Pachuca.- Dos hombres, dos discapacidades diferentes, uno a raíz de un accidente y otro por enfermedad, los dos tienen la obligación de llevar el sustento a sus hogares y por eso optaron por el camino de la mendicidad en las calles, pues no tienen posibilidad de obtener ingresos en otro lado.
Incluso creen que no sería fácil trabajar en otro lado porque tendrían que ir acompañados, pues en el caso de Isabel requiere apoyo para comer, ir al baño, bañarse y otras actividades; mientras que don Álvaro asegura que no ve y ya no puede caminar.
Isabel Elizalde Flores recibió una descarga eléctrica y perdió los dos brazos; es originario de Omitlán de Juárez, todos los días, desde las 10:00 de la mañana y hasta pasadas las cinco de la tarde, se desliza entre los vehículos que se detienen en el crucero cuando el semáforo marca rojo, con un bote de aluminio colgado a su cuello, se acerca a los conductores y les pide una ayuda, eso para sostener los gastos familiares.
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Isabel tiene 57 años, pero hace 34 años sufrió un accidente. Recuerda que en su comunidad se fue la energía eléctrica debido a que una cuchilla se había bajado, él pensó que podía realizar la acción de subirla, se elevó hasta el transformador de energía eléctrica, tomó la cuchilla y no supo más de él.
“Se abrió el transformador y el aceite hirviendo me cayó, estoy quemado de todo el cuerpo. Tuve quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo, estuve en recuperación durante un año en el hospital Magdalena de las Salinas”, recuerda.
En ese entonces trabajaba para la Compañía Real del Monte como auxiliar de electricista, pero como el accidente se registró fuera del horario laboral, la pensión se vio disminuida.
Isabel es el sustento de su familia, su esposa y un hijo de 18 años, desde su accidente —hace 34 años— la única opción que encontró fue pedir dinero en las calles. Un buen día, la limosna alcanza hasta los 400 o 500 pesos, pero uno malo, puede llegar a juntar cerca de 200 pesos.
Asegura que los tiempos han cambiado y el dinero va de más a menos, pues antes sacaban lo de una quincena en un solo día, pero ahora es rara la persona que le da más de 20 pesos.
Alguna ocasión desde el DIF le ofrecieron el apoyo para colocarle unas prótesis, pero no le quedaron “por la concha”, ya que con la quemada le tuvieron que poner injertos de piel y eso no sostiene el aparato.
Isabel reconoce que nunca ha buscado otra forma de sacar para sus gastos, desde el accidente se ha dedicado a pedir ayuda a los automovilistas
“No he buscado otro trabajo, a esto me dediqué desde el accidente. Todo el tiempo he estado en los semáforos. Fue un cambio porque fue un trauma, tardé para recuperarme”, expresó.
Cuando va al baño, se cambia de ropa, come o se baña, a Isabel lo apoya su familia, incluso en el crucero que lleva a Tulipanes, el hombre está acompañado de su hermano, quien lo ayuda a hacer sus necesidades.
El hombre reconoce que se necesita de habilidad para esquivar los autos que luego le echan encima, además de lidiar con eso, también debe soportar las inclemencias del clima: sol, lluvia, frío, para recolectar las monedas de a peso, cinco o 10 pesos que los automovilistas le entregan.
La diabetes lo dejó discapacitado
Álvaro López es un hombre que en unos meses tendrá la edad para cobrar la pensión para el Bienestar, debido a que padece diabetes y comienza a cobrar la factura sobre su cuerpo, su vista ya es débil, también tiene dolor en la planta de los pies, al igual que Isabel pide limosna en el crucero de Guerrero y Doria en el centro de la capital de Hidalgo.
Es originario de Oaxaca, se va unos meses a su pueblo Huajuapan de León y regresa, comenta que por no poder caminar, el dolor de rodilla y de pies, lo han orillado a pedir limosna desde hace seis años.
Renta un cuarto por el Mercado Primero de Mayo, en esta ocasión solo viene por un mes, porque quiere regresar a su pueblo a sembrar maíz y ver si este año si se logra la cosecha, pues en 2022, fue pérdida total.
Don Álvaro entiende poco el castellano, su lengua natal es el Mixteco, hasta hace seis años trabajaba de ayudante de albañil, pero ahora siente que ya no está para trabajos pesados, pues el dolor en sus pies es intenso; sabe que necesita un bastón, pero no cuenta con el dinero para comprarlo.
“Estoy aquí luchando a ver si gano un poco dinero. El año pasado sembramos dos hectáreas se perdió todo, no llovía y no cosechamos nada, este año tampoco se ve que vaya a llover”, expresó.
Ávaro López pasa cerca de 10 horas pidiendo limosna, en un día logra juntar entre 200 y 250 pesos, de los cuales asegura guarda un alto porcentaje para comprar los pasajes de regreso a su casa y para comprar maíz y sembrarlo.
Otra actividad no es opción, pues ya también está a punto de perder el sentido de la vista, además de que aunque fue tres años a la escuela, sólo sabe hacer cuentas y las vocales.
Por comida no se preocupa, pues reconoce que no falta quién le ofrezca un taco o incluso un paste, hasta un refresco.
Ambos quisieran mejores oportunidades o bien un programa de gobierno que los incluya, para aminorar la carga económica que tienen y que cada día es más complicado juntar, “pues ya no es como antes”.
sjl