Cuando una víctima busca justicia, encontrar el rostro de agresor entre sus recuerdos no es sencillo. El miedo, el coraje, el dolor nublan los detalles. ¿Qué tipo de ojos tenía? ¿Cuánto medía? ¿su cara era ovalada, redonda? Entonces el trabajo de los peritos de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México comienza.
¿Cuál es su nombre? Es la frase que inicia un diálogo que lleva a la mano del perito en retrato hablado a dibujar lo que se asemejará al rostro del atacante, aunque no es su única misión. Cuando un cuerpo se encuentra en condiciones que impiden determinar la fisionomía del rostro, también tienen que trabajar o cuando se trata de hacer el retrato de una persona que desapareció varios años atrás.
El arquitecto
Cuando una nueva víctima llega a su oficina, José Luis Caballero sigue un protocolo, saluda cordialmente, hace preguntas relacionadas al hecho pero también busca conectar con la víctima.
A sus 80 años de edad, arquitecto de profesión, ex profesor de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Autónoma del Estado de México, los últimos 25 años los ha dedicado a elaborar retratos hablados a mano alzada.
De trato afable y con voz melodiosa, intenta calmar a las víctimas, les hace ejercicios de relajación que les permiten recordar el máximo de detalles del evento que ha de marcar sus vidas. Les hace respirar profundo y contar números, así la adrenalina baja, así el dolor no inunda a la memoria
En el edificio de Servicios Periciales de la FGJEM, un cuarto pequeño es su oficina, apenas un restirador, un anaquel, unos bancos y dos sillas.
Su pluma fuente y su traje impecable son su distingo. También su amabilidad y su experiencia, para don José Luis no sólo se trata de técnicas específicas para el dibujo anatómico sino de arte para que sean realmente retratados los rostros de victimarios o víctimas. Cada trazo debe acercarse a una realidad, no a una caricatura.
Su trabajo es ponerle ojos, cejas, mentón, cabello, orejas, nariz, boca y señas particulares a un recuerdo para que pueda ser empleado por los policías de investigación de la FGJEM.
“Una de las cosas más importantes que he recibido como eligió fue el de una muchacha que fue violada por varias personas, hice el retrato de uno de ellos, se lo enseñé y empezó a vomitar. Me dijo ‘discúlpeme, se parece tanto que me provocó vómito’. Entonces supe que hice bien el retrato porque provocó una reacción muy fuerte”, relata para La Silla Rota mientras explica cómo es el trazo de un ojo.
A don José Luis le tocó hacer el retrato hablado de César Armando Librado Legorreta, mejor conocido como “El Coqueto”. Este sujeto fue sentenciado por feminicida, el primero conocido como feminicida serial y también el primero en recibir una condena vitalicia en el Edomex. Operaba en el Valle de México, violó a ocho mujeres y de ellas, asesinó a siete.
El trabajo de El Arquitecto fue fundamental en una época (2011) cuando las redes sociales comenzaban a cobrar la importancia que ahora tienen. El retratado hablado que realizó, fue imprescindible para la identificación de El Coqueto, para ponerle rostro al sujeto que estaba aterrorizando al Valle de México.
“Muchas veces me hablan a las 3:00 de la mañana, puedo venir a la hora que me digan y no me disgusta trabajar porque es un trabajo extraordinario y cada vez es íntimo, incierto, nunca es nada igual”.
Pero los años y las anécdotas pesan, aunque trata de dejarlas en la oficina para poder disfrutar la vida fuera de su papel de perito. Hace unos años le tocó ayudar a identificar a una víctima de homicidio, le habían cortado la cabeza así que no tenía datos más que los que el cuerpo le arrojaban. Aún así, logró un rostro.
También ha tenido que aprender a atender a infantes. Aunque no se trata de acostumbrarse, asegura. Al día hace en promedio ocho retratos hablados y trata de que no se extienda la entrevista con la víctima. De nuevo, su empatía lo distingue.
“Vino una niña de siete años, violada, hay que tener tacto extraordinario, imagínese que no podía ni subirse al banco. También me tocó hacer el retrato de un hombre asesinado, el cuerpo no tenía cabeza, tuve que hablar con especialistas para imaginar las facciones antropomórficas y así poder identificarlo”.
La tecnología en el arte forense
Actualmente solo hay tres peritos en retrato hablado en las filas de la Fiscalía mexiquense, una en Tlalnepantla y dos en Toluca, de estos últimos, está también René Sánchez Lima.
De carrera policial, René se decantó por dibujar la faz de victimas y victimarios. A últimas fechas, lamentó, los que más le piden son de los que roban vehículos con violencia y de los llamados motorratones.
Serio, innovador, talentoso. Su trayectoria ha marcado pauta en la FGJEM, en donde inició carrera cuando aún era Procuraduría.
“Ingresé en 1992 como agente investigador y retratista de la policía. En el 99 pasé a formar parte de Servicios Periciales, fui el precursor. Es complicado atender a las víctimas porque vienen con muchas emociones pero se hace un trabajo con las víctimas. Todavía se hacen retratos a mano alzada y dan un porcentaje de entre el 75 y 90% de coincidencia”.
Además de personas fallecidas cuya identidad es un misterio cuando son encontrados los cuerpos, René ha tenido que retratar a quienes han cometido violación, secuestro, robo a bancos y robo a transeúntes, homicidios.
“Anteriormente no había juicios orales, ahora ya es más común (el retrato hablado). Ahorita ya también uso el Caramex, que es un programa que tiene un catálogo de características fisionómicas de mexicanos oriundos. El programa de lo dieron austero y yo lo fui complementando hasta ponerle cejas, ojos, cabelleras, cicatrices, de todo para poder tener un banco de imágenes y poder ayudar a las víctimas a que recuerden más de lo que tienen en mente”.
Ha integrado más de mil facciones, incluso actualiza cada que un corte de cabello se pone de moda para ayudar a las víctimas a identificar a sus agresores. Lo hace gustoso y siempre busca innovar.
René ha buscado perfeccionar su técnica para identificar a base de relatos a las personas, ha tomado cursos de Retrato Hablado, Identificación Humana, Retoque Digital por Computadora para Rostros, entre otros.
En su oficina tiene catálogos de todo tipo de rasgos faciales pero también hace trabajos en campo. Su orgullo es ver los retratos que realiza y la foto de la persona detenida, encontrar con satisfacción que su técnica de dibujo le permitió alcanzar hasta el 90% de similitud, que su dibujo reunió familias o ayudó a la captura de un delincuente.
Los trazos de los tres artistas forenses que hay en la FGJEM son piezas claves en investigaciones de todo tipo de hechos. Son detectives detrás de un restirador o de un monitor y su meta es armar el rompecabezas de facciones que se esconden en una mente perturbada por un delito.
Sus días los pasan entre grafito, catálogos y hojas en blanco que llenan con la cara de una persona que asesinó, robó, secuestró, violó o lesionó; los llenan también con los rostros de las que murieron no identificadas o las que desaparecieron años atrás. Le ponen vida a los recuerdos de las víctimas y ayudan a cerrar investigaciones.
(SAB)