A Imanol Ordorika lo dejó tan marcado el movimiento contra el aumento a las cuotas estudiantiles en la UNAM, que pasó de físico a sociólogo. A 36 años de aquel movimiento, del que fue uno de los líderes del Consejo Estudiantil Universitario, Ordorika, actual director de Evaluación Institucional de la Universidad Nacional Autónoma de México, decidió participar en el actual proceso de designación de rector en la UNAM.
Lo hace pese a que ve condiciones difíciles para hacerlo, porque es una decisión que recae en la Junta de Gobierno, compuesta por 15 personas y órgano al cual califica de conservador.
“El mecanismo o el procedimiento de designación de rector es un procedimiento que recae finalmente en 15 personas, en un cuerpo que como colectivo, más allá de cada una de las personas que lo integran, ha sido muy conservador, renuente al cambio, que ha favorecido la inercia de la Universidad Nacional”, dice en entrevista con La Silla Rota.
Pero el suyo no es un proyecto personal, sino colectivo, afirma el también investigador.
“Es una propuesta de reforma universitaria, una propuesta de cambios profundos”, continúa el doctor en Ciencias Sociales y Educación por la Universidad de Stanford, Estados Unidos.
Ordorika diagnostica que la UNAM arrastra problemas desde hace décadas y los rectores los han dejado pasar. Un ejemplo es la violencia de género, que antes de la pandemia de covid-19 y hace un año generó protestas y cierres en algunos planteles.
Otro problema es que desde los años ochenta se incentivó la investigación en detrimento de la docencia. Añade uno más: el centralismo de la UNAM. Explica que pese a que hay planteles, centros e institutos en toda la ciudad y en diversas partes del país “todo sin embargo se decide y transcurre aquí”. En referencia a Ciudad Universitaria.
Ve otros problemas por resolver, como es la necesidad de poner a los estudiantes al centro; la revaloración de la docencia universitaria, que sea acompañada de los mecanismos de evaluación que garanticen que esto sea posible.
“El problema de la reducción de la presencia nacional de la universidad en los debates del país sobre temas que le competen como la orientación de la educación básica en México con una posibilidad mucho mayor de incidencia, no a toro pasado”.
“Hay que tener mayor presencia en la discusión sobre los derechos humanos y la violencia en México, sobre los cambios electorales, evaluación de políticas económicas, hay que resolver el tema de las formas de gobierno, el problema de las desigualdades internas, las condiciones laborales precarias del personal de asignatura, la burocratización excesiva de la universidad, los recursos que consume este sector del funcionariado universitario que son muy elevados”.
A pregunta expresa sobre si ve riesgos externos para la UNAM, responde que ha habido una reacción histérica.
“Ha habido una reacción un poco histérica a esto de que hay intentos de interferir y a que hay riesgos externos. Puede haber tantos como hubo hace ocho años en el nombramiento de rector o hace 16. El nombramiento de [Juan Ramón] de la Fuente se dio en medio de la huelga universitaria, de un proceso electoral también. Y sin embargo ahora les ha entrado esta especie de necesidad de estar alertando este temor que conduce a la inmovilización, que está utilizado además en contra de las ideas de cambio, para descalificar a personas que participan en el proceso, acusándoles de ser cercanos al partido en el gobierno”.
Al respecto, se le pregunta si él es un candidato a rector y cercano a la Cuarta Transformación y si eso le afecta.
“Es cierto que tratan de que me afecte, la verdad, no sé qué tanto afecte. La Junta de Gobierno puede ver la veracidad o no de eso, pero contesto de manera muy contundente. No soy parte de Morena ni de la 4T y si lo fuera lo diría con toda tranquilidad. He sido militante de un partido en mi historia, el PRD al que dejé. Fui militante de otras organizaciones de izquierda en otras épocas de mi vida, en este momento no. En todo caso es un derecho ciudadano".
“Lo importante es valorar las propuestas como tales y no como la idea de que soy el vehículo o uno de los vehículos para que alguien más se apropie de la universidad, que es una visión muy reduccionista de lo que es la institución y los proyectos que se quieren desarrollar aquí”, remarca.
También se le preguntó sobre si sigue en contacto con otros líderes del Consejo Estudiantil Universitario, como la ex jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, o su sucesor, Martí Batres. Expresa que no, pero que mantiene el cariño por ellos.
