Abraham Tranquilino Torres está sentado en el patio de un área del Reclusorio Oriente, un sitio áspero que huele al pollo y arroz que preparan desde una cocineta al fondo de una tienda de abarrotes. Es el único condenado por el caso Narvarte, ocurrido el 31 de julio de 2015 cuando fueron asesinadas cuatro mujeres, incluida la activista Nadia Vera, y el fotógrafo veracruzano Rubén Espinosa.
Vestido de pantalón estilo sport color gris y una playera negra ajustada, Abraham habla con una serenidad que parecería poco creíble para alguien que tiene recluido casi cuatro años, la mayoría de ellos en completo aislamiento. "Ni si quiera conozco Veracruz... no sabía quiénes eran", suelta sobre Rubén y Nadia.
El caso le dio la vuelta al mundo porque Nadia y Rubén habían salido del estado ocho meses atrás señalando temer por su vida. Pidieron responsabilizar al entonces gobernador Javier Duarte si algo les pasaba. En el departamento 1909 de Luz Saviñón, de la colonia Narvarte, fueron asesinados junto con Yesenia Quiroz; la empleada doméstica, Alejandra Negrete, y Mile Virginia Martín.
Abraham habla con congruencia, pausado, de pronto hace bromas y ríe como si la vida de un humano ahí dentro fuera casi igual a la que está detrás de los muros de concreto que dan forma a la prisión.
Los amigos, como era de esperarse, lo han olvidado, dice. Las únicas personas que lo han visitado tras las rejas son su madre y sus hermanas, con quienes se crió y vivía hasta que fue detenido casi un mes después del multihomicidio.
Mientras da la entrevista pide una coca cola y se sienta con este reportero en una banca con una mesa frente a un espacio donde hay aparatos para hacer ejercicio.
En el área donde nos encontramos están los internos de máxima peligrosidad, como José Alberto Maldonado López “El Betito”, líder de La Unión y Ricardo Gastélum “El Richi”, hijo de Orso Iván Gastélum “Cholo Iván”, brazo derecho de Joaquín “El Chapo Guzmán”.
Abraham, pese a la trascendencia internacional que tuvo la noticia del multihomicidio, no parece encajar ahí. Los demás reos lo saludan con familiaridad, bromean con él, echan carcajadas, no hay recelo.
Comienza charlando sobre su infancia en Apatlaco, Morelos, la separación de sus padres y el peregrinar de casa en casa hasta establecerse en Xochimilco.
A pesar de sus 27 años de edad luce más joven que en las fotografías que circularon por el caso Narvarte. Sorprende su tono de voz aniñado y un tatuaje de pez Koi que recientemente se hizo en el antebrazo, idéntico al que tiene uno de sus presuntos cómplices: Omar Martínez Zendejas.
-¿Han tenido comunicación tú y Omar durante este tiempo?
-Mmm, no, ninguna-, responde un tanto dubitativo.
Cuenta que a Omar lo conoció meses antes del multihomicidio por la esposa de éste, Ivette, quien le gustaba, pero después se juntó con Omar y la cosa terminó ahí.
Que los dos tengan el mismo tatuaje llama la atención, pero Abraham argumenta que los peces Koi siempre le han agradado y aunque la forma en la que se expresa de Omar podría denotar cierta admiración, él señala que tampoco fueron los mejores amigos, menos con su segundo presunto cómplice: Daniel Pacheco Gutiérrez.
Tanto Daniel como Omar aún esperan sentencias, mientras que Abraham recibió 315 años de prisión en enero de 2017.
Las pesquisas en el caso Narvarte se centraron principalmente en el papel que pudo haber jugado una de las víctimas, la colombiana Mile Virginia Martin, originaria de Bogotá, quien prestaba servicios sexuales y a quien se le encontró en su cuarto metanfetaminas.
También se enfocó en la activista veracruzana Nadia Vera y el fotógrafo de ese mismo estado, Rubén Espinosa, por el acoso del que habían huido en su lugar de origen. Rubén había señalado que el mandatario se había molestado por las fotografías que le hizo para Proceso, especialmente por una donde sale con gorra de policía y gesto desafiante.
Después de los hechos, Duarte fue interrogado por la Procuraduría capitalina tras el multicrimen, pero no le encontraron indicios suficientes para si quiera volverlo a cuestionar.
