León,- La Hacienda de Santa Ana del Conde es un lugar con una rica historia, siendo escenario de importantes eventos, especialmente durante la Revolución Mexicana, donde el General Álvaro Obregón perdió su brazo derecho durante un combate del 3 de junio de 1915 contra las fuerzas del General Francisco Villa.
La historia de esta hacienda de remonta a 1583, cuando el Virrey Juárez de Mendoza otorgó tierras al bachiller Pedro Ruiz Escuderos. Más tarde, la hacienda fue propiedad de diversos personajes, como Don Antonio de Obregón, Conde de Valenciana, y Don Teodoro Gutiérrez de Velasco.
Actualmente, el casco principal de la hacienda alberga el Seminario de los Misioneros de la Natividad de María, desde 1950.
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Sus propietarios
De acuerdo con un trabajo realizado por el Cronista de Lagos, Ezequiel Hernández Lugo, el 17 de abril de 1583, el Virrey D. Lorenzo Juárez de Mendoza, otorgó una “Merced de Tierra” al Br. D. Pedro Ruiz Escuderos, consistente en un sitio de ganado mayor “En las Chichimecas, cerca del arroyo Las Lozas, por abajo del Camino Real que va de las Minas de Guanajuato a las de Zacatecas, pasando por dicho arroyo, a mano izquierda, a la falda de un cerro pelado que está hacia un mezquital”.
El Br. Escuderos lo donó el 18 de agosto del mismo año al maestro D. Cristóbal de Soria, quien lo vendió a D. Antonio de Burgos el 9 de marzo de 1688. Luego, por herencia, lo recibe el Contador D. Nicolás de Aedo, quien estaba casado con Da. Ana de Garnica, Hija del contador D. Nicolás.
El 7 de febrero de 1644 lo adquirió en $400 pesos D. Pedro de Aguilera, inmigrante peninsular avecindado en León. Al fallecer D. Pedro, lo hereda su hijo el Br. D. Pedro de Aguilera, clérigo subdiácono. En el testamento del Bachiller, del 15 de enero de 1717, la Hacienda de Santa Ana del Conde, además de las propias, contaba con tierras de la Hacienda de La Loza y terrenos del Camino de Los Coyotes; el inmueble contaba con 36 caballerías y tenía casa de vivienda, con sala y aposentos construidos de adobe y cubiertos de morillo; de una vara y hormigón y pretiles de cal y canto, cocina, troje de terrado con viguetas de mezquite, capilla sin terminar, dos norias, una pila de cal y canto, dos casitas más y varios jacales.
El Br. De Aguilera contrajo deudas y su acreedor, D. Manuel de Rojas Alfaro, consiguió orden de ejecución del Obispo de Michoacán, Mons. Felipe Ignacio Trujillo y Guerrero, contra sus bienes; cuando se dan cuenta sus albaceas y herederos, venden las propiedades el 28 de enero de 1718 al Cap. D. Antonio de Gaona en $ 2,500 pesos; $1,500 en efectivo y $ 1,000 más, a favor de una capellanía fundada por el Br. D. Pedro de Aguilera; y con sus réditos, se pagaría el capellán designado.
El 5 de febrero de 1718, el Cap. Gaona la vende a D. Francisco Matías de Busto, Regidor Capitular de Santa Fe de Guanajuato; bajo las mismas condiciones anteriores, y ya libre de gravamen. El 20 de enero de 1727 Francisco Matías de Busto lo vende al Capitán de Caballos D. José de Austri, mercader de la Villa de León, labrador y creador de ganados. El costo, $ 4,565 y 4 tomines.
D. José de Austri extendió las tierras de la Hacienda de Santa Ana, al comprar el 14 de mayo de 1729 a D. Miguel González del Pinal terrenos de “El Arroyo de la Loza Vieja” o “Bolas Blancas.”
En 1750 la hacienda contaba con un sitio de ganado mayor y cuarenta caballerías de tierra; la mayoría, tierra no muy buena para labrar por ser anegadiza y sartenejosa; más bien la utilizan para agostar ganados. La Casa Grande tenía ya: Una sala, un dormitorio, un pasadizo repartidor, una despensita, zaguán con su arco de ladrillo y cuarto anexo, una bodega, un corredor con nueve pilares de ladrillo y dos cuartos separados donde vivía el caporal.
