Pachuca.— Como una comerciante, pobre y honrada, así se describe ella misma; es doña Sabina, una mujer conocida en el primer cuadro del Centro de Pachuca porque vende dulces justo frente al Palacio de Gobierno, en la esquina de la calle de Guerrero. Nuca ha tenido una celebración por el día de la abuela, pero en esta ocasión, la fecha quedará marcada en su calendario, porque hace ocho días sepultaron a uno de sus nietos.
Su día a día es trabajar, de lunes a domingo, desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, ha sido comerciante desde que nació, dice, pues sus papás se dedicaban al igual que ahora ella y sus hijas a vender tamales, café, elotes y siempre andaba con ellos. "Estoy bien pichada en la presidencia y en gobierno", menciona.
Sabina tiene 19 hijos, 15 son mujeres y 4 hombres, entre todos le han dado 88 nietos, que a veces pasan al puesto a visitarla y como buena abuela les regala un dulce de los que están en su canasta.
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Comenta que los vecinos vieron cuando ocurrió la tragedia de su nieto: "nos dicen los vecinos que lo vieron arriba de la casa que andaba por ahí, y luego se cayó, ya no pudimos hacer nada", dice doña Sabina, mientras sus pequeños ojos se le cristalizan. “Sólo Dios sabe qué pasó”.
Sabina Hernández Cornejo viste varias capas de ropa, el chaleco lila se lo regalaron hace algunos años cuando le quemaron su casa; tiene ojos pequeños, su rostro es moreno, por el sol que diariamente le da y no lo cubre con nada, las arrugas crean formas en su frente, barbilla y mejillas. El paso de los años también se ve en su cabeza: se asoma el cuero cabelludo y el resto del cabello alborotado.
A sus casi 95 años, Sabina es una mujer sana, sólo le duelen las rodillas, y ella lo atribuye a que a donde vive – en el cinturón de seguridad de Cubitos– debe subir muchos escalones y lo hace uno a uno, pero cada día es más difícil. También tiene catarata en el ojo derecho, le ha restado visibilidad, pero ella dice que ve poquito y ya con el otro ojo ve mejor.
Este domingo 27 de agosto de 2023, Sabina cambió su rutina diaria, no llegó a trabajar a las seis de la mañana, pues pidió unas flores para llevárselas a su nieto fallecido, pero primero fue a escuchar misa en la iglesia de San Francisco.
Sobre el Día de la Abuela, dice que no celebran, pues son “pobrecitos”; al contrario, agradece que tiene un lugar donde vivir y es gracias a Miguel Osorio Chong, quien le dio las escrituras de su casa, y después de que la quemaron, él, Fayad y Olvera le ayudaron a reconstruir su casa.
“Me puse enferma, me fui a la Providencia con una de mis hijas, y al regresar, me quemaron la casa… ellos me ayudaron, me quedé sin luz, sin agua, sin nada, y el señor Omar, le doy gracias que tomaron en cuenta mi pobreza”.
No falla en el trabajo, porque sabe que tiene gastos de luz, agua, comida, y a veces hasta la medicina por si se enferma, y guarda la esperanza de poder juntar dinero para la cirugía de cataratas y recuperar la vista de su ojo derecho.
Doña Sabina cuenta que ha sido líder de los comerciantes ambulantes y orgullosa priista; ello la ha llevado a visitar muchos municipios, o a repartir los terrenos en el cerro de Cubitos, “desde niña me registraron como política, mi mamá me llevaba para todos lados”, primero aquí en los portales estaba el PRI, luego por la escuela Vicente Guerrero, luego en otro lado y por último en Colosio.
sjl