MARCHA GENERACIÓN Z

“No está mal marchar”: Reyna, golpeada durante marcha de la Generación Z; “te vamos a desaparecer”, la respuesta

Reyna y su familia, como decenas de personas que no participaban en los enfrentamientos, trataron de huir por la calle 20 de Noviembre. Pero cuando comenzaron a grabar las agresiones contra otros ciudadanos, un grupo de policías las alcanzó, les arrebataron el celular

Reyna, de 26 años, estudiante de Economía y emprendedora, explica que su presencia en la marcha respondía al hartazgo por la violencia y las desapariciones.Créditos: Raúl Estrella /La Silla Rota
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Eran las 15:30 cuando Reyna Pacheco empujaba, junto a su hermana y su novio, la silla de ruedas de su madre. A su alrededor, el Zócalo se había convertido en una nube de humo, gritos y estampidas. Los oficiales de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) avanzaban en formación para replegar a los manifestantes que minutos antes habían derribado las vallas que protegían Palacio Nacional y cientos de personas corrían para escapar.

Reyna y su familia, como decenas de personas que no participaban en los enfrentamientos, trataron de huir por la calle 20 de Noviembre. Pero cuando comenzaron a grabar las agresiones contra otros ciudadanos, un grupo de policías las alcanzó, les arrebataron el celular, las empujaron, golpearon y las amenazaron.

A dos semanas de esos hechos, en entrevista con La Silla Rota, Reyna reconstruye el horror vivido y cuenta que aquel día sólo buscaban alejarse del caos, pero terminaron rodeadas por agentes que, asegura, actuaron “sin control y sin mirar a quién golpeaban”.

¿Qué pasó el 15 de noviembre?

La movilización convocada el 15 de noviembre de 2025 por personas que se identifican como parte de la Generación Z buscaba expresar su indignación ante la violencia, la corrupción y el asesinato del alcalde Carlos Manzo. La marcha comenzó a las 11 y partió del Ángel de la Independencia hacia el Zócalo capitalino.

Al llegar al Zócalo, un grupo de personas con martillos, piedras, esmeriles y otros objetos comenzaron a golpear y escalar las vallas metálicas que protegían Palacio Nacional.

La respuesta policial, en un inicio, fue contener a los manifestantes con gas lacrimógeno, polvo de extintor y el despliegue de elementos de la SSC en las zonas donde las vallas eran arrancadas.

Sin embargo, tras casi cuatro horas de enfrentamiento, los agentes rompieron filas y avanzaron en bloque sobre la plancha del Zócalo, generando la estampida de gente que intentaba huir por las calles 20 de Noviembre, 5 de Febrero y 5 de Mayo.

En este escenario convulso, policías avanzando, manifestantes huyendo, gas y humo, es el contexto en el que Reyna asegura haber sido agredida, junto a su madre, su hermana y su novio.

“Me dijeron que ‘ya había valido madre’”

Reyna, de 26 años, estudiante de Economía y emprendedora, explica que su presencia en la marcha respondía al hartazgo por la violencia, las desapariciones, asesinatos y lo que perciben como decisiones arbitrarias del gobierno, incluyendo un alza de impuestos que afectaría, especialmente, a quienes venden en plataformas digitales.

Iba acompañada de su madre, en silla de ruedas debido a una discapacidad en las rodillas, su hermana, sus sobrinas y su novio.

Raúl Estrella/LSR

Según su versión, cuando los elementos de la SSC comenzaron a avanzar para replegar a los manifestantes, ella y su madre comenzaron a grabar las agresiones que policías y granaderos cometían contra las personas que encontraban a su paso.

Al percatarse de ello, un oficial se acercó, le arrebató el celular de su madre y la empujó con violencia. Luego comenzaron las agresiones directas: jalones de cabello, golpes con los escudos y amenazas de desaparición.

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“Me dijeron que ‘ya valí madre’, que me iban a desaparecer, que me iban a dar mi ‘calentadita’, y a ver si me volvían a quedar ganas de marchar”, recalcó. La agresión verbal se extendió también hacia su madre, a quien un agente insultó mientras ella imploraba que la soltaran.

Desesperada, Reyna buscó refugio junto a un equipo de televisión que transmitía en vivo, al acercarse, dice, los policías la dejaron ir. Gracias a esa tregua logró escapar con su madre.

Raúl Estrella/LSR

Posteriormente acudió a la alcaldía Cuauhtémoc para presentar una denuncia por el robo del teléfono celular. Aunque no confía en recuperarlo, quiere que quede el registro de lo ocurrido. Sin embargo, por el miedo a represalias, decidió no levantar una denuncia por los golpes recibidos.

Desde entonces, confiesa, vive con estrés, nerviosismo y temor constante.  “Vivo con paranoia… no sé si alguien me va a hacer daño”, afirma. “Como mujer, me siento vulnerable en este país”. A pesar de todo, asegura que no dejará de marchar. “No somos bots, no somos pagados, somos ciudadanos que queremos ser escuchados”, dice.

 

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