PACHUCA.- En Pachuca hubo un grupo de trabajadores desconocidos que los llamaban los “aguadores”, quienes se encargaban de repartir agua potable en las casas hace por lo menos 70 años, una curiosa historia que LSR Hidalgo te cuenta para que no quede en el olvido y se sigan preservando hechos históricos de la ciudad.
De acuerdo con la narrativa del cronista de la ciudad de Pachuca Juan Manuel Meneses Llaguno, esa actividad laboral se originó por al menos tres factores, siendo el primero la escaza agua que se captaba de las lluvias, además de la poca tecnología para la perforación de pozos profundos y la nula red de tuberías bajo tierra.
Pues muestra de la crisis de abasto hídrico que padecían los pachuqueños era que apenas hasta los últimos años del siglo XIX y primeros del XX se comenzaron las obras de equipamiento para llevar el agua mediante tuberías hasta las casas, aunque de manera inicial las únicas beneficiadas fueron las de la zona centro.
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Razón por la cual un gran número de familias se quedaron sin lo que actualmente es considerado un derecho y debían esperar muchos años para tenerlo, pero un grupo de personas, mayormente hombres, vio una oportunidad de trabajo y de ganar dinero, quienes fueron conocidos como los “aguadores”.
Esto hacían los “aguadores”, ¿llegaste a escuchar de ellos?
Como respuesta a la poca cobertura del servicio de agua potable mediante la red de tuberías bajo tierra, principalmente hasta los barrios altos de ese entonces debido a la dificultad que significó tender esos conductos junto a las cañerías, los gobiernos idearon una especie de solución que fue colocar tomas públicas.
Esas llaves comunitarias recibieron el nombre de “gallitos” y era un punto de encuentro común de pobladores de los siglos XIX y XX, donde platicaban un momento y se actualizaban en los chismes o rumores pendientes; pero a otros más les daba flojera o dificultad acudir debido a la lejanía, por lo que surgieron los “aguadores”.
De acuerdo con Juan Manuel Meneses Llaguno, se trataba mayormente de hombres de 40 años o más, algunos de origen humilde separados de su trabajo en las minas de la comarca precisamente por su avanzada edad, pero encontraron oficio muy socorrido y tal consistía en acarrear el agua potable desde los “gallitos” hasta las casas.
Para ello, desde muy temprano se les veía llegar a cualquiera de las tomas públicas donde llenaban dos botes o igual número de cubetas, lo que les tomaba unos minutos, pero lo difícil era el acarreo, para lo cual se colgaban los contenedores en un aguantador, un palo comúnmente, que se echaban al hombro.
Esto cobraban por un viaje de agua potable en el Pachuca antiguo
El apogeo de los “aguadores” tuvo su máximo esplendor en la década de 1950, época en la que si tenían un buen día podían llegar a ganar hasta cuatro pesos con 80 centavos al día, pues cobraban 20 centavos por bote, de modo que se hacían de dos de viejas aquellas monedas de cobre por cada viaje en el Pachuca antiguo.
En una buena jornada, desde las 6 a las 14 horas, cada hombre llegaba a realizar hasta 12 acarreos, aunque poco a poco su otrora socorrido oficio fue apagándose, al menos hasta 1861, pues ya muy entrado el siglo 20 se regularizó el suministro de agua potable mediante tuberías, sobre todo en los barrios altos, llegando a una cobertura del 90 por ciento en la vieja ciudad.
cem