PACHUCA.- En México existen más de 4 millones de madres solteras, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), y de ellas, 7 de cada 10 son económicamente activas, mientras que 48 por ciento son jefas de hogar. Dulce Yarely Salvador Vargas es una de ellas.
Con una hija adolescente de 13 años y un bebé de sólo uno, se las ha arreglado para mantener a su familia sola. Tiene un puesto de productos de miel en el mercado 1 de Mayo, de Pachuca, y también prepara distintos postres que vende por las tardes para conseguir un poco más de dinero.
La dinámica familiar ha sido complicada, lo acepta. Se separó del padre de su hija hace ya casi una década. Desde entonces, no ha contado con su apoyo, salvo cuando esporádicamente le daba 1,000 pesos al mes, con los que tenía que hacer malabares para cubrir algunos gastos de la niña, que, resalta, nunca fueron suficientes.
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Dulce reclama que su expareja también ha sido un padre ausente y no ha estado para la menor durante todo ese tiempo. La entrada a la adolescencia de la niña ha sido una etapa complicada en la relación madre-hija, lo admite, pero asegura que nunca pensó a qué grado llegaría.
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La joven madre de 2 se encuentra, actualmente, en una batalla legal contra los abuelos paternos de su hija mayor, quienes la acusan de violencia en contra de la adolescente y mantienen a la niña viviendo con ellos, pese a que ella cuenta con la guarda y custodia. En entrevista exclusiva con La Silla Rota Hidalgo, Dulce Yarely relata que hace aproximadamente 4 meses su hija menor de edad se fue de la casa para irse a vivir con sus abuelos paternos, que recientemente habían retomado comunicación con ella.
El día que la adolescente se ausentó de casa, ella habló con sus exsuegros para saber si estaba con ellos, pero tardó para obtener respuesta, sin embargo, cuando acudió ante las autoridades a levantar la denuncia por la desaparición de la menor se enteró de que ya la habían demando por violencia verbal y física en contra de su propia hija.
“Estoy enojada, molesta y triste porque al final de cuentas me dicen los abogados, las licenciadas y la procuradora que al final de cuentas yo cometí un delito a mi hija, entonces si ellos pelean guarda, custodia y pensión, yo se la tengo que dar, le tengo que dar lo que le correspondía a su papá, a pesar de que yo la mantuve sola”, mencionó.
A su vez, ella interpuso una denuncia por sustracción de menores y violencia económica hacia la menor por parte de su padre, pero hasta el momento su situación no ha avanzado y pasa el tiempo y no le permiten ver a su hija.
Dulce Yarely considera que la adolescente, quien cursa la secundaria, está siendo influenciada y manipulada por sus abuelos, sumado a que se encuentra en una fase de rebeldía, donde, dijo, manifestaba cierta molestia cuando le pedía que lavara su ropa, tendiera su cama o le ayudara con algunas labores.
Ello, asegura, fue utilizado por los abuelos, que empezaron a consentir a la menor y la convencieron de que se fuera con ellos, donde tiene todas las comodidades, y no está en contra de eso, sino de que no le enseñen el valor del esfuerzo.
La estigmatización de las autoridades
Dulce acudió a la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños, Adolescentes y la Familia del Estado de Hidalgo para dar seguimiento al proceso que tiene en contra, donde la atendió una funcionaria de la que sólo recuerda que se llama Nohemí, quien le brindó asesoría al tiempo que la atacaba.
“Era literal de ‘no, usted cometió un delito en contra de su hija y como tal lo va a pagar’… Entonces digo, no se vale que de esa manera ella me esté perjudicando porque igual pasa perjudicar a mi pequeño”, manifestó.
Y es que la funcionaria le hizo mención de que presuntamente la menor se quejaba de que siempre que su madre le marcaba la provocaba ansiedad y la dejaba nerviosa, algo que ella niega rotundamente, al igual que la violencia que supuestamente ejercía sobre la adolescente.
“A lo mejor no supe educarla o a lo mejor no tuve las palabras correctas para llamarle la atención o no sé. Yo luego le decía ‘hija, ayúdame, hija, apóyame’, le preguntaba por sus tareas, estaba al pendiente, pero ahora todo eso me lo volteó la niña, que yo no la dejaba ir a la escuela, que no le daba para su material, que no la dejaba hacer sus tareas, que yo la explotaba con su hermanito”.
Cuestiona por qué las autoridades no ponen atención en casos donde existe evidente maltrato y explotación infantil y sí en situaciones donde las madres solteras son estigmatizadas, pues al convertirse en las jefas del hogar y únicas proveedoras, inevitablemente tienen que sacrificar algo.
Dulce destaca las dificultades económicas que enfrenta como madre soltera y cómo esto ha influido en la situación. "Tengo que trabajar mucho para mantener a mis hijos, y a veces no tengo tiempo para todo lo que quisiera", explica. "Creo que los abuelos están aprovechando esta situación para alejar a mi hija de mí".
Además, resaltó que la sociedad sigue estigmatizando a las mujeres en su condición: “En vez de que nos valoren y nos respeten nada más somos más juzgadas, criticadas y menospreciadas, y no estoy de acuerdo porque al final de cuentas como mamás solteras igual tenemos cosas que sanar, como se lo dije a la procuradora y a mi licenciado, o vengo y me siento aquí a que me den una terapia o voy a trabajar para que le dé de comer a mis hijos. Eso es lo que no ven como sociedad y autoridad, nada más agarran y levantan el acta”.
La demanda de Dulce es que las autoridades correspondientes avancen con las demandas que interpuso por sustracción de menores y violencia económica hacia la menor por parte de su padre, que no ha contribuido con la pensión que le corresponde, y, en ese renglón, asegura, no dejará de pelear por lo que considera justo, en espera de poder recuperar a su hija y que se aplique la justicia.
“Que no seamos más juzgadas, porque realmente no saben lo que nosotras como mamás solteras realmente pasamos y padecemos con nuestros hijos”.
jgp