Los bajos sueldos, la inestabilidad laboral, la especulación inmobiliaria y el miedo al Infonavit han ocasionado que el sueño de millones de millennials de comprar una casa se haya convertido en una verdadera pesadilla.
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La generación del milenio está compuesta por aproximadamente 37 millones de personas en México, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Son jóvenes adultos de entre 28 y 43 años, los cuales, contrario a lo que se piensa, sí están interesados en adquirir una vivienda propia; sin embargo, la mayoría piensa que es difícil o imposible conseguirlo, ya que asumen que sus ingresos no son suficientes para realizar una inversión inmobiliaria.
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Asimismo, los millennials mexicanos han confesado que no ahorran ya sea porque no pueden o no quieren. El 40% de los jóvenes en México no tiene ahorros de ningún tipo; mientras que otro 23% asegura tener menos de 20 mil pesos a su nombre, señala una encuesta de Vivanuncios.
A pesar de todo esto, hay millennials que han logrado hacer lo que parece imposible: comprar un departamento o casa en algunas de las principales ciudades del país. Así es como lo hicieron.
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Rocío, de estudiar en ‘Filos’ de la UNAM a comprar un depa
Rocío compró su primer departamento a sus 30 años y lo hizo a través de un crédito del Infonavit. Chío estudió Lingüística Hispánica en la UNAM y actualmente trabaja en una empresa de tecnología, específicamente en el área de chatbots o agentes virtuales; esos que ocupamos cuando pedimos pizza o pagamos un servicio vía WhatsApp.
A diferencia de muchas empresas en México, su compañía otorga todas las prestaciones de ley a sus trabajadores, por lo que la aprobación de un crédito hipotecario a través del Infonavit fue relativamente rápido, aunque, por la mala experiencia de sus familiares, dudaba en utilizarlo.
“La verdad yo pensaba que comprar un departamento era algo imposible o inalcanzable. Yo tenía la idea que siempre iba a rentar y si ahorraba iba a viajar o comprar cosas, pero cuando le pierdes el miedo y piensas en tu futuro, te das cuenta que hay inmobiliarias con viviendas accesibles y programas de gobierno que te subsidian una parte del costo de la casa. Yo me inscribí en uno de ellos y la verdad que el trámite casi se hizo solo”, dice Rocío en entrevista con La Silla Rota.
De acuerdo con Rocío, una de las claves para poder comprar una vivienda es el ahorro, pues a través de Cetes pudo ahorrar lo suficiente para pagar el costo de sus escrituras, por las cuales tuvo que pagar el equivalente al 5% del valor de su vivienda ubicada en la colonia Clavería.
Cofinavit, una opción poco conocida
Nancy Torres es realizadora visual en una importante empresa de comunicación y gracias a su trabajo logró comprar su primer departamento en la Ciudad de México a sus 33 años. “Me propuse como meta que cuando tuviera un buen trabajo, lo primero que haría sería comprarme un inmueble”, reconoce en entrevista con La Silla Rota.
Para Nancy, las claves para alcanzar el sueño de comprar una casa en la CDMX es tener un buen historial crediticio y ahorrar, ya que las constructoras “siempre te van a pedir un enganche en efectivo”, la mayoría de las veces del 10% del valor de la vivienda.
Para comprar su departamento en el norte de la ciudad, Nancy utilizó un modelo de crédito llamado Cofinavit. En esta modalidad, el Infonavit y una entidad bancaria se unen para pagar el costo de la vivienda y los pagos son descontados mensualmente al trabajador a través de su nómina.
Comprar una casa sin un trabajo formal
A pesar de no contar con un empleo formal ni cotizar en el Infonavit, Jonathán Alvizua pudo comprar su casa a los 25 años. Lo hizo a través de un crédito bancario, el cual consiguió gracias a que desde los 18 años ha mantenido un buen historial crediticio y comprobó ingresos gracias a su negocio de mantenimiento y recarga de extintores.
De acuerdo con Jon, como lo conocen sus amigos, el proceso no fue complicado, una vez que decidió comprar su vivienda en Querétaro, ya que durante años ahorró la mayoría de sus ingresos para poder pagar el enganche y las escrituras de su hogar.
