Ciudad Nezahualcóyotl, México.- Desde hace una década, Manuel Godínez Domínguez transforma los restos de papel, pegamento y pintura en alebrijes monumentales que forman parte del tradicional desfile de alebrijes que se realiza cada año en la Ciudad de México.
El trabajo lo realiza en un pequeño taller ubicado en Nezahualcóyotl, Estado de México, municipio mexiquense donde imparte clases de dibujo a estudiantes de secundaria interesados en el diseño y la arquitectura.
“El asunto de los alebrijes nació de una casualidad porque a mi nunca me han enseñado a hacer alebrijes, soy arquitecto de profesión, pero si hay una curiosidad por hacer objetos con ciertas cualidades artísticas”.
“Pasó un momento cuando con mi esposa recorriendo la Ciudad de México conocimos el Museo de arte popular y ahí había una convocatoria en la que se invitaba a los artesanos a hacer un alebrije monumental”, dijo.
Aunque al principio lo tomó como una herramienta para interactuar con sus estudiantes, la elaboración se ha convertido en una tradición donde participa su familia, vecinos y hasta algunos de sus ex alumnos.
“El primero se llamaba “sueño delirante”, tenia una llanta gigante al frente y una cola larguísima, pero lo hice muy al estilo arquitectónico muy constructivo; había varilla, alambrón muy pesado, pero fue sumamente festivo con los alumnos, esa fue una fiesta en todos los sentidos en la construcción el diseño”.
“No tenemos un rigor al hacerlo, con los alumnos vamos aportando ideas, imágenes, todo y así va creciendo el alebrije de acuerdo a lo que los vamos haciendo vamos aportando”, agrega.
A pesar de que en este ciclo escolar no impartió el taller gráfico monumental donde involucra a sus estudiantes, decidió continuar con la tradición desde casa a donde acuden jóvenes interesados en el arte popular.
“Yo creo que la escuela tiene que ser un lugar para ser feliz y tenemos que hacer cosas para que se salgan los alumnos de la escuela, es decir, si hacemos cosas en la escuela, pero para otras gentes, para otras personas para que ellos mismos vean su trabajo calificado por cualquier persona”.
“Y es increíble ver su reacción, de hecho una alumna del primer alebrije ya van dos veces que viene a participar… este año dije bueno lo hago, o no lo hago y decidí hacerlo porque creo que es un trabajo hasta social porque llegan ex alumnos con sus hijos, esposos, novias, hacen una idea muy grande y entonces empiezan a contar todas las historias de lo que ha pasado y les ha tocado hacer”, explica.
El proceso
Para este año los trabajos se centraron en la elaboración de un alebrije rockero de unos dos metros de alto, cuyos bocetos comenzaron a realizarse desde el pasado mes de agosto.
“Este lo platicamos con una alumna que está en el taller, iba a ser un rockero, ella toca el violín y dijimos pues que sea rockero y una idea que hicimos fue la idea de la guitarra se llama Cuícatl, que es canto florido, entonces el gallo nos despierta cantando entonces por ahí empezó”.
”También pensábamos en la combinación de una serpiente y lo expresivo que son sus manos tiene como de reptil de rana y todo lo demás se complementa con este tipo de animales”, dijo.
Además, reconoce que el gusto por el rock y las bandas que proliferaron en los años 90 en el municipio del Coyote en Ayuno, influyó en la elaboración de la pieza que actualmente se exhibe en Paseo de la Reforma, en pleno corazón de la capital.
“Yo viví mucho rock de cerca y no de cerca, recuerdo que muchas veces dibujamos al grupo KISS y me acuerdo mucho de las plataformas, por eso las plataformas. Esas yo las vi también con un vecino, Arturo, es casi como mi hermano y el andaba casi con chalecos con cadenas y era bailar Tex-tex, Alex Lora y otros grupos”.
“Entonces es un poco de lo que te decía… como que se construye solito, si vemos que le falta o no y pues ya nosotros vamos como aportando, no lo limitamos con la primera idea, se va haciendo”.
“Uno va trabajando, en mi caso me voy a dar mis clases, regreso, yo trabajo digamos todos los días en la mañana menos lunes y miércoles , lunes y miércoles. Aquí le doy los martes me quedo y le doy en la tarde los martes y fines de semana, algún día muy marcado acabe como a las 8 de la noche, en la escuela no puedes hacer eso por que la escuela cierra y hay como cierta ventaja pero estas solito”.
Trasladan fronteras
Incluso, sus primeros diseños se exhiben actualmente en el papalote de Cuernavaca, en el salón de artes popular y en distintos centros culturales del municipio de Nezahualcóyotl.
“Este es mediano, digamos, ha habido uno que tenia forma de trompo con cabeza de guajolote otros colibríes manejando una cuatrimoto, para el aniversario del bicentenario hicimos el que era muy alto, al final tenia una especie de Ángel de la Independencia, otro que estaba muy grande que estaba como en un monociclo, ese se fue a Campeche a una de las calles mas representativas que tiene vista al mar, ese ya no regreso se quedo ahí, yo quería que me llevaran pero no nada mas se llevaron el alebrije”.
Satisfacción
¿Cómo se siente al mirar los alebrijes terminados y en exhibición?
Me siento muy lleno de orgullo en mucho sentido. No es nada más haz una casa o un plano, en este caso no hay nada, incluso la combinación de las cosas, en una casa hay una combinación de cuartos, baños, pero en este no hay nada y empiezas a construirlo y cuando llegas, por ejemplo, a mis alumnos y a mi les preguntan cómo lo hicieron y les preguntan con mucha admiración es increíble la cara que ponen que ponemos cuando te preguntan que no te conocen y no tienen ningún compromiso en decirte que les gusta o no les gusta, hay unos que no les gusta pero sacar un objeto artístico implica eso aceptar cualquier opinión no hay ningún problema.
“Pienso que esto es como cuando se hacen las fiestas de las quinceañeras, haces todo y ya que llega el vals pues ya está la fiesta es como eso, decir ya estamos terminando de vestir a la novia y vamos al ratito a la fiesta”.