OPINIÓN

Cierra El Andén

Parece poca cosa hablar de un establecimiento que fomentó la cultura y que vivió entre cuatro y cinco años, pero las empresas culturales siempre son complicadas de mantener | Miguel Ángel Martínez Monter

Opinión | Miguel Ángel Martínez, columnista LSR Hidalgo.Créditos: Twitter: @MtzmonterPsic
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En 2018, un amigo de entonces, me invitó a un taller de poesía a la cafebrería “El Andén”, el taller lo impartía el maestro Diego José, ahí conocí a un grupo de escritores que hasta entonces eran rostros nuevos para mí, hacer una lista sería difícil, ya que iban y venían algunos, pero el grupo base siempre estuvo conformado por Pedro, Danhia y Laura Esperanza (a quienes conocía por un encuentro efímero de poesía), pero también otros como Jaime López (no el músico), Moisés Lozada, Israel (dueño de la librería), Moisés Lozada, Eduardo Islas Coronel, Anaid Galvez, Christian Negrete, Saúl Telpalo y Aristides Luis. (esta lista está incompleta, porque después se han sumado más personas como Samuel o Claudia Sandoval, y más que ahorita no puedo recordar). Escritores que con el tiempo se han ido ganando su lugar a base de trabajo y esfuerzo. Tras algunas sesiones, fui aceptado en el taller, y posteriormente, en el grupo de amigos. Un grupo siempre abierto para quienes quisieran irse sumando, pero siempre con una dinámica de dialogo abierto y de apertura para aprender entre todos.

Desde ese primer acercamiento sentí la calidez humana en cada uno de ellos y el cobijo del espacio como un lugar al cual poder acudir, volviéndose el lugar común cuando quería pasar el tiempo y pasar un buen rato con amigos apasionados por el arte y especialmente para la literatura.

En este primer momento, El Andén se encontraba en la intersección de Belisario Domínguez e Ignacio Allende en Pachuca. Con el tiempo, el lugar se mudó a la calle de José María Lozano, en la colonia Maestranza. Hablar de ese lugar es hablar de un espacio que estuvo abierto para realizar actividades culturales como talleres de escritura de poesía, de narrativa, de ensayo, de escritura autobiográfica, de conciertos, de presentaciones editoriales, visuales y multidisciplinarias, en los últimos años abrió el espacio para discusiones sobre filosofía y el sello de la casa: los spoken words, espacios de lectura para quienes quieren ir a leer o escuchar poesía de autores locales y contemporáneos.

Parece poca cosa hablar de un establecimiento que fomentó la cultura y que vivió entre cuatro y cinco años, pero las empresas culturales siempre son complicadas de mantener por la dificultad que implica mantener un negocio con gastos corrientes y con este giro. Hacerlo bien, es aún más difícil. Hacerlo, superando una pandemia que nos mantuvo a todos encerrados más de un año, le suma una gran cantidad de puntos a la labor. Y el andén, lo logró. Por ello, sin duda, se logró posicionar como un referente y un espacio para respirar y en el cual nos apoyamos muchos escritores, artistas y gestores culturales.

Hace una semana el establecimiento dio a conocer que próximamente cerrará, pero no podría hacerlo sin antes despedirse como deben despedirse estos proyectos: con el sello de la casa. Por ello, el 9 de diciembre de este año será el último spoken word. Invito a toda persona, artista o con intenciones de explorar la escritura literaria, a no perderse este último evento, que seguramente será, como siempre, bello y lleno de magia.

Las acciones que realizaron, la gestión del trabajo y el profesionalismo, si no marcan pauta sobre referentes sobre cómo realizar un trabajo de gestión de un espacio cultural en la ciudad, debería de marcarla, porque han hecho algo muy bello y que sin duda ha enriquecido a muchas personas, entre ellas, si no era obvio, me incluyo.

No puedo terminar esta columna sin agradecer a Pedro y Danhia, no solo por el espacio y el esfuerzo, sino también por las amistades e historias que seguramente, así como yo, otras personas han gestado teniendo esos muros como paradas, ya sea de partida, de llegada, o como parte del camino. El Andén cierra, pero seguramente es solo una parada en el recorrido de muchas historias más que se escribirán.

Agradezco, como dije, a Pedro y a Danhia, por hacer un lugar ameno para las letras y cálido para las personas. Un lugar donde logré conocer a un grupo de amigos que no termina con el cierre del lugar, pero que en conjunto es algo que llevaremos en el corazón.

Cierra El Andén, pero aún podemos ver partir el último tren que pasará por sus vías. Nos veremos el 9 de diciembre para el spoken word.

Opinión | Miguel Ángel Martínez, columnista LSR Hidalgo. Twitter: @MtzmonterPsic