En casa de Wendy, desde hace dos años y diez meses la rutina incluye el encendido de una veladora, una oración y una lágrima de dolor. Su padre, su madre y hermano viven el duelo que les generó su feminicidio a manos de su entonces novio, Freddy.
Wendy Joselyn Ricardo Sevilla tenía 16 años, cursaba el cuarto semestre de preparatoria y soñaba con ser abogada, pero sus sueños fueron truncados en marzo de 2021. Este fin de semana, un juez de control halló culpable a su exnovio, la habría asesinado la tarde de un sábado en el municipio de Xonacatlán.
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Guadalupe Sevilla Reyes, madre de Wendy, lamentó que la esperanza de una justicia completa para la memoria de su hija se desvaneció cuando se les indicó que el único sospechoso era el novio de la joven, él tenía 17 años.
Lo anterior significa que, al haber sido de menor cuando cometió el feminicidio, no podría pisar la cárcel. Sería condenado a ser inquilino del Centro de Internamiento para Adolescentes del Estado de México “Quinta del Bosque”.
El largo camino hacia la justicia
El sábado 20 de marzo de 2021, Wendy pidió permiso para dar la vuelta con su novio por el centro del municipio de Xonacatlán, horas más tarde volvería Fredy a su casa con la noticia de que la joven estudiante había desaparecido de su vista tras recibir una llamada.
“Ha sido un camino largo, doloroso, primero la búsqueda de mi hija, ese día me dijo que mi hija se le desapartó porque, según, a ella le había entrado una llamada… ahí empieza el calvario de nuestra vida”, cuenta la madre.
Desde entonces, la búsqueda de justicia es una constante en sus días, una que se mezcla con dolor, añoranza y frustración.
La reclasificación a feminicidio
Dos días después de que fue reportada como desaparecida, Wendy fue localizada sin vida en un canal de aguas negras en la comunidad de La Manga, en el municipio de Xonacatlán.
Tenía la cabeza sumergida, porque lo que, de inicio, la carpeta no fue clasificada como feminicidio. Fue la presión de sus padres la que logró que se reclasificara la carpeta de investigación, pues ella presentaba un golpe en la cara, eso les indicó que la muerte de su hija no había sido un accidente.
La imagen de su ataúd causó indignación nacional, ya que fueron sus compañeras quienes lo llevaron en hombros hacia el panteón.
Sospechas apuntaban a su novio
El único sospechoso era Freddy, pero se dio a la fuga; estuvo evadido de la justicia durante dos años.
“El año pasado por fin lo presentan aquí en los juzgados de Zinacantepec, ahí es cuando se abre el tema del feminicidio de Wendy y, hasta apenas, porque ya va casi va para un año, apenas el juez lo encontró culpable con todas las pruebas que Fiscalía aportó”.
Si bien este fin de semana el exnovio de Wendy fue encontrado culpable por un juez de control, la sentencia se dictará el próximo lunes, pero sólo se puede aspirar a cinco años en el Centro de Internamiento para Adolescentes del Estado de México “Quinta del Bosque”, por eso la justicia no les sabe a tal a quienes amaron a Wendy.
“Freddy le privó de lo más hermoso que tenía mi hija que era su vida, terminó con todos sus sueños y no nada más con los de ella, sino con los de nosotros, sus padres, su hermano y familia que la quiere. Wendy en cinco años no va a regresar”.
Para la familia, su caso debe echar luz en una problemática nacional en la que los menores infractores sólo pasan cinco años en internamiento como máximo, lo que no asegura su rehabilitación y sana reinserción en la sociedad, es por ello que luchan para que los menores sean juzgados conforme al delito que cometieron.
“Que las leyes para menores sean reformadas y, sobre todo, que los menores de edad que cometen feminicidio de nuestras hijas, que sean juzgados de otra manera, porque es un delito grave, grave es poco. Es una grosería, cinco años no es nada”, dice indignada la madre.
Hace unos días, Lupita soñó a su hija, ella le decía que su feminicida era Freddy, que ella estaba bien. Aunque el sueño fue presagio de la determinación de la culpabilidad del exnovio de Wendy, para su familia es una justicia agria que no calma el dolor ni la rabia.