Hace varias semanas que no escribo, a veces pasan tantas cosas que una se queda sin palabras, con tantos sentimientos y pensamientos que es difícil articular. Entre el lamentable asesinato de Trini en Zacualtipán, las múltiples violencias que vivimos las niñas, adolescentes y mujeres hidalguenses, hasta los cambios (y otros no tanto) que traen consigo un nuevo partido en el ejecutivo del Estado de Hidalgo.
En el marco del 8 de marzo “Día internacional de las mujeres” me he cuestionado sobre las acciones para conmemorar la fecha en diferentes espacios, dentro de la sociedad civil, las colectivas, las organizaciones, las personas defensoras, las activistas, pero también en el Estado. Este último, tiene por obligación la garantía de los derechos humanos y la prevención y atención de la violencia contra de las niñas, adolescentes y mujeres.
En estas obligaciones y acciones es en donde me quiero detener, porque si no se ha visto, las instituciones del Estado parecen que están empeñadas en institucionalizar esta y otras fechas importantes para las feministas y el movimiento amplio de mujeres, hasta el grado de que muchas ya no se sienten tan identificadas, pues, entre las marchas virtuales, carreras en tacones, invitaciones a hombres a dar conferencias en esta fecha y además, hacer uso de los colores y las imágenes que por años hemos ocupado. Abordaje enfermizo a mi parecer.
Pareciera que quienes dirigen las instituciones y quienes son parte de ellas, no les queda claro que entre las obligaciones del Estado, no se encuentra la de utilizar fechas como esta para lucirse, les toca dotar de los medios económicos para que las instituciones brinden atención de calidad, les toca garantizar el acceso a la justicia y el derecho a la verdad de las víctimas, además de no revictimizarlas, les toca encontrar a las desaparecidas, reparar el daño a las madres, padres e hijas e hijos de las mujeres víctimas de feminicidio, les toca generar políticas públicas en beneficio de las niñas, adolescentes y mujeres, les toca capacitar a sus integrantes y tantas cosas más.
Nosotras no tendríamos que estar marchando y exigiendo si todas las instancias responsables de garantizar nuestra seguridad y nuestros derechos humanos hicieran su trabajo, no necesitamos que se pinten de rosa, morado o verde, ni que se apropien de nuestros discursos y nuestras formas, con que nos garanticen seguridad, libertad y vida digna, nos damos por bien servidas.
Por otro lado, las activistas independientes, personas defensoras, colectivas, organizaciones y sociedad civil en general, seguimos resistiendo. Ejemplo de esto son las acciones encaminadas a conmemorar esta fecha tan importante, entre rodadas de bicicleta, círculos de diálogo, talleres, pláticas, espacios de economía solidaria entre mujeres, hasta las llamadas a la marcha se hacen presentes, aunque todavía tenemos retos entre nosotras, sobre todo los que tienen que ver con las posiciones antiderechos, pero de esto, dialogaremos luego.
Por lo pronto: ¡Nos vemos en la marcha!
Opinión | Diana Avilés Quezada, columnista LSR Hidalgo.Twitter: @DianaAvQ