis, un ciclista de 46 años que el 30 de octubre fue derribado de su bicicleta por un grupo de motociclistas que grabó la agresión y difundió el video semanas después.
Ciclistas señalan al mismo agresor
Tras el incidente, Roberto llamó a la policía. “Les describí al agresor. Era un joven de entre 18 y 20 años, muy delgado, sonrisa grande, pelo corto, sin casco, que iba en la parte de atrás de la moto.” Los policías le dijeron que sólo podían tomar un informe y que el tipo de agresión que sufrió “no tiene un castigo contemplado en la ley”, según relata.
Esa misma noche publicó lo ocurrido en sus redes sociales. Ahí comenzó a recibir mensajes de otros ciclistas que referían incidentes similares en la misma zona. Fue entonces cuando vio el video en el que se observa como Jaime fue agredido.
“En los comentarios también publicaron el perfil de un chico llamado Elías (quien Jaime denunció ante la Fiscalía como su agresor)”. Su perfil coincidía con la descripción que ya había dado a la patrulla, antes de ver el video. “Era la misma persona, incluso la misma risa y esto confirma que esto es un modus operandi con premeditación y alevosía”, afirma.
“El agresor ya había sido evidenciado públicamente, pero aun así salió a hacer la agresión contra mí. Eso significa que está capitalizando estas acciones. La única explicación que encuentro es que lo haga para ganar atención en línea”, añade.
Mismo modus operandi
El caso de Roberto es casi idéntico al de Jaime Celis. El 30 de octubre, cerca de las 11 de la noche, Jaime circulaba sobre la calle Manuel Lebrija, a unos metros del Metro Pantitlán cuando un motociclista estiró la pierna y lo empujó directo contra un árbol. El video, grabado por los propios agresores, fue subido a redes el 17 de noviembre y se viralizó en cuestión de horas.
El ataque generó una respuesta ciudadana que logró identificar a los presuntos responsables, incluido un joven señalado también por otros ciclistas: Elías N.
Jaime denunció formalmente a este joven ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México el 2 de diciembre. Tras la denuncia, la Fiscalía inició una carpeta de investigación e informó que revisarán cámaras de videovigilancia cercanas al punto de la agresión para tratar de localizar a los implicados.
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Colectivos ciclistas: hay más víctimas y un patrón claro
El colectivo Neza Cleteando, que desde hace años acompaña a ciclistas de la zona oriente, ha recibido múltiples mensajes sobre ataques similares. Su vocero, Mauricio Ortega, confirma a La Silla Rota que, tras la viralización del caso de Jaime Celis, más personas se acercaron para relatar eventos recientes en los límites entre CDMX y el Estado de México.
“Un par de personas más nos han contactado para mencionar que han sufrido actos de violencia mientras viajaban en bicicleta, esto por parte de motociclistas en Nezahualcóyotl y zonas aledañas”, explica.
“Dos testimonios identifican y señalan como responsable a Elías N, el sujeto que recién se viralizó por atentar contra la vida de don Jaime Celis en las inmediaciones del Metro Pantitlán. Ya estamos recabando los testimonios y pruebas para seguir levantando las denuncias correspondientes que ayuden a la pronta captura de dicho sujeto”, señala.
Para Ortega, lo que ocurre no corresponde ni a conflictos viales ni a los riesgos típicos de compartir carriles con autos o transporte público; sino, afirma, de actos de violencia premeditada.
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Más testimonios que describen el mismo método
La historia de Roberto se suma a otros testimonios difundidos por ciclistas en redes sociales. Katya, vecina de la alcaldía Álvaro Obregón, relató que hace una semana dos jóvenes en motocicleta golpearon su llanta trasera para desestabilizarla. Aunque no cayó, uno de ellos le dio un golpe directo en la cabeza. “Por un momento pensé que me asaltarían, pero no fue así. Después escaparon”.
Intentó denunciar, pero le comentaron que necesitaba pruebas y al preguntar por las cámaras de la zona, le dijeron que “no funcionan”. Una patrulla cercana también le dijo que no podían hacer nada más que “escoltarla” a su casa.
Otro ciclista, Antonio León, narró que mientras circulaba en su bici lo jalaron de la mochila hasta tirarlo. “Creí que era un asalto, pero se siguieron. Al ver los videos entendí que ya están agarrando esa ‘moda’ de tirar ciclistas por gusto.”
Antonio sufrió sólo un raspón, pero dice que teme que la siguiente víctima no tenga la misma suerte.
Estos testimonios coinciden con la descripción de Roberto: motociclistas jóvenes, sin casco, que actúan en grupo, atacan por sorpresa y se graban.
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Una zona particularmente vulnerable
Roberto sostiene que Pantitlán y su entorno son zonas donde la seguridad vial para ciclistas “es básicamente nula”. Las ciclovías no se respetan y los ciclistas deben compartir carril con autos, transporte público y motocicletas. “Somos los más olvidados. Invaden nuestro carril o pasan demasiado cerca”, afirma.
Sin embargo, su preocupación va más allá del incidente de ese lunes. “Ya vivimos en una ciudad donde tenemos que cuidarnos de automovilistas y motociclistas que sólo buscan transportarse. Pero cuando hay agresiones directas, premeditadas y con afán de lastimar, no deben tomarse a la ligera”.