MIXQUIAHUALA.- Yasmín Ángeles fue vista por última vez en la parada de transporte de Mixquiahuala, cuando abordó un microbús con destinó a la refinería Miguel Hidalgo. A 30 minutos de ahí, en el centro de Tlaxcoapan, desapareció Dulce María Hernández luego de descender de un taxi, y a Marina Zavala se le perdió el rastro afuera de la pastelería El Arlequín, en la cabecera municipal de Tlahuelilpan.
Las tres jóvenes que desaparecieron entre 2017 y 2020 tienen en común la tez morena clara y el cabello ondulado, además de habitar el Valle del Mezquital: región con alta incidencia de homicidios dolosos, la operación de grupos criminales vinculados al robo de hidrocarburo a ductos de Pemex, secuestro, extorsiones y narcomenudeo, además de contaminación producto de actividades industriales.
En este contexto, las familias de las tres jóvenes han emprendido su propia búsqueda, en la que se han encontrado con extorsionadores, hostigamiento, fraudes, así como con el respaldo de la sociedad de la región, que en las dos últimas semanas han efectuado al menos siete movilizaciones para exigir que la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo (PGJH) esclarezca los casos de desapariciones y homicidios de mujeres.
“YA SE HUBIERA COMUNICADO”
Verónica Encarnación, mamá de Yasmín Ángeles, señala que el martes 11 de agosto, su hija fue captada por una cámara de vigilancia en la parada de camiones de Mixquiahuala, al abordar un microbús con destino a la Refinería Miguel Hidalgo.
Antes de abordar el transporte, la joven de 19 años iba hablando por teléfono, para Verónica, conocer las llamadas que salieron y entraron al número de su hija ayudaría a saber con quién habló, pero hasta el momento, el Ministerio Público de Mixquiahuala no le ha dado información.
Prácticamente no me han dicho nada. Yo fui a preguntar al MP y me dicen ‘se está trabajando en eso, pero, mire, tenemos estas prioridades’, que es un muchacho que se llevaron a Pachuca, una violación, y lo de mi hija, esas son las tres prioridades, pero yo hasta ahorita no he recibido nada”.
Conocer el lugar en el que la joven descendió del micro o si llegó hasta la refinería, agrega, serviría a la familia para volantear.
Además, refiere que las primas de Yasmín pegaban fichas de búsqueda cuando una vendedora de nopales les dijo que vio a joven cerca de Tlaxcoapan, pero cuando la señora Verónica quiso contactar a la mujer, no la encontró.
En Tlaxcoapan abrieron un bar nuevo… cuando anduvimos pegando papeles, un señor nos dijo que, por ahí por esos lugares, el sábado o el domingo -15 o 16 de agosto- recogieron a tres jóvenes que estaban tiradas así en la banqueta. Llegó un hombre, las levantó y se las llevó a todas. Yo le dije al judicial del MP, ‘a lo mejor son comentarios y Dios quiera que mi hija no esté ahí’, pero son comentarios que cabría la posibilidad de que posiblemente ahí la tuvieran, pero no estoy segura”.
El día que Yasmín desapareció vestía un pantalón de camuflaje gris y una playera azul. Salió de la casa de su abuelo paterno por la mañana, alrededor de las 11 llegó a Palmillas, donde vio a su abuela, de ahí se dirigiría a la casa de su hermana, en la comunidad de Cocinas, pero no llegó.
Alrededor de las 4 de la tarde la familia notó que la joven no se presentó con su hermana mayor, a partir de ahí empezó la búsqueda en redes sociales y con ello las extorsiones telefónicas, por whatsapp y Facebook.
Un hombre llamó al teléfono de mi hijo. Le dijo ‘yo nadamás quiero gastos, pero él le dijo no tengo dinero y colgó’. En otra llamada dijo que ya la tenían –a Yasmín- y que la iban a entregar en Pachuca, en la terminal, que si querían en un lugar público”.
