Romper mitos, cargar arena y grava, colar. Así pasa los días Isela, una mujer albañil que decidió entrar en el ramo de la construcción para mejorar sus ingresos y calidad de vida. Seis días a la semana dedica a aprender el oficio de la albañilería, percibe 4 mil pesos a la quincena, pero ha aprendido que los trabajos no tienen género.
“Mi amigo que lleva la construcción me dijo que había trabajo y como me quedé sin empleo, le dije que ‘va’; acá está mejor el dinero, paga más que una empresa; en una empresa rolamos tras turnos y mil 500 a la semana, aquí ofreció 2 mil pesos de ayudante general, de chalán, jaja, chalana, porque el maestro pues gana más”.
En México, de acuerdo con cifras oficiales, hay 1 millón 620 mil personas que se dedican a la albañilería y mampostería, el 99.7% son hombres y el 0.3% mujeres. Esto se refleja también en una brecha salarial, pues el sueldo promedio mensual de los hombres es de 8 mil pesos, mientras que el de las mujeres es de 7 mil 100.
Te podría interesar
La edad promedio de las y los albañiles es de 44 años, el 91.4% labora en la informalidad y trabaja aproximadamente 44 horas a la semana, aunque el 6.5% de ellos también tiene un segundo empleo.
El trabajo físico es uno de los obstáculos a vencer, pero Isela sabe que más vale mañana que fuerza. Si bien no ha desarrollado la capacidad física para cargar bultos de cemento, agarra su carretilla y con ella los traslada de un lugar a otro.
“El chiste es ser útil”, comentó mientras maniobraba.
Sus compañeros de la obra la respetan, la tratan como una persona y no como una mujer que pretende que puede, señaló la joven de 30 años.
“Me siento bien, me gusta, si no me gustara ya me habría salido del trabajo. En la empresa estás ocho horas encerrada, acá no, estás afuera, te vas un rato allá adentro, pero no es muy pesado, te dan una tarea y la tienes que terminar”.
Aunque apenas está aprendiendo, las tareas de Isela son cargar arena, blocs, pasarle la herramienta a sus compañeros. Esta semana aprendió a hacer un colado.
Isela es la única mujer de la obra, decidió sumarse porque para ella, trabajo hay, sólo falta adaptarse y entender que no siempre será de obrera o en una oficina, por lo que para ella, más que romper estereotipos, está haciendo camino para llevar dinero a casa.
“Trabajo hay, sólo que necesita una ganas porque muchas gentes, mujeres, niños, se dedican a robar y no, pues no, trabajo sí hay, poco, tienes que aprender”.
Aunque en México en la industria de la construcción aún no hay muchas mujeres, el oficio va dejando de ser un terreno de hombres para convertirse en uno de personas que buscan superarse, al menos así es para Isela quien asegura que va a seguir aprendiendo para llegar un día a ser “la maestra” de la obra.
MRV