“Tengo mucha estimación y cariño por Claudia, somos amigos, compañeros de lucha de mucho tiempo, seguramente tenemos puntos en los que coincidimos y en los que tenemos muchas diferencias pero estamos en ámbitos diferentes de la vida.
“Claudia es una universitaria, temporalmente se ha orientado más a las actividades de la vida pública, de las responsabilidades del gobierno y política. Yo me he mantenido en la universidad y eso nos coloca en condiciones distintas y los cariños están ahí, pero eso no implica como decía antes, subordinación, ni la idea de que se forme parte de un proyecto de un asalto a la universidad, ni mucho menos”, responde.
ESTUDIAMOS A LA UNAM
- ¿Cómo es que decide alzar la mano para participar en este proceso de designación de rector y que lo motiva a buscar este cargo?
-En realidad yo ingresé a la UNAM en el año 78. Desde mi época de estudiante he tenido una intensa participación en la vida universitaria. Fui parte de una generación que estudiamos a la UNAM como estudiantes y propusimos un proyecto de universidad que se pudiera construir a través de un Congreso Universitario, una idea de cambio necesario de la institución en el año de 1990 como consecuencia de un movimiento estudiantil que fue para defender el carácter público y nacional de nuestra universidad.
“Fue tan impactante para mí esa experiencia que yo, que era estudiante de física me cambié a otra disciplina, la sociología, para poder abordar a la universidad, a la educación superior en México y en el resto del mundo como un objeto de estudio para conocer muy bien lo que son las tendencias globales, lo que son los procesos nacionales, la historia de la educación superior, las fuerzas políticas que se mueven al interior, los movimientos sociales que se desarrollan”.
Lo hizo con la idea de que no se puede ser autocomplaciente y se debe superar una lógica de elogios permanentes vertidos en favor de la UNAM para atender los problemas que tiene esta, muchos de los cuales datan de hace décadas.
“Se suceden personas en la rectoría sin atender esos problemas, con una visión bastante conservadora de lo que es la universidad y lo que puede ser hacia adelante. Conservadora quiere decir simplemente en esta lógica que muchas de estas personas le llaman estabilidad, que es dejar las cosas exactamente como están desde hace mucho tiempo”, critica.
“Y esta idea de que la universidad tenía que cambiar, que teníamos desde que éramos estudiantes, que se ha enriquecido con el conocimiento con la investigación, me planteó como posibilidad en este momento de mi trayectoria académica, la de participar en este proceso, aun sabiendo que las condiciones de participación son difíciles”.
Se refiere a que el mecanismo o el procedimiento de designación de rector recae en la Junta de Gobierno, conformada por 15 personas, órgano al que considera conservador.
“Creí que en esta oportunidad era importante participar, para tratar de proponer un proyecto de cambio institucional que va, muy a contracorriente de lo que están planteando las otras personas que aspiran a la rectoría”.
-¿Cuál es su diagnóstico de la UNAM y sobre todo, cuáles son estos problemas desde hace décadas y qué va a pasar si no se resuelve mejor?
- Los problemas de violencia de género han estado en la Universidad desde hace décadas. Aunque no se habían puesto en el terreno de la discusión con la fuerza que tienen hoy, hasta que las mujeres estudiantes en el 2019 hicieron patentes sus denuncias y las tomas de escuelas y facultades, esto a pesar de que había habido mujeres universitarias que habían planteado los problemas de desigualdad y de violencia desde la academia hacía mucho tiempo, la universidad no se abocó ni asumió como propio el problema, ni la necesidad de resolverlo, pero hay otros.
“A partir de los años ochenta la universidad sufrió un cambio muy trascendente que ocurrió en casi toda la educación superior en el mundo, que fue una orientación muy poderosa hacia la investigación como labor fundamental.
“Entonces esta universidad, cuya ley orgánica establece que tiene tres funciones sustantivas que son la docencia, la investigación y la extensión universitaria, se había volcado en términos de recursos financieros, humanos a la contratación en plazas, la construcción de edificios a una universidad para la generación de conocimientos para la publicación de resultados, investigación y esto la formó en lo que hoy tenemos con mucho éxito".
“El problema que se daba desde los años ochenta es que esto se hizo en detrimento de la docencia, va desde el nivel casi individual del personal académico, en donde se valoran mucho más las actividades de investigación que las de la docencia para las promociones en la carrera académica, para la obtención de las incentivos económicos de los programas de estímulos de la universidad, el llamado Pride o para la participación en el Sistema Nacional de Investigadores”, plantea.
