Pachuca.— Una historia de servicio nace de la mano de Guadalupe Ximena López Borbolla, primera mujer en incorporarse al cuerpo de Bomberos y Protección Civil de Pachuca, ahora con 16 años de trayectoria, su carrera ha sido ejemplo de lucha contra estigmas de género y de entrega total a la ciudadanía.
“Desde niña quise ser bombera, era mi sueño y hoy puedo decir que lo cumplí”, recuerda Jimena, quien a lo largo de estos años ha visto transformar no sólo la corporación, sino también la percepción de la sociedad hacia las mujeres en este oficio históricamente dominado por hombres.
Ximena nació y creció en Pachuca, su decisión de convertirse en bombera se gestó en su niñez, cuando presenció una fuga de gas cerca de su casa. “Mientras todos corrían asustados, los bomberos llegaron tranquilos, con sus equipos y controlaron la situación. Ese día dije: yo algún día quiero ser así”.
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Pese a su determinación, en sus inicios no fue fácil abrirse camino. “Cuando intenté ingresar a otros cuerpos de bomberos me dijeron: ‘este trabajo no es para mujeres’. Me cerraron las puertas”, recuerda, sin embargo, su persistencia la llevó a ser la primera mujer en la corporación de Pachuca, enfrentándose a un entorno completamente masculino.
Romper estigmas y abrir brecha
El camino no fue sencillo, tras abandonar la carrera de Ingeniería Química para dedicarse a la protección civil, vivió momentos de tensión familiar, “para mi mamá era un trabajo de riesgo y no tenía relación con lo que yo estudiaba, por ello cuando ya estaba en campo traté de no aparecer en las notas de prensa para no preocuparla, con el paso del tiempo comprendió y me ha acompañado ahora ya me apoya y se siente orgullosa de mi”.
López Borbolla admite que en los inicios de su carrera vivió discriminación, no obstante, también logró formar en el equipo una camaradería con compañeros de quienes aprendió la adversidad y nobleza del oficio.
“Me decían ‘princesa’ a modo de reto, hubo quienes me veían con incredulidad como si no pudiera con el trabajo, pero también tuve compañeros que me apoyaron y me enseñaron, y hoy los considero mis hermanos, porque además del trabajo convivimos 24 horas y la vida de uno depende de los otros, tenemos que estar unidos y mantener armonía”, actualmente Ximena es una de las dos mujeres responsable de grupo.
Labor humanitaria
Para Ximena ser bombera implica mucho más que apagar incendios, comparte que en promedio, el cuerpo de bomberos en la capital hidalguense atiende siete servicios al día, que van desde fugas de gas, accidentes automovilísticos, rescates de personas y animales, hasta incendios en casa habitación.
La experiencia más dura que recuerda Ximena ocurrió al inicio de su carrera: cuando atendió un incidente en el que murió un bebé de siete meses. “Mi hijo tenía la misma edad. Ver a la madre aferrada al cuerpo de su pequeño fue algo que me marcó profundamente. Ese servicio nunca lo olvidaré”.
Asimismo, la pandemia por Covid-19 también representó uno de los mayores retos a nivel profesional y personal. “Mucha gente nos ocultaba síntomas y nos exponía al contagio. Fue un periodo de mucho estrés porque temíamos llevar la enfermedad a casa”.
Más oportunidades para las nuevas generaciones
Hoy Ximena observa un cambio positivo en el entorno laboral, explica que la capacitación se ha fortalecido y cada vez más mujeres se suman al cuerpo de bomberos.
“Ya no tienen que pasar por lo mismo que nos tocó a las primeras. Ahora hay más oportunidades, más información y una mentalidad distinta desde quienes están al mando”, asegura.
Su mensaje para quienes desean seguir este camino es claro, ser bombero es una gran responsabilidad. “Ser bombero es de las profesiones más bonitas, importante y gratificante que hay en el mundo y para mí también es el sueño cumplido que lo realizo desde el compromiso y amor por servir”.
sjl