Con su andar pausado, cargando sirios, flores y una silla, doña Amelia llegó al panteón delegacional de Santiago Miltepec, ubicado al norte de Toluca. Si hubiese sido cualquier otra noche hubiese tenido que cargar una lámpara, pero en Día de Muertos no.
Las luces de miles de velas iluminaron su camino y, aunque el trayecto fue pesado debido a que este camposanto está enclavado en un cerro, llegó a visitar a su difunto esposo, Alberto Alemán, como lo ha hecho en la última década pues falleció en 2012.
“Los diez años hemos estado aquí, alumbrando y todo… los dos años de la pandemia no, no alumbramos ni nada y ahorita pues ya otra vez nos dieron permiso y pues ya, vinimos otra vez”.
Aunque tiene tres hijos, no la acompañaron, por lo cual, en silencio solemne, mientras en el ambiente la música y las voces se mezclaban cual, si de una fiesta se tratara, miraba la última morada de quien fue su compañero de vida.
Llegó alrededor de las 08:00 de la noche al panteón, colocó los sirios, las flores y se sentó a rememorar cuando él vivía.
“Ya es la tradición de uno de estar velando a los difuntos. Vine sola, pero aquí lo voy a cuidar, con amor”.
Contra los malos espíritus
Las enseñanzas de los abuelos dictan que las tumbas se velan para evitar que los malos espíritus la habiten mientras las ánimas aún amadas visitan las ofrendas que se colocaron en honor, así lo explicó Rocío quien llegó acompañada de toda su familia.
“Mis abuelos me comentaban que se vela en la noche porque nuestros difuntos salen a degustar de los alimentos que les ponemos en la ofrenda entonces se tiene que alumbrar su tumba y venir a cuidarlas para que cuando lleguen no esté ocupada por otra alma o por algún mal”.
Es por ello por lo que la noche espesa se interrumpe con luces de amor y nostalgia, con caminos anaranjados y cantos, risas y recuerdos.
Entonces las familias y los sirios se funden en cuadro anaranjado una noche al año, cada 1 de noviembre.
En Toluca, en los 36 panteones delegacionales más de 10 mil personas llegaron a alumbrar el camino de sus fieles difuntos como un acto de fe, lo hicieron hasta el alba, hasta que las ceras se agotaron con la esperanza de regresar el próximo año para que las visitas no se extingan ni el olvido llegue.
BV