Pachuca.— Entre bolsas de basura, escombros, tierra y uno que otro “tesoro” han transcurrido los últimos siete años en la vida de Fanny Pascual Pérez, una de las y los 200 pepenadores que trabajan diariamente en el relleno sanitario de El Huixmí, ubicado en la periferia de Pachuca.
Acostumbrada a los olores que emana la montaña de residuos que se acumulan en el lugar, Fanny se prepara tres días a la semana para reciclar cartón, PET, latas de aluminio, cobre y todo lo que pueda vender para sacar la raya del día, la cual a veces es generosa y en otras ocasiones sólo justa.
En un buen día, relata, llega a sacar 600 pesos por una jornada de 6 de la mañana a la 1 de la tarde, aunque eso no es siempre, pues lo normal es que junte unos 400 pesos. Fanny pepena tres días a la semana, por lo que normalmente gana unos mil 200 pesos, que es poco, considerando que tiene una familia de cinco integrantes y dos de ellos dependen todavía de ella.
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“Por los hijos” es por lo que Fanny decidió entrar a pepenar en el relleno sanitario del Huixmí. Anteriormente, se dedicaba al hogar y era su esposo el que se iba a recolectar para conseguir el sustento diario, pero cuando sus hijos crecieron, ella también comenzó a acompañarlo.
“Mi esposo, él ya lleva casi los 20 años que tiene el tiradero, es el que ha estado desde las primeras celdas que se han hecho, entonces, él ha estado aquí más, sin embargo, pues por los hijos. Yo no había podido entrar a trabajar, pero ahorita sí, ya, ya puedo trabajar y por los hijos estamos aquí”.
Aunque tiene tres hijos, Fanny cuenta que uno de ellos ya se independizó, pero los otros dos, una joven que cursa sus estudios universitarios y un niño que va en sexto de primaria, sí, y de los mil 200 pesos que suele sacar a la semana, poco es para lo que alcanza.
“Yo tengo una señorita universitaria y sus gastos son muy elevados, entonces es donde dices ‘ay, carajos’. A veces dice uno ‘chin, pues no me conviene estar ahí’, pero cuando está bueno, "entonces es cuando uno puede elevarse”, menciona.
Así es una jornada de trabajo
La actividad para Fanny Pascual comienza desde las 6 de la mañana, a veces a las 8, cuando llega al relleno sanitario junto con otros compañeros, para buscar entre las bolsas de basura el material que pueda ser reciclado. Y es meterse a “escarbarle”, pues al tiradero llegan diariamente 400 toneladas de residuos sólidos provenientes sólo de Pachuca y Mineral de la Reforma.
“Aquí venimos a separar la basura, o sea, así como llega la basura, hay que romper bolsas para sacarle lo que traiga, ya sea el plástico, las latas en general, lo que traiga y eso es lo que nos llevamos nosotros”, relata a La Silla Rota Hidalgo.
Lo que saque al día depende del precio en el que las recicladoras les paguen, pues todas manejan diferentes montos, por lo que hay que juntar varios kilos para llevarse un pago aceptable por la jornada.
Pero hurgar en la basura para buscar el material reciclable no es fácil. Primero, hay que tener un estomago fuerte para soportar el olor, que con el paso de las horas pasa ya desapercibido, pero también hay que contar con algunas herramientas y accesorios esenciales para cuidarse de algún accidente.
Y es que el pepenar o reciclar basura no es un trabajo que suela estar regulado y los que se dedican a ello no cuentan con prestaciones ni seguro social. Al menos ese es el caso de Fanny, quien todos los días que le toca laborar tiene que utilizar unas botas especiales, pues no se le permite el acceso con tenis, “no aguantan, se rompen”.
También tiene que utilizar guantes de carnaza y portar un chaleco fluorescente, este último por seguridad, dado que los camiones recolectores y las máquinas entran y salen todo el tiempo, y entre la montaña de basura, es fácil camuflarse, por ello, es importante que sean visibles para los conductores, “es un riesgo que no te vean”.
-¿Qué es lo más que ha encontrado en la basura?
“Bueno, se han encontrado, yo hasta el momento no, pero se han encontrado muchas cosas, porque la gente tira de todo, ropa, zapatos, joyas, dinero, teléfonos, laptops… todo, todo encontramos aquí”.
¿Trabajo discriminado?
Terminar una jornada laboral en el relleno sanitario del Huixmí lógicamente deja a la persona recolectora con la ropa y el cabello sucio por remover entre los residuos, con el olor impregnado en los guantes, con el sudor en el rostro.
Y así es como hay que retornar a casa para darse un baño y realizar otras actividades cotidianas del hogar. Pero Fanny, con una sonrisa en el rostro, admite que sí, que en ocasiones la gente ha puesto cara de desagrado cuando se topa con ella en la calle cuando va de regreso o cuando pasa a alguna tienda cercana a comprar algo para preparar la comida.
“Sí, porque, bueno, tan sólo si viste a mis demás compañeros ahorita cómo estaban los que están trabajando ahorita, que están sucios, cuando ya te vas y quieres pasar a la tienda a traer para tu comida, entras y hasta se tapan la nariz o te ven así, o sea es feo, ¿no? Yo vengo de un trabajo, no vine de robar, si viniera yo o de, ahora sí que tampoco digo nada de la prostitución, pero si viniera yo de un trabajo así, pues vendría toda pintada y bonita, pero no, pues no es el caso”.
Para esta madre de familia, las oportunidades de trabajo fueron pocas en su vida. Su subsistencia y la de su familia prácticamente han llegado del relleno sanitario y ahora, que lleva ya 7 años en este oficio, se vislumbra más tiempo revolviendo para encontrar lo que busca en la montaña de basura.
“Yo no tengo estudios. Ir a conseguir un trabajo por fuera se me haría muy muy complicado, ¿no? Entonces, ¿hasta cuándo? Hasta que las fuerzas me den, también si esto sigue aquí”, comenta, y es que la posibilidad de que el relleno sanitario del Huixmí deje de funcionar es latente.
Fanny no sabe qué hará si el tiradero es clausurado, seguramente ir a buscar el sustento hasta donde abran uno nuevo, pero por el momento su petición es la misma que la de muchos pepenadores de la zona: que las autoridades mantengan el relleno en El Huixmí, pues ya está impactado socialmente, además que brinda trabajo a más de 200 recolectores, pero entiende que esa decisión no está en sus manos.
sjl