Pachuca.— Ángel Salvador Escoto González, de 39 años de edad, salió de Tulancingo a Cuautepec de Hinojosa a ver un automóvil que pretendía comprar para su deshuesadero. Él dijo a su familia “pronto regreso” pero jamás lo hizo. Hoy, ha transcurrido un año con dos meses desde su desaparición. Su mamá, esposa e hijos creen que ya no está con vida, por lo que esperan únicamente que las autoridades hagan una prueba de ADN a los restos de un cuerpo que encontraron días después de su desaparición.
“Es demasiado difícil porque dejó a su esposa con dos niños. Nosotros tratamos de encontrarlo a como dé lugar, aunque ya no tenemos la esperanza de encontrarlo con vida, pero sí, por lo menos, que tengamos una respuesta de qué fue lo que pasó exactamente con él y nos dé paz”.
Así lo expresó María Eva González Trejo, madre de Ángel Salvador, quien este día en Pachuca se manifestó pacíficamente, junto con familiares de otras personas desaparecidas, quienes exigieron a la Comisión de Búsqueda de Personas y a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas atención a sus casos.
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En el caso de Ángel Salvador, desapareció el 16 de junio de 2022 cuando se dirigía de Tulancingo a Cuautepec de Hinojosa. Vestía camisa color negro de manga larga, pantalón de mezclilla color azul marino y zapatos negros. Además, conducía un vehículo, el cuál tampoco se ha encontrado. Pese a las búsquedas y solicitud de cámaras de videovigilancia, hasta el momento se desconoce su paradero. Su reporte de búsqueda es el CBPEH/309-2022.
Su esposa Jovita Galaxza dijo que hay una carpeta de investigación de unos restos humanos calcinados que encontraron en el municipio de Cuautepec, ocho días después de la desaparición de Ángel Salvador, por lo que solo esperan que las autoridades de la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo (PGJH) realicen las pruebas de ADN.
“Hay una línea de investigación en la que nos dicen que probablemente ya lo encontraron, pero no podemos lograr hacer el comparativo de las pruebas de ADN, porque se supone que aquí en Hidalgo no tienen los medios adecuados para hacer ese comparativo. A más de un año de su desaparición, estamos esperando ese resultado, incluso, para pedir una colaboración a Guadalajara u otro estado donde sea posible que puedan hacer ese estudio”, dijo.
Ángel era una persona trabajadora, alegre, que no se metía con nadie. Como papá, era amoroso con sus hijos… “definitivamente lo extrañamos mucho en la casa. Yo creo que ningún ser humano, sea lo que sea, merece estar por ahí botado y si es que Dios quiso que ya no esté con nosotros, que nos digan y que podamos tener un poco de paz para poder continuar la vida”, agregó.
Ente lágrimas y sollozos, la mujer agregó que le corroe el alma vivir con angustia y zozobra. Esos sentimientos, dijo, no la ven las autoridades: “ellos nos saben la tortura de vivir esperando una respuesta y que te digan ‘aún no’ o ‘no se pude’. Ellos nos saben qué es comer y pensar si tu desaparecido tiene para comer, si está durmiendo o si tiene frio, si lo están torturando… yo creo que a todas las familias de los desaparecidos es lo que más nos mata, la incertidumbre de no saber si están bien o no, y las autoridades no hacen nada”, expresó.
Finalmente, Jovita Galaxza consideró que quizá, si en las áreas de justicia trabaje alguna persona que haya pasado por una situación como la de su familia, habría mayor empatía “y estarían a nuestro nivel y sabrían lo que es pasar por toda esta angustia y desesperación de buscar a una persona”, concluyó.
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