“Yo siempre he tenido la idea de tener algo propio. Muchas veces hay gente que te recomienda no endeudarte, pero comprar una casa es una inversión segura, que resuelve la necesidad de tener un techo sobre la cabeza”, afirma Jon.
“Yo creo que mucha gente sí quiere comprar una casa, pero están tan elevados los costos que a nuestra generación le parece inalcanzable adquirir una vivienda y prefieren fijar metas o buscar satisfactores en otros lados, como viajar o comprar autos y celulares”, dice.
Créditos para militares
José Luis trabaja en la Guardía Nacional. Ingresó a las Fuerzas Armadas cuando tenía 20 años y logró comprar su primera casa gracias a un préstamo que tramitó en el Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM).
El crédito que solicitó para comprar su vivienda en el Estado de México fue de 350 mil pesos y quincena con quincena le descuentan un porcentaje de su sueldo para pagar su préstamo.
“Mi trabajo me ha permitido tramitar mi crédito hipotecario y, además, comprar material para construir otra casa en el pueblo de donde soy originario”, dice orgulloso mientras porta su uniforme militar.
“A mí lo que me ayudó es que cuando compré mi casa yo era soltero, no tenía compromiso con nadie y se me hizo fácil. Sí es un sacrificio, pero a mis 38 años ya tendré un lugar propio donde vivir y algo que dejarle a mi familia si a mí me llega a pasar algo”, dice consciente de que todos los días arriesga la vida en su trabajo.
Como José Luis, todos los elementos de las Fuerzas Armadas pueden tramitar un crédito hipotecario en el ISSFAM después de seis años de servicio.
El sueño de vivir en colonias ‘trendy’ de CDMX
Si comprar en la CDMX es difícil, hacerlo en la alcaldía Benito Juárez es casi imposible para miles de personas. Sin embargo, con la ayuda de una herencia en vida, un buen trabajo y uniendo esfuerzos con su pareja, Sophia pudo hacerlo a sus 34 años. La compra la realizó en preventa; es decir, compró su departamento cuando todavía estaba en construcción.
“Para mí, comprar significaba sentirme tranquila y encontré en la Ciudad de México un oasis, en donde puedes caminar, moverte en bici, Metrobús, Metro. Estar en una colonia donde puedo llegar tranquila en la noche. Ese era mi ideal, un lugar donde pudiera estar tranquila. Además, yo no pienso ser mamá, y creo que eso fue una decisión de vida, decir: voy por el departamento a cambio de tener hijos, porque económicamente, para mí sería imposible tener ambas cosas”, reconoce Sophia, quien trabaja como relacionista pública.
En su caso, lo más complicado fue que el banco le aprobara un crédito tan grande, un proceso que duró varios meses y que requirió de la liquidación urgente de varias deudas y de comprobar ingresos, los propios, los de su novio y los de su madre. Su papá no pudo ayudarla porque no pudo comprobar ingresos adicionales a su pensión constitucional.
“De todos los bancos, el único que me aprobó mi crédito -sin estar casada con mi pareja- fue Santander. Luego mi mamá tuvo que pagar una deuda que tenía en una tienda departamental porque la deuda nos reducía la capacidad de crédito”, nos cuenta Sophia en un café cerca de su casa, la cual está en una colonia arboleda, con ciclovías y llena de opciones culturales y gastronómicas.
Otro ‘golpe’ que Sophia tuvo que sortear es el costo de las escrituras, así como la obligación de contratación de servicios bancarios (como tarjetas de crédito y seguros personales y de desempleo) que le ayudaron a bajar, aunque sea un poco, su tasa de interés. A pesar de todo este suplico, Sophia y su pareja liquidarán su deuda antes de sus 50 años.
De la periferia a vivir en la CDMX
Viridiana Mendoza terminó de pagar su departamento cuando tenía sólo 36 años. Compró su vivienda en el barrio de Peralvillo, en la alcaldía Cuauhtémoc y logró pagarlo en tan solo nueve años ahorrando de todas las formas posibles, incluso, participando en tandas para poder pagar su crédito lo más rápido posible.
