No lo niegues. Cuando juega el América, algo se te mueve en el pecho, aunque no le vayas. Algo te pica, algo te jala. Ya sea para verlo ganar o para rogar que pierda. Pero el América jamás te es indiferente. Y eso, amigo, eso solo lo logran los grandes.
Nos odian, sí. Pero también nos miran con deseo. Porque no hay una sola afición en México que no sueñe con que su equipo tenga el peso, la historia, la presión y la gloria del Club América. A nosotros no nos juegan partidos: nos juegan finales cada fin de semana. Todos los equipos que pisan el mismo césped que las Águilas se transforman. Se les ensancha el pecho, se les llena la mirada de ambición. Porque ganarle al América no es ganar tres puntos: es salvar la temporada.
Ahí está Cruz Azul. Ahí está Pachuca. ¿Qué más les queda este torneo? Nada. Pero ganarle al América ya les dio la excusa para inflar el pecho y presumirle a sus nietos. "Yo estuve ahí, cuando le ganamos al más grande." Y claro, lo celebran como si hubieran ganado la Champions. Lo celebran porque saben que esos triunfos valen más que cualquier clásico sin historia, más que cualquier victoria de rutina. Le ganaron al América. Punto. Ya pueden dormir tranquilos.
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Pero cuidado: porque mientras ellos celebran victorias sueltas, nosotros construimos leyendas. Mientras ellos nos ganan un partido, nosotros escribimos capítulos eternos. Mientras ellos se van a dormir abrazados a una victoria aislada, nosotros soñamos con títulos. Con liguillas. Con finales. Con volar más alto, siempre más alto.
Y no es soberbia. Es realidad. Es historia. Son títulos y más títulos. Son las noches de Cuauhtémoc bailando frente a sus tribunas, es Reynoso levantando copas, es Ochoa sacando el balón del ángulo, es el gol de Moisés Muñoz que todavía retumba en las gargantas de quienes no querían creer. Es el América resucitando, volviendo, dominando. Es ese escudo que pesa como pocos, que impone hasta en silencio.
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Nos acusan de todo. Que el VAR, que la televisión, que los árbitros. Todo lo que no pueden explicar con fútbol, lo quieren justificar con teorías. Porque aceptar la grandeza duele cuando la miras desde abajo. Nadie critica a los que están en la sombra. Los dardos siempre van contra el sol.
Y aquí estamos. Un torneo más, con la mirada en lo alto, cargando con las portadas, con los reflectores, con los abucheos en cada estadio. Pero también, siendo el equipo que todos quieren enfrentar... y todos quieren ser.
El América no se esconde. El América no llora. El América no pide permiso para ganar. El América es el club que te hace vibrar, incluso cuando lo odias. Porque cuando el América entra a la cancha, no entran once jugadores: entra la historia, entra la grandeza, entra el escudo más pesado del fútbol mexicano.
Así que griten, celebren, odien. Porque mientras ustedes nos insultan, nosotros seguimos haciendo historia.
#CuartoDeGuerra | José Luis Lima González, columnista de LSR Hidalgo. X: @pplimaa