El temor entre los habitantes de San Luis Ayucan, en Jilotzingo, Estado de México, se incrementa debido a la presencia de deslaves. La humedad de las recientes lluvias ha causado nuevos escurrimientos y, con ello, la inestabilidad de los suelos. A la fecha, se han registrado cinco desprendimientos de laderas en el municipio, sin que se reporten viviendas afectadas ni personas lesionadas o fallecidas.
Uno de los deslaves más recientes ocurrió el miércoles pasado en la calle del barrio Dongú. Este es el mismo sitio donde, el 13 de septiembre de 2024, un intenso aluvión de lodo y piedras arrasó con todo a su paso, destruyendo 16 casas y cobrando la vida de 11 personas que quedaron sepultadas.
A más de un año del desastre, la situación en la calle principal de Dongú no ha cambiado significativamente. Un recorrido de La Silla Rota constató que los escurrimientos de agua persisten desde la parte alta del cerro y la devastación aún es visible: las casas dañadas siguen sin ser reconstruidas ni atendidas. Solo en el área de la "zona cero", donde localizaron con vida a seis personas, se logró abrir un canal para el paso del agua, aunque decenas de rocas y huecos en las viviendas demuestran la magnitud de la tragedia no superada.
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"Poco se puede hacer contra la naturaleza"
A pesar de las recomendaciones de Protección Civil de evitar el lugar, la zona sigue habitada. Rosa, vecina del lugar, trata de sobrellevar la situación y se distrae en talleres de panadería proporcionados por el gobierno local. Ella refleja el sentir de la comunidad: "Por más que hagan, poco se puede hacer contra la naturaleza, no sabemos en qué momento puede darse algún deslave, ya que desde hace unos seis o siete años hemos padecido de ellos, a veces bloquean la carretera, derriba bardas o bloquea caminos".
En las inmediaciones de la Plaza Las Palmas, los vecinos prefieren no hablar del tema, se muestran desconfiados y temerosos de responder a cualquier cuestionamiento sobre lo ocurrido el año pasado. El pueblo, uno de los más tradicionales de la zona, ha colocado una placa en honor a las once víctimas y se preparan para recordarlos en las celebraciones de Día de Muertos.
Obras hidráulicas y reubicación: la respuesta oficial
El delegado municipal, Edgar Jerónimo Reyes, dijo que lo que han hecho son los trabajos de rehabilitación en la Plaza Las Palmas para cambiar la imagen de la zona afectada, pero aun no hay avances en la zona y la gente sigue viviendo en riesgo.
Ante la emergencia, el gobierno municipal ha informado se que realizan labores que buscan restaurar y proteger el entorno El alcalde Raziel Chavarría explicó que la prioridad es la realización de obras hidráulicas preventivas para canalizar los grandes volúmenes de agua que descienden del bosque en la parte alta del cerro. Además, se buscará ingresar a las familias que perdieron completamente sus viviendas a un programa federal de vivienda para construirles un hogar en un espacio seguro de la comunidad.
Aunado al caso de San Luis Ayucan, la inestabilidad se ha reportado en otras áreas. Recientemente, se registraron deslaves en el Boulevard Chiluca, que comunica al centro de Jilotzingo con Rancho Blanco, y otro en Dongú, cerca de la zona cero, aunque sin causar daños a viviendas.
También se reportó un deslave mayor en la carretera Naucalpan-Ixtlahuaca, cerca del rancho Los Laureles, que requirió maquinaria pesada para retirar toneladas de tierra que obstruyeron la circulación.
Antecedentes geográficos y de riesgo
En contexto: Jilotzingo es un municipio con un alto riesgo de desastres geológicos debido a sus características geográficas. Su territorio se compone en un 60 por ciento de zonas boscosas con una orografía de cerros y montañas. En estas laderas, donde la deforestación es una preocupación latente, se asientan barrios y colonias de la cabecera municipal y los cuatro pueblos que conforman la alcaldía.
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La combinación de suelos inestables, el grado de humedad que caracteriza a la zona boscosa y los asentamientos humanos en laderas de alto riesgo incrementan drásticamente la probabilidad de que los deslaves vuelvan a ocurrir con cada temporada de lluvias, justificando la preocupación de los habitantes y la urgencia de las obras preventivas.
CJBQ
