PACHUCA.– Erick García Luciano siempre fue trabajador: vendió muebles, ropa, fue policía y desde hace siete años organizaba viajes en autobuses que partían de Huejutla hacia Monterrey, pero en su más reciente trayecto murió calcinado junto con 19 personas en el accidente carretero registrado la madrugada del 10 de septiembre en Tamaulipas.
“Él coordinaba el viaje, juntaba un grupo de personas y lo llevaba, pero no se quedaba en Monterrey. Murió trabajando, por eso él iba a bordo del autobús, por cualquier cosa que la gente necesitara”, contó Rosalino Flores Cayetano, a quien le apodan el Chalino, cuñado de la víctima.
Erick nació en la Huasteca hidalguense y vivía en la comunidad de Chililico junto con su esposa y sus tres hijos: una adolescente de 13 años, un niño de 8 y el más pequeño de 2.
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Le gustaba la música de banda, jugar fútbol con sus vecinos y anhelaba comprar su propio autobús para trasladar a los pasajeros que salían de Huejutla con destino a Monterrey, Nuevo León, para trabajar, visitar a familiares o simplemente a turistear.
Murió trabajando
El autobús partió de Huejutla a las 7 de la tarde del viernes 9 de septiembre. Erick debía regresar a casa el domingo 11 del mismo mes a las 8 de la mañana. A las 4:50 de la madrugada del sábado 10, el camión que había contratado fue impactado por el remolque de una pipa que se desprendió e invadió el carril contrario a la altura del kilómetro 66 de la carretera Victoria-Monterrey.
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En realidad, no era necesario que Erick viajara en aquel camión, su trabajo solo consistía en conseguir a los pasajeros que abordarían el vehículo, pero el joven siempre se caracterizó por ser servicial y amable.
Así es que, en forma de agradecimiento para sus clientes, también abordaba los autobuses para intentar hacer ameno y menos pesado el trayecto de 12 horas, cuidaba desde el equipaje hasta los horarios para descender en zonas comerciales o sanitarios, algo que a veces no hacen los conductores, dijo Chalino.
“En ocasiones los operadores no dan un buen servicio, pero para eso él iba, por si alguien quería pasar al baño, para las maletas o conservar la comida porque la gente acostumbra a llevar, para eso iba, para atender a sus clientes”.
La ruta Huejutla-Monterrey en la que perdió la vida Erick, la usaban pobladores de la Huasteca de Hidalgo y Veracruz para visitar a su familia un fin de semana, otros salían en búsqueda de trabajo y la minoría para conocer lugares turísticos.
“Había personas que también iban a buscar un mejor trabajo y sueldo, como Monterrey es una ciudad muy grande ya hay varios de nuestros paisanos laborando allá, entonces la gente a eso iba”, comentó el familiar de Erick, quien también es organizador de dichos viajes.
El recorrido que la madrugada del 10 de septiembre no concluyó, salió de Huejutla con un grupo de personas y en Tantoyuca, Veracruz, localizado a unos 50 minutos, abordaron más pasajeros. Por ello en el listado de las 20 personas que perdieron la vida, había 8 hidalguenses y 12 veracruzanos.
Aquella ruta que abordaron se realizaba hasta una vez por semana. Cuando los dos grupos ya estaban en el camión, la ruta continuaba por los municipios de Tempoal y Panuco, situados en Veracruz.
También por Tampico, Altamira, Victoria y Linares del estado de Tamaulipas, para después concluir la ruta en Montemorelos, Allende y finalmente en Monterrey, Nuevo León.
“Lo que hacíamos es agrupar a la gente y contratar al autobús, eso es a lo que nos dedicábamos, ya teníamos nuestros clientes, pero no somos dueños, ni siquiera somos dueños ni de nuestra propia vida”.
