Ana Isabel Anzures y Jessica Abigail Medina Suárez son brigadistas combatientes de fuego rural de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural. En su labor, además de enfrentar los incendios, han enfrentado el machismo, personificado en hombres que han descalificado su opinión sólo por ser mujeres, o que cuando ven que se convierten en jefas, deciden simplemente no obedecerlas, por la misma razón.
Entrevistadas por La Silla Rota en el vivero de la Corena, ubicado en la fronteras de las alcaldías Xochimilco y Tláhuac, ambas comparten sus experiencias antes de ocupar los cargos que tienen actualmente, Anzures el de jefa de la Unidad Departamental encargada de atender los incendios forestales, y Medina Suárez, jefa de una de las brigadas.
Se les pregunta a Anzures si a ella, que ocupa ahora un cargo que nunca había sido ocupado por ninguna mujer, le tocó lidiar con la cultura machista. Su respuesta es contundente: sí.
“Sí, muchas veces que dábamos una opinión operativa nos decían ‘ay tú no porque eres mujer, entonces qué vas a saber’. Me bajoneaba mucho y decía ‘¿por qué no me toman en cuenta?’. Porque además a los 15 o 20 minutos empezaban a hacer lo que yo les había propuesto y yo pensaba ‘como vino un hombre y se los dijo, lo hicieron”, recuerda la JUD, con 10 años de experiencia en la Corena.
“Recordemos que México sigue teniendo en su mayoría una cultura machista y seguimos trabajando con ello. Hoy ya al menos en Corena ven a las mujeres en combate de incendios y ya nos respetan más”, admitió, sin dejar de reconocer que hace falta más.
Apagando el machismo
Se refiere a lo que ha vivido Medina Suárez, quien como jefa de brigada coordina tres grupos de combatientes de incendios forestales. Fue un reconocimiento a su desempeño y entrega al trabajo, pero no todos lo digirieron bien, sólo por el hecho de que el cargo recayó en una mujer. La propia jefa de la brigada Álamos explica a La Silla Rota su experiencia al respecto. Desde el inicio se enfrentó al machismo.
“En la brigada que comencé nos decían que nosotras no tenemos la misma fuerza que los hombres, pero una siempre busca estar al mismo nivel. Obviamente no se va a comparar la fuerza de un hombre con la de una mujer. Estamos aquí echándole ganas y demostrando que sí se puede realizar estos trabajos”, dice, después de que apagaron un incendio controlado como parte de una demostración de su labor y la de un grupo de 25 personas más, bajo la supervisión de Anzures.
Recuerda que cuando la designaron jefa de brigada, aceptó sin temor a manejar tres turnos de 7 personas, el cual cada uno trabaja de distinta forma y con su propia operatividad. Reconoce que sí ha sido complicado, pero no por las cuestiones de coordinarse y apagar el fuego, sino por apagar el machismo.
“Hubo personas que me cuestionaban ‘¿cómo una mujer me va a mandar? Una persona, ya no está en la brigada, me hizo saber directamente que no, que él era el más capacitado para hacerlo y por qué subí en este puesto. Yo le dije que si estaba en el lugar que si yo estaba era por algo y que debía demostrar el doble de lo que yo sabía para atender esta situación y porque tenía a cargo los tres turnos de la brigada”, añade Jessica Medina, con 5 años de experiencia en la línea de fuego.
El hombre que la cuestionó en lugar de aceptar la realidad, decidió presentar su renuncia e irse.
"Vete a estudiar de secretaria"
Pero no es el único caso de machismo que la ahora jefa de brigada Álamos ha sufrido. Cuando iniciaba como brigadista, durante un incendio se quedó atrapada en un perímetro de fuego, debido a que su jefe de brigada no dejó acabar con una línea de control. Aunque logró escapar, la experiencia le hizo pedir a su jefe capacitación, pero su respuesta fue sorprendente.
“A mí me dio mucho miedo, le solicité a mi jefe que me mandara a un curso para saber más del tema, pero me mandó a uno de secretariado. Afortunadamente, compañeros con más experiencia me pasaron manuales, comencé a estudiar y aprender sobre el comportamiento del fuego”.
Tanto Álamos como Medina participaron en el combate del incendio controlado el 7 de marzo. Técnicos de la Corena buscaron un terreno aislado, hicieron tomar distancia a los reporteros para evitar que pedazos de combustible volador -conocido como pavesas- los alcanzara. Aunque esperaron las mejores condiciones climáticas, como ocurre con la realidad, el ejercicio tuvo sus imprevistos.