En 2014, su departamento le costó un millón 100 mil pesos, un precio que actualmente es casi imposible de encontrar en la Ciudad de México, y lo adquirió a través de un crédito Cofinavit.
“Yo siempre quise tener mi propia casa, para mí sí era algo muy importante. Yo vivía en la periferia y todos los días perdía hasta seis horas en transporte público solo para ir y regresar de mi trabajo. Eso me llevó a hacer lo que tuviera que hacer para vivir en la ciudad; primero, pagando una renta, después, pagando mi hipoteca”, relata en entrevista con La Silla Rota.
Viridiana es periodista de negocios; sin embargo, reconoce que enfrentarse a los bancos, a los trámites y al Infonavit no fue algo fácil. Además, su crédito no fue a tasa fija, sino que crecía con el paso del tiempo; es decir, su mensualidad era mayor cada año, lo que la llevó a hacer todo lo posible para pagar su préstamo lo antes posible.
“Comencé a pagar relativamente poquito (8 mil mensuales), pero eso me ayudó a que todo lo que yo podía ahorrar, lo usara para pagar el capital de mi deuda. Eso hizo que bajaran los intereses de mi préstamo y terminara de pagar mi casa el año pasado”, señala Viridiana, quien admite que tuvo que hacer muchos sacrificios para poder pagar su crédito.
“Yo tenía un mandamiento: ‘No usarás un taxi si no es completamente indispensable’. Nunca tuve un teléfono de última generación, no gastaba en chela ni fiestas y compraba mi mercadito cada semana y yo me hacía mi comida. Eso me ayudó a ahorrar y poder saldar mi deuda”, cuenta.
De tener un buen historial crediticio a comprar su primer departamento
René compró su primer departamento a sus 35 años. Es maestro de inglés y decidió comprar en la colonia Bondojito, cerca de su trabajo y bien conectado al transporte público de la CDMX.
En entrevista con La Silla Rota, René dice que nunca tuvo la intención de comprar una casa, pero que siempre pagó todos sus préstamos y tarjetas de crédito a tiempo, por lo que en algún momento su banco le ofreció un crédito hipotecario.
“Me llegó un correo del banco que decía que tenía un crédito hipotecario preaprobado. Me pareció interesante y acudí a la sucursal, ahí fue cuando decidí comprar mi primer departamento y comencé a buscar un lugar que estuviera cerca del centro, que no tuviera problemas con el abasto de agua y que tuviera cerca un Metro y una plaza”, dice.
El departamento de René cuenta con roof garden, gimnasio y otras amenidades, por lo que paga un mantenimiento de más de mil pesos; sin embargo, se dice feliz de poder ir a todos lados en Metro o bicicleta.
Estabilidad laboral, la clave para comprar un departamento
Jordan compró su primer departamento a los 27 años en la alcaldía Azcapotzalco, a 15 minutos de Polanco, donde se encuentra su oficina. Lo hizo a través de un crédito de Infonavit, después de trabajar durante más de tres años en la misma empresa, lo que le dio confianza para ‘echarse’ una deuda de 15 años.
No obstante, el joven afirma que la mensualidad de su hipoteca es similar a lo que pagaba de renta antes de adquirir su vivienda, por lo que no le ha costado trabajo pagar su crédito hipotecario.
“Comprar un departamento surgió de la necesidad de estar cerca de mi trabajo. Yo laboró en la Ciudad de México y las rentas son muy caras. Yo comparé lo que pagaba de renta contra lo que pagaría si compraba un departamento y la verdad que era equiparable”, dice Jordan, quien es científico de datos en una financiera.
“Una renta en la CDMX está entre 8 o 12 mil pesos y mi mensualidad quedó alrededor de los 13 mil pesos, entonces es casi lo mismo, por lo que terminé animándome”, nos cuenta Jordán, quien acepta que un punto clave para tramitar su crédito hipotecario fue la estabilidad laboral que le ofrece su trabajo.