UNA UNIVERSIDAD DISTINTA
Ordorika señala que hay dos universidades, una la de los institutos de investigación y los centros, muy distinta a la que existe en los Colegios de Ciencias y Humanidades, en las preparatorias nacionales y en otras áreas de licenciatura, como son las Facultades de Estudios Superiores.
“De hecho se habla de que hay varias universidades. La UNAM está construida en subsistemas. El de la investigación parece ser ha sido prioritario. El subsistema de docencia en escuelas y facultades. Luego está el subsistema del bachillerato y cada uno de estos subsistemas, sobre todo el de docencia en escuelas y facultades y más aún el de bachillerato, han sufrido un deterioro de las condiciones de trabajo, de la infraestructura y del desplazamiento forzado a las actividades de investigación”, explica.
En el caso de maestros por asignatura, tienen condiciones salariales y laborales precarias con la incertidumbre en las contrataciones cada seis meses, con discrecionalidad en el otorgamiento de cursos.
“Esto lo que se ha traducido es en una marginación del estudiantado entonces, aunque la Universidad sigue formando a miles de egresadas y egresados de las carreras, miles de estudiantes que se mueven del bachillerato a las licenciaturas, es claro que la atención y la importancia que se le ha dado a esas actividades ha sido menor".
“Eso se traduce en condiciones concretas de abandono, de marginación que es necesario superar y restablecer el equilibrio necesario”.
-¿En el caso suyo como ve que impacte que solo haya la Junta de Gobierno para muchas de las decisiones de la UNAM?
-La Junta de Gobierno se encarga de unas cuantas decisiones que son muy centrales para la universidad, que es la designación de la persona que ocupa la rectoría y las direcciones de escuelas, facultades e Institutos. El nombramiento de directivos de centros recae en la persona del rector e individualmente, entonces todo está muy concentrado.
“Tenemos una universidad en donde hay 375 mil estudiantes y 40 mil integrantes del personal académico. Estamos hablando de casi un sector de trabajadores de alrededor de 30 mil personas. Estamos hablando como de una población de 450 mil personas en condiciones diferentes, con responsabilidades diferentes que estamos al margen de decisiones tan importantes como esa, pero hay que buscar no concentrar el tema solo en la Junta de Gobierno”, propone.
“Por ejemplo el tema de una universidad con órganos colegiados que son muy poco representativos y que tienen pocas atribuciones, entonces las autoridades unipersonales, las que están en la rectoría o en las direcciones de facultades, escuelas e institutos son fundamentales, deciden las cosas casi sin intervención de nadie”.
Considera que se pueden aumentar las atribuciones de los órganos colegiados, mejorar la representatividad, que haya mucha más transparencia en la toma de decisiones universitarias.
VA POR UNA REFORMA
- ¿Qué le ofrecería a usted a la UNAM para ser rector?
- Lo que estoy planteando y no es un proyecto personal, es uno colectivo que me toca encabezar, es una propuesta de reforma universitaria, de cambios profundos que parten de un diálogo, de un diagnóstico muy bien desarrollado para identificar un conjunto de problemas, siete que he enunciado y que urge resolver de la UNAM.
“Otro gran tema para resolver es el tema de la seguridad universitaria, la seguridad de las personas dentro de los campus, cuando van ahí, la seguridad de las personas, no solo en términos de lo que puede ser el crimen, la violencia directa, sino la seguridad en términos de la salud y de la alimentación".
“Toda una cantidad de problemas que habitualmente no están en la agenda de la discusión, eso es lo que representa mi candidatura, en contraposición a otras que básicamente plantean que la universidad está muy bien.
- ¿Ve riesgos de politización, coincide o discrepa de estas declaraciones del presidente que dice que la UNAM se ha derechizado, o que de pronto también parece que ataca a toda la UNAM, o estas iniciativas para que haya más democracia?
-La politización siempre es positiva, que las personas entiendan que hay posturas diferentes en toda la sociedad. En las instituciones educativas como la UNAM hay que superar la idea que se tuvo al crear la Ley Orgánica del 45, de que la política había que erradicar y reservar para unos cuantos grupos. Que la gente esté informada, que tenga opiniones políticas sobre los temas que le atañen, que en la universidad se discutan los temas políticos me parece fundamental.