De pronto, debido a lo que se llaman vientos errantes, cambió la dirección del fuego y por ende del humo. Con calma el grupo de 25 brigadistas reaccionó y echó tierra donde se veían más fuertes las llamas. Cuando el fuego fue sofocado, en lugar de los hierbajos crecidos se veía un pedazo de tierra quemada. Ahí, echaron agua a los puntos donde consideraban que la temperatura era más elevada y podría encenderse nuevamente el fuego.
Cabeza fría en los incendios
La jefa Anzures explicó que mantener la cabeza fría durante el incendio, es cómo se debe actuar.
“La adrenalina es interesante, de repente el humo no te deja ver, no alcanzas a ver a los compañeros a los lados. Van a ver a los brigadistas con mucha calma y van a preguntarse por qué no se mueven. La cosa es no desesperarse, mantener la cabeza fría para ver qué vamos a hacer. Si se dan cuenta todos están tranquilos, ya saben cómo actuar, dónde entrar y qué hacer”, explica durante el ejercicio.
Pero también para protegerse los brigadistas van con equipo especial. Casco, goggles, monja, paliacate, camisola ignífuga, pantalón de mezclilla gruesa, botas y guantes.
“Los goggles son para que no entre el humo, porque empiezan a llorar los ojos, impide que las pavesas entren a los ojos, vienen calientes. Las monjas son para tapar nariz y boca, que no entre el aire caliente, la radiación es intensa y puede lastimar las vías respiratorias.
“Hay que buscar las bolsas de aire que se hacen entre el humo, tenemos ciertos tips, mojamos el paliacate para que las partículas de humo se queden en él, o te agachas y respiras”, describe.
En lo que va de este año ya ha atendido unos 15 incendios y eso que apenas empieza la temporada fuerte, de mediados de marzo a fines de mayo.
Mis hijos me piden que me cuide
La jefa Anzures es una mujer sonriente, segura, con don de mando y de reacción rápida, quien en el único momento de la entrevista en que se le quiebra la voz es cuando se le pregunta por cómo reaccionan sus dos hijos cuando ella les avisa que va a atender un incendio. Aunque la apoyan incondicionalmente, no dejan de preocuparse.
“Cuando les digo no me esperen, me dicen ‘ay mamá cuídate, por favor regresa’, es la frase constante cuando les hablo por teléfono”. A la fecha no ha tenido accidentes como parte de ser combatiente de los fuegos forestales.
Jessica Medina es de San Antonio Tecómitl, en Milpa Alta. Ella no tiene hijos, pero sí un sobrino al que adora y considera que la labor que desempeña es muy importante para el futuro de la población, como él. Por eso pide a la gente tener conciencia del daño que hacen los incendios.
“Pido que tome conciencia sobre los riesgos que conlleva un brigadista por atender un incendio forestal y que suben al monte a apagarlo. Les pido que sí encienden fogatas, las apaguen en su totalidad, de eso provienen los incendios”.
- ¿Qué se siente estar en medio del fuego?
-Es un honor, un respeto hacia el fuego, lo respeto mucho y es un orgullo estar en la línea de fuego, ser brigadista y encabezar a la gente que traigo a cargo.
Ha habido cambios
Se le pregunta a Medina si ella se considera feminista.
“Ha habido un gran cambio, ya que nos está dando más la oportunidad de poder dirigir, es un cambio radical y en la institución se nos da y diario vamos a lidiar con problemas y soluciones. Hay temas donde nos podemos apoyar de nuestras compañeras y compañeros y hemos sobresalido. Al final de cuentas agradezco esa labor de impulsar a la mujer”, reconoce.
Lo mismo se le pregunta a Anzures.
“Me considero una mujer en pro de las mujeres. Como tal feminista no sabría decirle bien pero sí creo que las mujeres tenemos las mismas oportunidades de los hombres”.
- ¿Cuándo ve estos actos de machismo, qué siente?
-La verdad me molesta mucho, hemos batallado para que haya mujeres que estén en este cargo. Al principio costó algo de trabajo y resistencia, pero ni modo. La ingeniera Columba Jazmín López Gutiérrez -titular de la Corena- nos ha enseñado que en un mundo donde los hombres han imperado mucho, ella ha sabido sobresalir e imponerse a estas cuestiones.
“Cuando ella llegó no crea que fue tan sencillo, siendo mucha gente de pueblos originarios con mucho machismo, el que haya llegado una mujer a un puesto y te diga lo que debes o no de hacer eso fue muy brutal, pero hoy todo mundo la respeta”, concluye.
MRV