Llueva, truene, relampaguee… y aunque las autoridades declaren contingencia ambiental, Karla Hidalgo tiene que rodar en su bicicleta todos los días más 40 kilómetros para poder generar un ingreso que le permita pagar su renta, luz, agua, teléfono o simplemente comer.
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Es por eso que, a pesar de conocer los riesgos de realizar actividades físicas durante una emergencia climática, no tiene otra opción más que salir a trabajar y protegerse lo mejor posible, aunque, en ocasiones, tenga que escoger entre comprar alimentos o un producto que la ayude a cuidar su piel de la radiación solar.
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“En mi caso, utilizo gorra, mangas y, cuando me alcanza, un bloqueador solar, porque cuesta, el más económico, entre 100 y 120 pesos. A veces dices: ‘mejor un kilo de huevo a un bloqueador’”, confiesa Karla en entrevista para La Silla Rota.
En las últimas semanas, los repartidores en bicicleta de la Ciudad de México han tenido que tolerar temperaturas superiores a los 30 grados centígrados durante el día y lluvias intensas en la tarde. Además de tener que trabajar en medio de la contingencia por mala calidad del aire.
Ante estas condiciones climáticas, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) sugiere evitar las actividades físicas al aire libre entre las 5:00 y 12:00 horas, algo que, dice Karla, es imposible acatar, pues, si no trabaja, pierde los 500 o 600 pesos que gana al día. “En este negocio, el tiempo es dinero”.
“Muchas veces estamos desempleados o no tenemos otro ingreso económico, por lo que tenemos que salir así llueva, haya sol o contingencia. Nuestra situación económica no es la adecuada, pero si el gobierno nos ayudara, posiblemente diríamos, ‘bueno, adelante, paramos’, pero no tenemos ese apoyo”.
Trabajar bajo estas condiciones, ya está afectando la salud de Karla pues, dice, sufre de ardor en los ojos y resequedad en la garganta. A pesar de esto, no ha acudido al médico, ya que las empresas para las que trabaja (Uberm Eats, Didi Food y Rappi) no la reconocen como trabajadora, por lo que no le dan prestaciones de ley ni seguridad social.
“Nos arden los ojos y la garganta se nos reseca, sentimos como un tipo polvo, como si estuviéramos fumando mucho. Nos arde”, se queja.
Una situación similar vive Roger, quien también reparte en bicicleta y tampoco ha dejado de trabajar todos los días de 2024, a pesar de que la CAMe ha activado la Fase I de contingencia ambiental atmosférica por ozono en la Zona Metropolitana del Valle de México en, al menos, ocho ocasiones.
“Tenemos que trabajar, si nos quedamos en casa no generamos nada. Tengo que pagar el teléfono, cable, la luz, el agua, el predio, muchos gastos”, señala.
Todos los días hay contaminación
Como Karla y Roger, Rubén Gómez se gana la vida arriba de una bicicleta, la cual no deja de utilizar “aunque esté lloviendo, haga frío o calor”.
Tampoco deja de trabajar aunque se declare contingencia ambiental, hecho que, dice, no es culpa de los ciclistas, quienes tienen que lidiar con los contaminantes que emiten los automovilistas todos los días.
“Todos los días hay tráfico y contaminación, es lo mismo, es la misma contaminación. Vas a lado de un carro, de un camión, pero es más fácil para mí andar en bicicleta que en el transporte o en un carro”, presume.
En México, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, hay 22,000 repartidores de mercancía a pie o en bicicleta, cuyo salario promedió ronda los 3,700 pesos mensuales, trabajando alrededor de 37.6 horas a la semana.
La edad promedio de los repartidores es de 32.9 años y se concentran en la Ciudad de México, Oaxaca y Estado de México. La mayoría, sin seguridad social.