Sin embargo, la familia de Nadia y Rubén insisten en que Duarte está detrás de los asesinatos.
-¿Conoces a Javier Duarte, conociste a Nadia Vera o Rubén Espinosa?
-No, jamás. Ni si quiera conozco Veracruz. Supe por las noticias que esta chava (Nadia) era de allá y también el periodista, pero no sabía quiénes eran.
Abraham resultó clave en las investigaciones, no solo porque su identidad estuvo al descubierto por haber sido policía preventivo, encarcelado ya antes del caso Narvarte, sino porque conocía a una de las afectadas, Mile Virginia Martín.
Pero su relación siempre estuvo cubierta por un halo de misterio. Las autoridades nunca detallaron en qué consistía este vínculo y si investigándolo a fondo podrían esclarecer lo que, hasta la fecha, no han hecho: el motivo de los asesinatos.
Se sabía que Abraham y “Nicole”, como se hacía llamar Mile, eran lo suficientemente cercanos como para que, la tarde del 31 de julio de 2015, ella le abriera la puerta y sin saberlo quedara expuesta junto con las otras cuatro víctimas a los deseos de los homicidas. pero se ignoraba qué tanto.
-Nos conocimos en el bar Live de la Condesa, como un año antes (del multihomicidio). Yo estaba solo y me puse a fumar mota y, obviamente, me sacaron los de seguridad; yo seguí fumando afuera y de pronto alguien me dice: ‘olía bien rico, parcero”, era Nicole y nos pusimos a fumar, ahí yo le pedí su teléfono.
Tras algunas fiestas a las que ella lo invitó, el lazo se hizo más fuerte. “Abranchis” le apodaba ella y después juntos iban al supermercado, a comer, a ver la televisión en uno de los departamentos que habitaba en la colonia Nápoles.
Abraham admite que al principio solo le gustaba Mile, pero después se volvieron tan cercanos que, en una ocasión, a ella le hicieron una cirugía estética y a la única persona que le marcó por teléfono fue a él para que la ayudara, pues moría de dolor.
Mile estaba postrada en su cama, con las heridas de la cirugía y sin comer durante casi 24 horas. Abraham llegó a su apartamento con comida y le cambió las vendas, parecían ya amigos.
Pero Mile tenía una relación peligrosa: “Lewis”, un compatriota suyo que se dedicaba a clonar tarjetas bancarias, que le compraba a ella bolsas Louis Vuitton y la llevaba de viaje a Cancún.
-Nicole me contaba que Lewis estaba con ella unos días y luego desaparecía, tenía mucho dinero, iban de compras y se gastaban hasta 200 mil pesos, todo, según me dijo ella, porque Lewis usaba tarjetas robadas. La verdad yo estaba muy tonto o no sé, pero me juntaba muchos con ellos, en mi cumpleaños (3 de enero de 2015) me llevaron a Acapulco, todo pagado, hasta unos tenis me compraron.
No obstante, según Abraham, Mile tenía dos caras, por un lado lo trataba como a un mejor amigo y por otro lo humillaba. Una vez le dijo que ella jamás se fijaría en alguien como él. “Un tombito” (policía) como le llegaba a decir.
-Fuimos a una fiesta en el Estado de México, y nos regresamos juntos a su depa de Adolfo Prieto (colonia Del Valle) y yo iba con mi celular y de pronto me lo arrebata y ve que me estoy mensajeando con una de sus amigas y me grita: ‘ellas son mis parceras, no tienes por qué tener contacto con ellas, si quieres algo con ellas es conmigo’.
-¿Llegaste a estimarla?
Abraham baja la mirada, busca en su cabeza las palabras adecuadas y contesta: “no estimé a Nicole, me sentí traicionado, que no llenaba sus expectativas”.
La Procuraduría no abundó en las conexiones que había entre los detenidos por el caso y las víctimas para conocer el móvil de los crímenes. Insistió en que investigaban un robo por el hecho de que los asesinos sustrajeron una maleta propiedad de Mile y tomaron su Mustang rojo.
Abraham revela algo que ni las autoridades supieron: además de con Mile y su compañera de cuarto también asesinada, Yesenia Quiroz Alfaro, él tenía contacto con otra habitante del apartamento y que sobrevivió porque no estaba allí cuando tuvo lugar la masacre: Esbeidy.
