Atizapán de Zaragoza, Estado de México.- Las creencias religiosas y la fe de las personas de los pueblos más antiguos de este municipio han permitido la permanencia y subsistencia de al menos cinco cruces emblemáticas de épocas recientes y de la colonia, en los pueblos originarios de Atizapán de Zaragoza.
Una de las cruces más emblemáticas de la zona sur del municipio, es la de El Cerro de la Cruz. Este cerro es uno de los más altos del Valle de México y en su cima tiene una estructura de metal de unos 8 metros de alto, al pie de la misma se encuentran vestigios arqueológicos de lo que debió de ser un centro de oración, desde donde los Teotihuacanos en su paso a Tenochtitlán pedían permiso a los dioses para ingresar al gran Valle, según se señala en los relatos del ex cronista René Rodríguez Vázquez.
Sin embargo, el motivo de la colocación de la cruz en ese cerro que se localiza frente a la Presa Madín, tuvo otras razones, según explicó el excronista quien agregó en uno de sus relatos que “La Cruz, se debe su presencia a las bolas de fuego o brujas, que nativos de Calacoaya aseguraban se veían constantemente en ese lugar. Para retirar todo mal y brindar una protección espiritual a los pobladores”.
Sin embargo, otros vecinos aseguraron que las luces eran en realidad luminarias de los saqueadores que por las noches realizaban excavaciones para extraer piezas arqueológicas, ya que, en ese sitio, en cuyas inmediaciones se construyen viviendas y edificios, hay restos de una pirámide o vestigios de culturas ancestrales.
Tras la llegada de los españoles en Atizapán de Zaragoza fueron construidas tres iglesias, las de San Mateo Tecoloapan, la de San Francisco de Asís y la dedicada al Divino Salvador en Calacoaya, como lo explicó el cronista actual Arturo Trueba, las tres de la época de la colonia en cuyos atrios fueron colocadas cruces labradas en piedra, con símbolos similares en cada una de ellas.
En un artículo del ex cronista René Rodríguez indica que la Iglesia de San Mateo se encuentra orientada al poniente y presenta una cruz del camino en lo que era la entrada del pueblo de San Mateo.
En Calacoaya se encuentra otra cruz Atrial que puede ser de la misma fecha de construcción de su Iglesia, y en las inmediaciones de Barrio Norte, se encuentra la Iglesia de San Francisco de Asís, que tiene su cruz atrial, la cual mandó poner el Padre Jerónimo Chávez Mendoza.
De acuerdo con los mismos relatos del excronista, otra cruz significativa es la que en esta época se colocó en Barrio Norte, en la calle La Palma esquina con el callejón de la iglesia y a orilla de la calle.
Según cuenta, narraciones hechas por el señor Ramón Delgado Herrera al excronista, originalmente se había colocado una cruz en un árbol del lugar, que después, con el tiempo se cayó, por lo que se hizo otra de madera, que actualmente se ve aún en el lugar referido.
Según relató que cuando la señora Ricarda Herrera Martínez llegó a vivir a Barrio Norte en 1950, “la llorona pasaba por la calle La Palma, en la noche y muy de madrugada, se escuchaba su lamento muy lejos, hubo quien llegó a verla con su clásico vestido largo de una tela blanca, flotaba sobre el camino de tierra y se sentía un escalofrío que calaba hasta los huesos y causaba inquietud entre la poca gente que vivía en la colonia”.
También se dice que en las calles de la colonia, como a las dos o tres de la mañana se escuchaba el mugido de un toro muy grande, que en ocasiones corría sin control alguno por la colonia.
Pero la cruz se conservó también por otra razón, según los lugareños, ya que en una época, la calle de la Palma fue famosa por que los “chicos bandas” se reunían a tomar en la esquina con el Callejón de la Parroquia y a veces terminaban en pleitos con “bandas” de México Nuevo o la Higuera; por lo que don Andrés Delgado y doña Ricarda Herrera Martínez, decidieron poner la Cruz para proteger a los vecinos de la colonia, se dice que a la fecha es una colonia muy tranquila donde se puede caminar a cualquier hora del día.
MRV