El próximo 1 de junio, México vivirá un proceso inédito: la elección por voto popular de 881 cargos judiciales, incluyendo ministros de la Suprema Corte, magistrados y jueces federales. Esta reforma, impulsada por el partido oficialista Morena, busca democratizar el Poder Judicial y erradicar la corrupción y el nepotismo.?
Sin embargo, la implementación de esta reforma ha generado múltiples desafíos y críticas. Uno de los principales problemas es la complejidad del proceso electoral. Con más de 3,400 candidatos registrados, la ciudadanía enfrenta dificultades para conocer las trayectorias y propuestas de cada aspirante. Además, la estructura de las boletas y la falta de información accesible han desincentivado la participación informada.
Otro aspecto preocupante es la inclusión de candidatos con antecedentes cuestionables. Se han identificado aspirantes con presuntos vínculos con el narcotráfico y antecedentes penales. Aunque el Instituto Nacional Electoral ha establecido filtros para detectar a aspirantes que hayan cometido delitos como violencia de género o que sean deudores alimentarios, estos mecanismos no impiden su participación en las elecciones, sino que actúan al momento de validar los resultados.?
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La politización del proceso también ha sido motivo de debate. La presidenta Claudia Sheinbaum ha defendido la reforma como un avance democrático, mientras que figuras de la oposición, como el expresidente Ernesto Zedillo, la han criticado por considerar que amenaza la independencia judicial.
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En este contexto, es fundamental reflexionar sobre las implicaciones de esta reforma. Si bien la elección popular de jueces puede parecer un avance hacia la democratización, también plantea riesgos significativos para la imparcialidad y la profesionalización del Poder Judicial. La falta de información, la inclusión de candidatos con antecedentes cuestionables y la politización del proceso podrían socavar la confianza ciudadana en las instituciones judiciales.?
Es crucial que las autoridades electorales y judiciales implementen mecanismos efectivos para garantizar la transparencia, la legalidad y la idoneidad de los candidatos. Solo así se podrá asegurar que esta reforma cumpla con su objetivo de fortalecer la justicia en México, en lugar de debilitarla.?
La elección del 1 de junio representa una oportunidad histórica para transformar el sistema judicial mexicano. Sin embargo, para que esta transformación sea positiva, es necesario abordar con seriedad y responsabilidad los desafíos que enfrenta el proceso electoral.?
En última instancia, la legitimidad y eficacia de esta reforma dependerán de la capacidad de las instituciones y de la ciudadanía para exigir y garantizar un Poder Judicial verdaderamente independiente, profesional y comprometido con la justicia.
José Luis Lima González, columnista de LSR Hidalgo. X: @pplimaa