-Tan nos conocíamos que días después de lo que pasó (el multicrimen) le hablé por teléfono y le pregunté que cómo estaba, que me había enterado, ella me dijo que estaba muy afectada y que no podía hablar al respecto. Yo le pregunté que si sabía quiénes habían sido y ella me contestó que no podía hablar. Al final nada más me dijo que gracias por haberle marcado.
La Procuraduría no indagó el teléfono de Esbedy y al revisar el de Abraham se enfocó en si había alguna llamada a Veracruz, pero no encontró nada.
Lo que sí descubrió fueron llamadas entre los sospechosos, antes y posteriores a los hechos. Daniel Pacheco Gutiérrez, uno de ellos y que ya había estado en la cárcel por violación, les llamó a Abraham y Omar y supuestamente les reclamó haber matado a las cinco víctimas.
Omar contestó: “cállate o te va cargar la verga a ti también por puto”. Pese a todo, Abraham alega que él no asesinó a nadie pero contradictoriamente acepta que ese 31 de julio Mile le pidió que fuera al apartamento a ayudarle con una página de Internet.
-De hecho la que quería una página de Internet era Esbeidy, pero Mile fue la que me pidió que le ayudara a Esbeidy.
Con base en el expediente 149/2015, al que La SILLA ROTA tuvo acceso, fueron 56 minutos los que los asesinos estuvieron en el departamento de las víctimas.
Rubén estaba ahí por primera vez, pues la noche anterior él, su amigo Antonio y Nadia Vera habían estado en un bar del Centro y posteriormente decidieron seguir charlando en el cuarto de Nadia.
Durante la madrugada del 31 de julio de 2015, Antonio y Rubén salieron del lugar para irse a sus casas, pero Rubén decidió regresar con Nadia y a las 14:12 horas de ese mismo día, los tres homicidas ingresaron al apartamento de la calle Luz Saviñón.
Para la Procuraduría, la presencia de Rubén era casual, más para sus familiares era obvio que su actividad periodística en Veracruz lo había convertido en “blanco” de Javier Duarte.
-¿Quién mató a las cinco personas?
Abraham es todo silencio. sonríe, desvía la mirada y al fin responde: “nadie me dice por qué estoy aquí, me siento engañado, manipulado, no me dejaron defenderme legalmente, todos mis abogados me fallaron”.
Este reportero le comenta que observó videos del caso que nunca se hicieron públicos, grabaciones de domicilios particulares donde se aprecia claramente la llegada al departamento y salida de tres personas, entre ellos él, a pesar de que llevaban gorras.
-No he visto esos videos, me gustaría que me los enseñaran.
La experiencia como policía parece perseguir a Abraham, quien da la impresión de ser todo menos un expolicía duro que en su momento fue acusado de tortura.
Cuenta que trabajó en cientos de giros, desde garrotero hasta empleado de tiendas departamentales, que él siempre quiso pertenecer a la Marina, pero que no pasó los exámenes sicológicos. Tampoco lo hizo al intentar enlistarse en el Ejército, pero los filtros no fueron lo suficientemente rígidos en la entonces Secretaría de Seguridad Pública capitalina, a la que sí pudo entrar.
Allí, por un lado, cumplía órdenes en el sector Morelos, uno de los más conflictivos pues incluye al barrio de Tepito, y por otro tocaba el tambor en la banda de guerra.
Cuando fue encarcelado por el señalamiento de torturar a un detenido en 2011, el mundo de Abraham, relata, quedó en una perspectiva muy diferente a la que imaginaba.
¿Eso lo llenó de rencor? Sí, y un terror muy particular que se vio expuesto cuando fue arrestado por el caso Narvarte.
-Me golpearon en una patrulla, me obligaron a desbloquear mi teléfono y me torturaron. Ya cuando llegué al MP me encerraron en un cuarto donde me dijeron que si no firmaba una confesión iban a detener a mi mamá y a mis hermanas. Firmé por miedo, estaba aterrorizado porque sé lo que son capaces de hacer los policías, lo sé muy bien.
-Declaraste que el móvil de multihomicidio era robarle cocaína a Mile y que tú, Daniel y Omar pertenecían a Los Zetas. ¿De dónde se te ocurrió decir eso? ¿Es cierto?
-No. Se me ocurrió decir eso en ese momento, yo lo que quería es que no le hicieran nada a mi mamá y a mis hermanas.