Saber quién se comunicó con ella antes de abordar el transporte y si la iba dirigiendo, señala Verónica, pues no tenía novio o amigos.
Por mucho que nos hubiéramos peleado, que le hubiéramos pegado, hubiera un problema así grande, grande, para que ella dijera definitivamente yo no hablo con mi mamá, pero ya es mucho, ya son muchos días… Yo me duermo y me levanto con la misma esperanza de saber de ella, pero no, llega un día y otro día y no aparece. Yo ya no sé qué hacer más para buscarla”.
UN FRAUDE, UN MENSAJE Y POCAS RESPUESTAS
Al pasar los meses y al no obtener información de parte del Ministerio Público, Martha León contrató a un investigador privado para encontrar a su hija de 23 años, Dulce María Hernández León, quien desapareció la noche del 6 de septiembre de 2017 en Tlaxcoapan.
La madre de familia, quien ahora se encarga del hijo de Dulce María, entregó distintas cantidades de dinero que le pedía el sujeto, calcula que en promedio desembolsó 50 mil pesos, pero al no obtener información empezó a presionarlo hasta que un día el hombre dejó de contestar las llamadas y desapareció con la copia del expediente del caso.
La desesperación, confesó la señora Martha, la llevó a consultar a una mujer que se dedica a la lectura de tarot, quien le aseguró que la joven está viva.
El rastro de Dulce María se perdió entre la calle Francisco I. Madero y 5 de Mayo, en la cabecera municipal de Tlaxcoapan, donde descendió del taxi que abordó en Tula con una compañera de trabajo, alrededor de las 10 de la noche.
El chofer, refirió Martha, dejó primero a la compañera de Dulce María y después se trasladó al centro de Tlaxcoapan, donde la joven se encontraría con su novio.
El día que Dulce María desapareció vestía un pantalón de mezclilla azul claro, una playera tipo polo con el logo de CONTIGO, empresa en la que trabajaba, una chamarra negra y una bolsa grande café con expedientes.
MARIANA, EL DETONANTE DE MOVILIZACIONES
El pasado 9 de agosto familiares y amigos de Mariana Zavala recorrieron las calles principales de Tlahuelilpan por la desaparición de la joven de 18 años. A esa movilización le sucedieron al menos seis en las siguientes dos semanas. La demanda también se amplió, para encontrar a Dulce María, Yasmín y Fabiola Cornejo, desaparecida el 20 de enero de 2019.
Con la voz entrecortada, la mamá de Mariana, Magdalena Escamilla Padilla, agradeció el apoyo para difundir el caso de su hija.
Nunca pensé estar en esta situación, a mi hija la necesito. ¿Qué le pudo haber pasado? Quiero darle las gracias de todo corazón. Quiero agradecer su tiempo, por las palabras de aliento que me han dado. Es difícil, de algún modo la seguiré buscando”.
La estudiante de prepa fue vista por última vez el 2 de agosto en la cabecera municipal de Tlahuelilpan. Vestía una blusa rosa, una sudadera gris, pants negro con franjas blancas, tennis amarillos y una bolsa floreada.
Tras la marcha de Tlahuelilpan y con el caso de Mariana en medios de comunicación estales y nacionales, el 15 de agosto más de 2 mil personas de ocho municipios recorrieron 21.4 kilómetros para reclamar justicia.
El contingente partió de Atitalaquia, donde dos días antes fue hallado el cuerpo de Alondra Castillo, llegó a Tlaxcoapan, lugar en el que desapareció Dulce María y concluyó en Tlahuelipan, último sitio en el que fue vista Mariana Zavala.
Para el lunes 17, colectivos de feministas realizaron pintas en zonas públicas de Tula, luego de que la PGJH confirmara que el cuerpo hallado en la presa Endhó, el 30 de julio, correspondía a Dannia Larios, de 17 años.
El pasado fin de semana, cientos de personas marcharon en Atotonilco de Tula, y de Mixquiahuala a Progreso de Obregón, además, este lunes se prevén más movilizaciones.
sjl