“Ahora la universidad ha tenido un cuerpo directivo llamémosle así, y en la rectoría, en las direcciones de la mayoría de las escuelas, facultades e institutos que ha sido muy conservador en muchas ocasiones de derecha”.
Recuerda que la UNAM tiene una historia en donde la derecha mexicana tuvo mucha presencia, de ahí salió el Partido Acción Nacional, de un ex rector de la UNAM, Manuel Gómez Morín, fundador del PAN.
“Hay una presencia de puntos de vista de derecha en la UNAM. Históricamente esto no es algo nuevo y esta se ubica muy cerca de los espacios de decisión fundamentales de la Universidad. Ahora, la comunidad universitaria es diferente, muy diversa, plural, en general con una tendencia más a unas posturas progresistas, de izquierda, por la democracia, por la igualdad social, por los derechos humanos, es ahí donde se ubica en términos muy genéricos la UNAM”.
- ¿Usted se ha sentido atacado?
-No soy la única persona, bueno sí. Nadie nos ha preguntado a qué se dedicaban o qué posturas políticas tenían los familiares, las amistades de otros rectores. Me imagino que había una enorme pluralidad. No conozco suficiente al rector Enrique Graue pero por el tipo de persona que es, él puede tener amigos que sean cercanos a la 4T y amistades y personas con las que mantiene relación que pueden estar más afines a las posturas del Frente Amplio; en realidad nadie se lo pregunta. Entonces resulta que tratan de utilizar eso como un mecanismo para descalificar.
-Vi que hace unos días pedía usted respeto al proceso, ¿a qué se refería con esto?
-Hemos ido de visita a CCH y se ejercieron presiones en contra de profesoras y profesores para que no fueran a los eventos, eso fue en abril. Fuimos a los cinco colegios, y hubo profesoras y profesores que nos dijeron que recibieron indicaciones de las autoridades del plantel para que no participaran en esos eventos.
“Hay autoridades, direcciones en distintas entidades académicas de la UNAM que promueven cartas en favor de tal o cual candidato. Sabemos el impacto que tiene que un directivo de la institución a la que perteneces, cuando eres un profesor que a lo mejor no tiene todavía definitividad o una académica de recién ingreso y llegan y te dicen mira aquí está esta carta”.
- ¿Les molesta su candidatura?
-Sí, por supuesto y tratan de favorecer otras.
- ¿Cuáles serían estas candidaturas que favorecen?
- Los médicos tratarán de favorecer a las candidaturas afines a ese sector, no solamente la del director de Medicina [Germán Fajardo], el sector de investigación, los directores de institutos y centros de la investigación científica a lo mejor estarán favoreciendo las dos candidaturas que están ahí, si es que se confirman.
“Los grupos de abogados ahora están divididos, pero habitualmente promueven a su candidato, se utilizan los cargos de poder para hacer la promoción. No digo que sea malo que una persona que tiene un cargo directivo tenga una opinión en favor o en contra de distintos aspirantes a la rectoría. Lo inadecuado es hacer uso de ese cargo para generar apoyos para hacer más difícil el que se otorguen los espacios necesarios para realizar actos, eventos y presentaciones.
- Usted seguramente pasará la historia de la UNAM por el movimiento del 87, ¿qué ha cambiado entre la UNAM de ese año y la de ahora y ve usted que este tema de las cuotas ya se alejó?
-Ya no hay ese riesgo porque los movimientos del 87, del 92 y del 99 en contra de las colegiaturas y en defensa de la gratuidad de la educación superior quedaron triunfantes y se ha plasmado en el artículo tercero constitucional que señala que la educación superior pública es gratuita.
Respecto a si la UNAM ha cambiado, Ordorika opina que sí. La ve más grande y compleja que a mediados de los años 80
“Es mejor que la que teníamos en 1985, en parte por lo que hicimos ese año, porque la mantuvimos gratuita, se impulsaron y se abrieron algunos espacios de coordinación intermedia como los Consejos Académicos de área. Decir que ha mejorado y que es una gran universidad no es una contradicción pero también tiene muchos problemas".
“Tenemos una institución con un potencial brutal que no se ha podido desarrollar en toda su extensión por los problemas que todavía tenemos y que son de mucho tiempo atrás y muy importantes”, concluye.