AYOTZINAPA

El toque de ataque que resonó en el Campo Militar 1 por el choque con normalistas

Normalistas de Ayotzinapa protestaron en el Campo Militar y lanzaron artefactos explosivos, piedras, palos y tubos

En la primera línea de defensa estaban, de manera inédita, policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de Ciudad de México.
El hecho.En la primera línea de defensa estaban, de manera inédita, policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de Ciudad de México.Créditos: Especial
Escrito en METRÓPOLI el

El toque de ataque del Ejército mexicano sonó en todo el Campo Militar Número Uno cuando las instalaciones estaban bajo un histórico asedio y ofensiva con artefactos explosivos de normalistas de Ayotzinapa.

Era el llamado del mando militar para agruparse y defender el complejo de la acometida; se alistó la Policía Militar con escudos y toletes, y una tanqueta lanzó agua a presión para evitar el ingreso de los violentos manifestantes.

El Ejército dejó claro que no iba a permitir que la protesta escalara a niveles de violencia como los que se han registrado en el cuartel del 27 Batallón de Infantería, en Iguala, Guerrero, donde hasta camiones han lanzado contra el acceso principal.

El Campo Militar Número Uno, cargado de simbolismo y de leyendas negras, está ubicado en inmediaciones de la sede de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en Ciudad de México.

La protesta de este viernes había transcurrido con la calma que precede a la tormenta sobre Avenida del Conscripto. “Porque vivos se los llevaron”, entonaba un orador de rostro descubierto, a quien simpatizantes e integrantes del movimiento normalista respondían a coro: “Vivos los queremos”.

El alto mando de la Sedena y el gobierno de Ciudad de México sabían que las probabilidades de una agresión eran altísimas durante el cuarto día de actividades de normalistas de Ayotzinapa que exigen en la capital del país castigo para los responsables de la desaparición de 43 jóvenes, revelaron a La Silla Rota autoridades del gabinete de seguridad.

La sabían porque durante una protesta que inició de manera pacífica, sujetos que acompañaban a los manifestantes terminaron por causar destrozos y realizar pintas en la sede diplomática de Israel en México, lo que provocó una protesta del embajador israelí, Zvi Tal.

En esta ocasión, el preludio del ataque con artefactos explosivos, piedras, palos y tubos, en la puerta uno del Campo Militar fueron gritos y grafitis: “¡Asesinos! ¡Nos faltan 43! ¡Fue el Ejército!”, mientras en paredes y rejas eran colocados carteles y fotografías de los 43 alumnos de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, desaparecidos en septiembre de 2014.

Los manifestaron arribaron en varios autobuses; al descender decenas de embozados comenzaron a formarse en filas y a desplegar pancartas contra el Ejército.

Algunos subieron a la fachada de las instalaciones militares para dejar en grafitis “Asesinos”, “Nos Faltan 43”, justo encima de las palabras Ejército mexicano que identifican la puerta uno del complejo.

Los gritos de “¡Asesinos!”, “¡Muerte al Ejército!” y mentadas de madre comenzaron a subir los ánimos, hasta que varios encapuchados sacaron potentes petardos y otros explosivos para lanzarlos hacia el interior del campo.

La agresión se extendió varios minutos al igual que los gritos y amenazas de ingresar por la fuerza a las instalaciones castrenses. En la primera línea de defensa estaban, de manera inédita, policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de Ciudad de México.

Los oficiales resistieron, agazapados, con escudos y cascos, sin armas letales, el impacto de explosivos, tubos, piedras, palos y botellas.

Hasta ese momento, daba la impresión de que no iba a haber respuesta ante la agresión que desató el grupo de violentos sobre Avenida del Conscripto.

Entonces, en todo el Campo Militar número Uno resonó el toque de ataque del Ejército mexicano, después de que el mando castrense autorizó a la banda de guerra que entonara la ordenanza para agrupar a soldados y responder a las agresiones.

El sonido del toque de ataque se mezcló con el estallido de los artefactos explosivos.

Integrantes de la Policía Militar se aproximaron a la puerta principal, sin armas letales, con chalecos antibalas, toletes y escudos, listos para entrar en acción en caso de ser necesario con el menor uso de la fuerza.

También fue empleada una tanqueta que lanzó agua a presión, como una manera de disuadir y alejar a los normalistas.

“El toque de ataque se dio para mantener el orden y la seguridad dentro del Campo Militar número Uno, no para lastimar a nadie”, puntualizó a La Silla Rota un oficial.

Según reportes de las autoridades, la manifestación y agresión en estas instalaciones ocurrieron como un “acto de provocación", además del simbolismo que representan, su cercanía con la sede de la Sedena y porque alberga una de las tres cárceles militares que hay en México.

Ahí están recluidos el general José Rodríguez Pérez, el capitán José Martínez Crespo, el cabo Eduardo Mota Esquivel, y el subteniente Fabián Alejandro Irita.

De acuerdo con el informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, elaborado por el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, éstos militares, además de otros mandos y tropa de la Sedena, están implicados en la desaparición y muerte de los 43 normalistas.

Tras la movilización de la Policía Militar en el interior del perímetro castrense, los violentos manifestantes cedieron en el ataque y se retiraron en autobuses, después de perpetrar la histórica agresión justo en el momento en que se discute la ampliación del Ejército en las calles para combatir a la delincuencia.

MRV