Las calles del centro de la Ciudad de México no solo tienen las mejores ofertas y artículos al por mayor, si esas calles hablaran, contarían todos los secretos e historias que a lo largo de todos estos siglos ha visto pasar, como la de Don Juan Manuel de Solórzano, la cual ocurrió en la época virreinal, para contar esta historia hay que remontarnos hasta el año de 1783 en la calle República de Uruguay número 90 donde vivió este personaje.
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Don Juan Manuel era un hombre de estatus alto y de muchas riquezas, pues entre la realeza española tenía un cargo importante, era el comendador del virrey Lope Díez de Armendáriz, por ello se daba el lujo de vivir en una calle en el corazón de la ciudad y no en la periferia como cualquier otra persona.
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Don Juan tenía una bellísima esposa, ella era Leonor de Branfuente y Laguna, era tan hermosa que todos los hombres estaban tras ella, por ello y en actos de celos Don Juan la tenía muy oprimida y le permitía salir sólo a misa, pero ella debía cubrir su cara con un velo grueso para ocultar su hermosura.
A pesar de ser una pareja acaudala y de tener una bonita casa hermosa no pudieron ser felices, pues nunca pudo concebir un hijo, según la leyenda cuenta que muy desesperado Juan Manuel dejó su título de comendador y se lo encargó a su sobrino en lo que él se iba a internar a un convento franciscano para ser “bendecido”.
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Al pasar los días Manuel comenzó a llenarse de pensamientos y celos, por lo que creyó que su esposa lo engañaba con otro hombre, pero no tenía sospechas de quien pudiera ser.
Don Juan Manuel pactó con el Diablo
Lleno de celos y enojo, Don Manuel pactó con el Diablo para saber la verdad sobre el supuesto amante de su esposa, por lo que el mismísimo chamuco le dijo que sí le ayudaría, pero le puso una condición, esa sería su alma, una vez que el Juan aceptó el señor de las tinieblas puso manos a la obra.
El Diablo le dijo a Don Manuel que él le revelaría al amante, pero tendría que salir todos los días a la entrada de su casa a las 11:00 de la noche y matar al primer hombre que cruzara el camino y así lo hizo.
Esa noche Manuel salió y al ver a su primera víctima le preguntó “Qué hora tiene” el sujeto respondió, de pronto Juan gritó “dichoso el que conoce la hora de su muerte” y lo asesinó.
Al verle la cara, Don Juan quedó sorprendido, pues el hombre al que mató se trataba de su sobrino, el Diablo cumplió su promesa y se llevó su alma, desde ese momento Manuel vaga en pena así que si eres hombre y andas a las 11:00 de la noche por esta calle es mejor cambiar de ruta.