Un viaje sin regreso
A las 7 de la noche del 9 de septiembre Chalino de 34 años de edad despidió a Erick de 33, antes de que el autobús partiera de Huejutla. Los dos eran cuñados, pero se trataban como hermanos y se apodaban “Richi” uno al otro.
“Lo vi cuando él salió con el autobús y saber que ya no lo vamos a volver a ver es difícil. Siempre platicábamos, nos dábamos consejos. Éramos como hermanos, incluso él mismo lo decía, que casi casi éramos hermanos”.
Antes de comenzar con el proyecto de los viajes, en el año 2013, salieron juntos de su natal Huejutla con dirección a Xalapa, Veracruz en búsqueda de trabajo como policías.
“No fuimos de Huejutla porque, aunque si hay trabajo, es para ir pasándola, comiendo y lo que uno quiere es siempre progresar, tener algo más, es por eso que nosotros decidimos probar suerte en otro estado”.
Estar a 500 kilómetros y siete horas de distancia de su lugar de origen, no fue sencillo, Chalino recuerda que antes de ser aceptados como policías estatales habitaban en un cuarto, sin muebles y con poco dinero para comer.
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En una ocasión tuvieron que agarrar los centavos que le habían puesto como ofrenda a un santo, con el dinero solo les alcanzó para tortillas y unos gramos de queso.
“No teníamos para comer. Estando en Xalapa yo juntaba moneditas de 50 centavos y se las ponía en un vasito a mi santo, pero llegó un día que no teníamos nada trabajo y cambiamos ese dinero por medio kilo de tortillas y queso. Ahí estábamos nosotros, sentados en el piso, comiendo los dos, viéndonos el uno al otro porque no teníamos trabajo”.
Después de un tiempo, Erick y Chalino entraron al Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial para el Estado de Veracruz (IPAX), laboraron como policías estatales durante tres años, pero el trabajo se acabó junto con la administración del exgobernador Javier Duarte, actualmente preso en el Reclusorio Norte.
El retorno Huejutla
Cuando ya no hubo trabajo en Veracruz, los jóvenes regresaron a Huejutla igual que como se fueron: desempleados. La alternativa fue comenzar a juntar a grupos de personas que viajan desde la Huasteca con destino a Monterrey.
“Vimos que la empresa Estrella Blanca tenía un precio muy elevado, que realmente estaba afectado los bolsillos de nuestra gente, la gente indígena. Así que decidimos contratar autobuses para hacer esos viajes, a eso empezamos a dedicarnos”.
Erick inició como ayudante de Chalino, pero la demanda de viajes pronto creció y empezó a organizar sus propios viajes.
“Nosotros intentábamos salir adelante, apoyando a nuestra gente y a nosotros también nos dejaba algo para nuestras familias”.
En cuestión de trabajo, Erick siempre fue amable y comprometido con su empleo, sin importar o hacer distinción en las actividades que hacía.
Antes de ser policía y organizar los trayectos, se dedicó a vender de casa en casa los muebles que lijaba y pintaba en su comunidad de Chililico, donde la principal actividad económica es la mueblería y elaboración de artesanías de barro.
Comprar un autobús, el sueño de Erick
Antes del accidente, Erick anhelaba continuar organizando viajes para comprar un camión y dejar de arrendar los autobuses, ese sueño era el mismo que compartía Chalino, pero que juntos ya no podrán cumplir. El proyecto familiar incluía una mejor vida para sus tres hijos de 13,8 y 2 años de edad que ahora quedaron huérfanos de padre.
“Nos duele porque la tragedia fue muy fea. Es triste, la verdad, porque no tenemos palabras para consolar el llanto de sus tres hijos, de los niños, no sabemos qué decirles, qué explicarles”.
Chalino, a nombre de todos los familiares de Erick García Luciano, agradeció la solidaridad de su comunidad.
“No nos queda de otra más que ser fuertes, seguir adelante y agradecer el apoyo moral de la gente, de la zona Huasteca que siempre ha sido muy solidaria”.
sjl