Rosalinda apenas tiene 23 años y para ella, la vida ya tuvo un parteaguas. Con la mirada aún incrédula porque respira se reconoce como sobreviviente a un intento de feminicidio.
Originaria de la región mazahua del Estado de México, con su pequeño Aurelio en brazos, tiembla al recordar lo que el padre de su hijo le hizo pasar. El machetazo que recibió en la cabeza hace cuatro meses fue apenas la marca visible de la pesadilla que vivió.
“Yo cuidaba mis borregas que son de mi abuelo y él me robó, me llevó a una casa que no era de él, era una de esas casas que abandonan allá, no me daba de comer, no me daba agua, me tuvo así un mes, ya luego me llevó a casa de su mamá”.
Mientras estuvo en su primera etapa de cautiverio, la joven madre fue abusada sexualmente por lo que quedó embarazada. Ante ello, su familia decidió que tenía que casarse con su violentador, lo que ella rechazó, aunque a su mamá ya no la volvió a ver.
Fue agredida física, emocional, económica y sexualmente
Para La Silla Rota reconoció que los sábados eran los días en que el sujeto que la había arrancado de su familia era más violento, hasta que uno de ellos, sin recordar la fecha exacta, intentó matarla.
“Ese día estaba bien borracho, hasta lo vinieron a dejar, se durmió, se levantó, me empezó a decir de groserías, me sacó de la casa, me jaló del cabello, me tiró en el pasto… yo estaba abajo, él estaba arriba, pero
lo empujé, traté de escapar, iba corriendo a la casa del delegado pero no alcancé a llegar. Abracé un palo, lo abracé con fuerza pero me alcanzó y fue cuando me dio el machetazo”.
La agresión no paró ahí, lamentó, mientras la sangre le escurría, perdió el conocimiento unos segundos y después lo recuperó porque él la estaba pateando en las costillas. Con una herida en la cabeza, la entonces pareja de Rosalinda la arrastró de regreso a casa e intentó golpearla con un polín.
“Me dijo: ‘¿cuánto va que te voy a matar y de tu familia nadie va a saber de ti, te voy a ir a tirar en las barrancas a que te coman los perros'. Me dio miedo, pensé que iba a morir, ya no podía más. Me quedé dormida y como a las 06:00 de la mañana me dio una cobija”.
El rescate
Debido a la profundidad de la herida, pues incluso se le veía el hueso, su atacante la llevó al médico tres días después. En la unidad de salud, una mujer la atendió en dos ocasiones, a la tercera cita, Rosalinda no llegó.
“Me fue a buscar y como él ya se iba a trabajar, le dijo que me iba a llevar por un suero y una limpieza, pero me llevó con la policía y ellos me trajeron al refugio”.
Rosalinda es una de las 450 personas que han llegado con sus hijos e hijas a alguno de los 10 refugios para víctimas de violencia de género que tiene la Secretaría de las Mujeres en el Estado de México.
A decir de Hilda Garibay Aguilar, coordinadora del refugio donde está resguardada Rosalinda, este es uno de los cientos de casos que reciben al año.
“Se les da una atención integral a través de un equipo multigrado que consta del equipo administrativo, también hay un equipo de especialistas, todos profesionistas, de psicólogos, trabajadoras sociales, de abogados, de psicología infantil, para atender a las mujeres, a sus hijos e hijas en situación de violencia”.
La coordinadora reconoció que han llegado a tener hasta a 70 mujeres por lo que ha sido necesario activar el convenio de colaboración que tienen con cadenas hoteleras para poder atender a todas de manera gratuita, proveerles un techo, comida y ropa por tres meses.
Además, lamentó que por las fiestas de fin de año, la solicitud de rescate baja considerablemente en noviembre y diciembre; sin embargo, en enero, repunta de nuevo.
Los refugios del Edomex
Angélica Arroyo González, subdirectora de Espacios y Mecanismos de Refugio de la Secretaría de las Mujeres del Edomex, señaló que, para que una víctima pueda ser ingresada al sistema de protección se necesita activar un protocolo para valorar si es o no candidata.
“Tenemos 10 de estos espacios seguros, confidenciales para resguardar a estas mujeres víctimas de violencia, el protocolo de divide en cuatro fases: el ingreso, la permanencia, el ingreso y el seguimiento”.
Además de que se busca que en tres meses tengan las redes de apoyo necesarias para comenzar una nueva vida aunque, de ser necesario, extienden la atención.
Detalló que en lo que va del año se han atendido a más de 450 mujeres en los refugios, y una de cada 10 estuvo en riesgo de ser víctima de feminicidio, el resto llegan por violencia familiar.
Asimismo, la funcionaria lamentó que muchas mujeres no saben que pueden romper el círculo de violencia en el que viven o bien, piensan que sí denuncian se van a quedar solas.
Del feminicidio fallido a las ganas de vivir
Desde que Rosalinda fue rescatada del círculo de violencia, su vida y la de su pequeño cambiaron radicalmente. Antes de ingresar al refugio hablaba una mezcla de mazahua y español, hoy domina el idioma.
“Antes cuando llegué ahí no podía dormir, en mi sueño yo lo veía que pasaba por ahí”.
La primera carpeta de investigación que se abrió en contra de este sujeto fue por el delito de lesiones por lo que fue liberado a los tres días, no fue sino hasta que intervino el departamento jurídico del Refugio que se logró la reclasificación.
En agosto, su expareja fue detenido por feminicidio en grado de tentativa y se prevé que, si es sentenciado, pase entre 30 y 35 años en la cárcel. Mientras, Rosalinda sigue en el camino de sanación física y emocional, ha aprendido a leer y a escribir además de repostería.
Aunque su hijo fue producto de la pesadilla de violencia machista que vivió durante dos años, hoy es su motor de vida y sólo sonríe cuando habla de él, por ello quiere sanar, para que su pequeño, espera, no viva los estragos de el episodio que no sólo le marcó la cara sino el alma.
MRV