HUACHICOL EN POLOTITLÁN

"¿Quién me va a pagar mi casa?"; gente de Polotitlán pierde todo por explosión por huachicol

Una lavadora, una secadora y un automóvil debajo de una techumbre son sólo algunas de las cosas que quedaron en El Tesoro en Polotitlán, tras la explosión por robo de combustible

Créditos: Fernanda García
Escrito en METRÓPOLI el

El olor a gas, las láminas retorcidas, la tizna que quedó como secuela de los flamazos y la explosión; el patrimonio destruido de una familia, los daños en decenas de casas… Esa es la imagen que se permanece en las calles de la comunidad de El Tesoro, ubicada en el municipio de Polotitlán, al norte del Estado de México, donde explotó un ducto de Pemex el miércoles 24 de mayo.

Los vecinos continúan en pánico y asombrados por lo que sucedió, aunque lo esperaban. La ordeña de los ductos de la paraestatal es un secreto a voces en la localidad. Los daños más severos no los sufrió el predio donde los huachicoleros operaban sino las casas que estaban frente al mismo, debido a que durante la tercera explosión salió proyectada una pipa de 12 metros de longitud, de acero retorcido, aboquetado, mal trecho.

La pipa destruyó lo que había en su paso. Lo primero fue una casa, después el segundo piso de otra vivienda, afectó milpas, árboles de aguacate y, finalmente, una bodega. Ahí la doble barda de la construcción detuvo a la salchicha proyectada que dejó una estela de ceniza y desesperanza.

En el sitio de la explosión, policías estatales y de Polotitlán resguardan la zona. El siniestro también afectó el suministro de electricidad de dos comunidades.

“Estaba en mi tienda y escuchamos la primera explosión, no fue tanto pero vimos el flamazo y empezamos a correr, nos fuimos, en eso fue una segunda… Ya estábamos en Celayita (comunidad vecina) cuando se dio la tercera, la más fuerte, la que destruyó”, comentó Verónica.

La gente empezó a gritar “corran, esa madre va a explotar”, todos huyeron del lugar. Antes de la explosión más agresiva, elementos de seguridad ya habían llegado al sitio, no imaginaron que lo peor estaba por ocurrir.

Durante el siniestro resultaron lesionados tres de seguridad, dos de protección civil, uno de Pemex y un elemento de seguridad del municipio de Aculco.

El huachicol en Polotitlán 

Desde hace varias semanas, la actividad aumentó en el predio que está en la esquina de dos calles de terracería sin nombre. Hombres y pipas entraban y salían de la zona, pero nadie dijo nada. Los vecinos de la zona temen por su integridad cuando de denunciar a huachicoleros se trata.

“Sí es común que estén aquí ese tipo de cosas. No se denuncia por miedo, pero las autoridades se supone que sabían porque había una patrulla acá y veían cómo entraba y salía la gente, es ilógico que no se hayan dado cuenta”.

Al respecto, a la alcaldesa de Polotitlán, Teresa Bárcena, reconoció que la ordeña de ductos de Pemex, es común en la región.

“No se detecta 100%, es un tema muy complejo y muy delicado; sin embargo, se ha hecho la solicitud a la Guardia Nacional para que hagan rondines porque son ellos quienes nos pueden ayudar; nosotros aquí en el municipio contamos con 25 elementos de policía para 16 mil habitantes que somos, pues está un poquito complicado el tema”.

Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública señalan que, en lo que va de este año, en el Edomex se han abierto 401 carpetas de investigación abiertas por delitos cometidos en materia de hidrocarburos. Son los municipios de Acolman, Otumba y Axapusco los que concentran la incidencia, pero la zona Norte de la entidad no se queda atrás.

Los huachicoleros perforan los ductos, instalan conexiones clandestinas y realizar tomas ilegales para robar gas licuado de petróleo y gasolina, principalmente. Luego, transportan el combustible robado en vehículos improvisados, para venderlo más barato en el mercado negro.

Por el Edomex corren cinco ductos de Pemex, el Tula-Azcapotzalco, el Tuxpan-Azcapotzalco, el Minatitlán-México, el Cactus-Guadalajara y el Tula-Toluca. Todos susceptibles al huachicoleo.

Están señalados con postes amarillos que indican que ahí hay ductos, que está prohibido construir sobre la zona o excavar, pero la indicación puede fácilmente obviarse.

El dolor de ver el patrimonio perdido

Temerosos de alzar la voz debido a que podría haber represalias en su contra, quienes perdieron su patrimonio decidieron hablar en anonimato.

“¿Qué va a pasar con mi casa? Son años de esfuerzo, son años de poder poner tabiques, nadie ve eso”.

En el domicilio que quedó totalmente destruido, apenas una lavadora y una secadora sobrevivieron al intempestivo impacto de la pipa que pasó sobre la vivienda.

Del segundo piso afectado tampoco quedó nada. Los tabiques se ven resquebrajados, esparcidos por más de 100 metros.

En la tercera casa afectada, fue la bodega la que protegió al inmueble. Ahí el dueño del lugar tenía una camioneta Ford de 1968 que restauraba con paciencia. Ahora sólo resalta el color azul del vehículo bajo la salchicha de acero, los pedazos de muro y la techumbre.

“Vivieron ayer los de Pemex a decirnos que van a ver si aplica el seguro, pero que tenemos que denunciar y esperar. ¿Y mientras? ¿Quién nos va a quitar esto que ahorita es evidencia? En la casa estaba mi mujer y mi bebé de 4 años, si no hubiera habido una primera explosión que las motivó a evacuar, no sé qué hubiera sido de ellas”.

Son varias las familias afectadas por esta tragedia en la comunidad de El Tesoro, ahora la pregunta es ¿quién va a pagar por los daños? ¿Los huachicoleros, Pemex o las autoridades?

De acuerdo con la alcaldesa, Teresa Bárcena, ella está buscando bajar recursos para los afectados, en especial para la familia que se quedó sin casa; pero es necesario que presenten la denuncia correspondiente para que el seguro de Pemex les pague los daños en las viviendas.

Mientras todo se resuelve, este jueves volvió a ser evacuada la comunidad debido a que Pemex necesitaba clausurar la toma clandestina y a que localizaron dos más.  Por eso el olor a gas no se iba de El Tesoro, la comunidad que sobrevivió a la explosión del ducto sin muertos que llorar.

MRV