Pachuca.— En la céntrica calle de Guerrero, de la capital hidalguense, resulta familiar encontrarse a tres o cuatro lomitos negros acostados en la acera, con un letrero enfrente que dice: “Vendo galletas para ayudar a los perritos de la calle”.
Detrás de esta iniciativa se encuentra la activista Dicia Apodaca, quien lleva gran parte de su vida ayudando a animales en situación de calle o abandono, brindándoles comida y refugio, y buscando opciones para que sean colocados en un hogar que les brinde respeto y cariño.
Todos los días, Dicia coloca una mesita blanca sobre la banqueta de la calle más comercial de Pachuca, donde coloca varias bolsitas de galletas tipo tartinas y besos de nuez, las cuales vende para recaudar fondos y comprar croquetas y alimento para perros y gatos, además de otros gastos como veterinario y artículos para mascotas.
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Ante el retiro de los comerciantes ambulantes de la calle Guerrero, la activista consiguió un permiso especial del alcalde Jorge Reyes Hernández, para mantener su pequeño puesto en el lugar de siempre, donde ya la identifican, y seguir con su labor, la cual comenzó cuando era niña, y compartió su historia con La Silla Rota Hidalgo.
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Un evento canónico
Dicia Apodaca recuerda el día que aprendió sobre lo que significa la muerte de una mascota querida. Cuando tenía cinco años, su gatito enfermó, lo vio sufrir y morir. Todavía se le quiebra la voz cuando lo recuerda, pero también ese fue el momento que comprendió que los animales también requieren cuidados y amor, y merecen ser ayudados cuando están en situación de vulnerabilidad.
“El verlo cómo sufría me dolió, entonces empecé a rescatar de poquito en poquito, obviamente, porque yo soy de Veracruz, llegaba yo al rancho con un perrito atropellado o en los huesos y me decía mi abuelo ‘ay’, pero no había poder humano (más grande) que una niña llorando con el moco escurriendo, y decía ‘ya, déjalo’”, cuenta.
En ese entonces, señala que no comprendía que quienes realmente corrían con los gastos de los animales que rescataba eran los mayores, pues en el rancho donde vivía había veterinario que atendía a los caballos y vacas de su abuelo, pero de paso también revisaba a los lomitos que ella llevaba.
También recuerda que rescató a un changuito capuchino de un circo, que, quizá como agradecimiento, siempre que la veía corría a abrazarla.
Su llegada y labor en Pachuca
Con el paso del tiempo, Dicia continuó con su labor, incluso cuando estuvo casada, un periodo donde señala que sufrió violencia por parte de su pareja, que derivó en el divorcio. En ese tiempo, vivió en la Ciudad de México y trabajó como coordinadora de áreas quirúrgicas del Grupo Ángeles.
“La verdad era muy pesado, viendo un programa nombran a Pachuca y le pregunto a una chica cómo llegar. Te juro que llegué al Reloj y dije ‘de aquí soy’ porque vi abejas, que son alta frecuencia, lamentablemente el presidente que estaba las mandó fumigar, siendo ignorante”.
Su único acompañante era un gatito llamado Momo, el cual ha estado con ella durante 14 años y ha compartido las etapas más difíciles de su vida, pero también ha sido su sanador, asegura, y un gran colaborador en su labor como rescatista, pues actualmente tiene 28 gatos rescatados, además de alimentar perritos en situación de calle, por ello, empezó a vender galletas.
“Tengo gatitos adultos, gatitos bebés, es para comprar un costal de croqueta para gato, ahorita la venta para perro, y la alimentación básica que tengo para los que están conmigo viviendo, que es pollito, arroz, verdura, para tener una buena alimentación. Tengo 28 gatos rescatados, los que me vinieron a votar y una lactante que el día del aguacero llegó con un bebé, le seque al bebé, empezó a ronronear, regresó con dos más”.
Cada bolsa de galletas cuesta 45 pesos y la venta varía de día a día, pero no flaquea en su objetivo, pues los gastos que tiene son muchos y constantes, sobre todo cuando alguno de los animalitos se llega a enfermar o cuando le llegan casos que requieren atención médica, como el de un gato llamado Chayanne, al que se tuvo que dormir.
“Chayanne fue el que más me dolió, lo apachurró una puerta, era un bebecito de mes y medio, quedó inválido, tú sabes como rescatista que cuando ellos ya quedan con un daño va a ser muy difícil darlos en adopción y dije ‘no, le voy a echar ganas, me lo quedo, no importa, le hacemos su sillita de ruedas’. Lamentablemente lastimó esfínteres y se tuvo que dormir”.
En el caso de los lomitos que la acompañan en la calle de Guerrero, Dicia cuenta que ya habían sido adoptados, pero volvieron y desde entonces permanecen con ella: “Yo rescato perritos, los rehabilito y se van en adopción. Ellos llegaron aquí cada uno en diferente año, cada uno en diferentes circunstancias, pero los que están aquí conmigo son los que se regresaron ya teniendo familia”.
Para sanar, un gato
Aunque su labor es admirada por muchas personas, y ha visto una mayor apertura y apoyo en los últimos años, todavía hay quienes se molestan y tiran frases de odio cuando pasan por su mesita, como pasó con una mujer que entre dientes dijo: “Me voy a reír cuando venga la perrera por ellos”.
Dicia no se quedó callada y la enfrentó, pero entiende que hay personas cuyas acciones o dichos sólo reflejan lo que hay en su vida y considera que hay emociones que deben sanar: “La gente maltrata animales porque no están en alta frecuencia”.
Y es que además de rescatista, Dicia también es reikista, maneja códigos sagrados y es facilitadora de barras de access, por lo que una de las recomendaciones que envía a las personas es que adopten gatos, pues estos están considerados como animales sanadores.
“Ellos son energía universal, de hecho, te avisa el animalito cuando estás enfermo para que te vayas a hacer chequeos, y el tener un gatito en casa te ayuda mucho, el tener en casa uno, dos o tres, les darás la oportunidad de sanarte, prevención de infartos, depresión, ansiedad, estrés, ayudan mucho. Ellos tienen la alta energía de Dios. Cualquier animalito que llegue a tu vida viene a sanarte, tú no lo rescatas, ellos te rescatan a ti”.
Dicia Apodaca invitó a los y las pachuqueñas que deseen adoptar un gatito a acercarse a ella directamente en la mesita que coloca todos los días en la calle de Guerrero, donde también recibe donaciones para los animalitos, o simplemente, pasar a adquirir una bolsa de galletas y con ello apoyar a la manutención de sus rescatados.
sjl