-¿Qué había en la maleta que sacó Daniel del apartamento, es donde estaba la cocaína?
Abraham demora en responder. Cuando lo hace parece resignado: “sí vi lo que salió en la televisión, que en uno video se ve a alguien sacando una maleta del depa, nadie sabe dónde quedó".
-¿Se la quedó Omar?
Abraham responde que se arrepiente de haber conocido a Omar. No solo a él, sino a Daniel, a quien se lo presentó un amigo, Javier, en un puesto de venta de teléfonos celulares en Pericoapa, que atendía Abraham.
-Mejor hubiera sido no conocerlos, ni a esta hija de Dios, Nicole.
La maleta no ha sido ubicada hasta hoy y las autoridades no informaron si hicieron esfuerzos suficientes para encontrarla y verificar la versión de que contenía cocaína, como lo declaró Abraham en su momento, todo bajo el argumento de que un juez les prohibió hacer cualquier pronunciamiento sobre el caso Narvarte.
La línea que apuntaba a Javier Duarte solamente fue sostenida por los familiares de Rubén y Nadia, pero no hay rastro en el expediente de que los interrogatorios a funcionarios veracruzanos, las diligencias que se hicieron allá y la información extraída de los detenidos la reforzaran.
Abraham, el único sentenciado hasta ahora, revela que la cercanía entre los sospechosos y tres de las víctimas era mucho más cercana de lo que se creía, pues Daniel también había convivio con Mile, incluso pasaban tiempo a solas en su cuarto y Yesenia mantenía contacto por mensajería con los dos; el único que era distante es Omar.
-A Omar yo lo conocía como Cesarín, su esposa es Ivette, que era mi amiga antes de conocer a Cesarín. Fíjate cómo son las cosas, el papá de Ivette trabaja o trabajaba en la Procuraduría, era oficial secretario de Coyoacán y una vez me platicó que andaba muy estresado por un caso que tenía. Resulta que, no recuerdo en cuál mes (de 2014), pero mataron a un chavo en unos departamentos de Tasqueña, y el papá de Ivette traía la investigación. Allí me dijo que encontraron papeles de un colombiano que era el padre de la hija de la chava que vivía en el depa. Por Nicole después me entero que el papá de esa niña era Lewis, pero nunca supe si él fue el que mató al muchacho.
-¿Entonces Omar tenía contactos en la Procuraduría?
-Yo creo que sí. Me llevaba yo también con el papá, dos veces fui a depositarle 7 mil pesos al banco.
De Omar Martínez Zendejas, la investigación arrojó que rentaba un departamento de 11 mil pesos al mes en Tasqueña, tenía una colección de tenis Nike, algunos de tallas más grandes que la suya, pues es bajo de estatura, tenía un pitbull y ropa de marca, pero no tenía trabajo fijo.
Él alegó que era diseñador gráfico, pero algunas de las decenas de pares que tenía en su casa estaban nuevos. Abraham expone que lo único que sabía de Omar es que su papá era una persona conflictiva, adicto a las drogas.
Ivette, por su parte, es abogada y aún defiende a su pareja, Omar, a base de amparos que han frenado su sentencia. Justamente su tatuaje de pez Koi en el antebrazo quedó grabado por las cámaras de varios domicilios y los videos han resultado prueba suficiente para mantenerlo en prisión.
Omar es el único de los detenidos que no aceptó, en su declaración ministerial, haber estado en el departamento de la Narvarte el 31 de julio de 2015, pero todo apunta a que fue él quien disparó contra las cinco víctimas.
-La gente quiere saber el motivo real, el por qué tanta sangre, yo creo que en realidad queda en la policía y en los políticos, porque ellos saben la verdad, porque cómo puede ser que tengan tantas pruebas y no las saquen a la luz. Yo nunca lo he asimilado, me he mantenido tranquilo por mi propio carácter y mi familia. Esperen un poquito más de tiempo y la verdad puede salir a la luz.
Así vaticina Abraham tras varias entrevistas en el Reclusorio Oriente, sin que en ningún momento se exaltara si quiera. La frase que lo acompañó toda su vida, según dijo, parece hoy haberlo abandonado: “omnia potest fieri”, “todo se puede lograr”.
*Este texto se escribió después de varias entrevistas del reportero a Abraham, algunas presenciales y otras telefónicas*