El año de 1777, luego de la muerte de D. José de Austri, la recibe de herencia D. Luis de Austri; quien fue Recaudador Oficial de Diezmos de León, en tierras del Rincón (San Francisco) y San Pedro Piedra Gorda; con la obligación de entregar al Juzgado Diocesano de Valladolid, $ 13,500 pesos anuales; “comprometiendo como Vales”, a sus hermanos D. Nicolás y D. Manuel. Desgraciadamente, esta suma comprometida estaba muy por encima de los rendimientos reales y el año de 1781, los hermanos ya debían $ 30.500 pesos. Por eso, las autoridades diocesanas embargaron el año 1786 la Hacienda de Santa Ana del Conde y las Haciendas de San Nicolás de Arriba y San Juan de Abajo, que eran de sus hermanos; por lo que fueron puestas en subasta pública por $ 41,400 pesos y adquiridas por el Representante de D. Antonio de Obregón, Conde de la Valenciana.
El 6 de marzo de 1782, D. José Cayetano de Aguirre, apoderado del Conde de Valenciana, cambia los terrenos de Tetillas y El Garbancillo, por las haciendas de San Nicolás de Arriba y San Juan de Abajo y $ 5,000 pesos mas. D. Ignacio Fuentes vendió al Conde de Valenciana la laborcita “El Jagüey” y aumentaron las tierras de la hacienda.
El año de 1840 recibe la Hacienda de Santa Ana, Da. María Antonia Obregón de Camacho, hija del Segundo Conde de Valenciana; quien a su vez la hereda a su hija Da. Dolores Camacho Obregón, quien vivía en el Convento de Religiosas de Santa Isabel, en la Ciudad de México.
El 19 de noviembre de 1861, los representantes de Da. Dolores, dan en arrendamiento la hacienda a D. Teodoro Gutiérrez de Velasco, por siete años en la cantidad de $ 6,400 pesos anuales. El 18 de enero de 1866 en el rancho Las Agujas, se reunieron D. Teodoro y D. Juan Manuel García para ponerse de acuerdo sobre las modificaciones que habrían de hacerse en la cortina de la presa para evitar inundaciones en la Hacienda de La Loza, propiedad del segundo. El 12 de junio de 1871, definitivamente adquirió la hacienda D. Teodoro.
Posteriormente, el dueño de la hacienda fue el inmigrante vasco D. Juan de Velasco y Palacios, quien la unió a la Hacienda La Sandía al casarse con Da. María Guerrero. Después de su muerte, acaecida el año de 1908, la hacienda pasó a herederos que residían en Bilbao. Luego la finca, fue escenario de estampas de la Revolución Mexicana.
Tras la Reforma Agraria, las extensas tierras de la Hacienda de Santa Ana del Conde, dotan de parcelas a los ejidos de San Isidro de los Sauces, Barretos, El Escopio, Jagüey, La Arcina, Santa Ana, Rancho Nuevo y El Mirasol, beneficiando a más de seis cientos campesinos.
En los años 50’s, la ex Hacienda de Santa Ana del Conde, la Huerta, las Canchas y el Vallado, son adquiridos por los Misioneros de la Natividad de María, siendo el sacerdote Superior de la Congregación el R. P. D. Vicente Echarri Gil, quien falleció el 26 de julio de 2005 a los 101 años de edad.
Desde las fechas de su adquisición, la finca se fue adaptando y modernizando para albergar a los religiosos “Esclavos de la Divina Infantita”, hoy conocidos como “Misioneros de la Natividad de María”, respetando y cuidando, desde luego, la Casa Grande de la colonial Hacienda de Santa Ana del Conde.
Un dato de la Guerra de Independencia
Durante la Guerra de Independencia, luego que el Fuerte del Sombrero fue vencido y ocupado por los realistas el 24 de agosto de 1817, fueron capturadas Da. Rita Pérez y Da. Carmen González y llevadas a pie a León a la cárcel. Luego las cambiaron a Silao.
El líder insurgente Pedro Moreno, cuando se da cuenta del paradero de su esposa (Rita), desde la Hacienda de Santa Ana del Conde donde se encontraba escondido, le escribió una carta a Doña Rita. Esta última misiva, la heroína la guardó dentro de un relicario que portaba, durante más de sus cuarenta años de viudez.
El 27 de octubre de 1817, tras caer en una emboscada al salir del sitio en el rancho de El Venadito, fue asesinado el guerrillero insurgente y Xavier Mina cayó prisionero, quien al día siguiente fue llevado a Silao por el coronel absolutista Orrantia, con la cabeza de Pedro Moreno clavada en una lanza.
El 11 de noviembre de 1817, Mina fue fusilado frente al Fuerte de los Remedios, cerca de Pénjamo.
Durante la Revolución
En 1915, después de la batalla de Celaya, Villa comenzó a concentrar sus fuerzas en León, con una línea de combate que había extendido desde San Juan de los Lagos, con el general Rodolfo Fierro, hasta San Miguel de Allende, con las fuerzas del general Tomás Urbina, apoyadas por el general Pánfilo Natera.
Mientras tanto, Álvaro Obregón decidió seguir a los villistas en su retirada. Villa se replegaba hacia León, por estrategia, para llevar a Obregón a los campos labrantíos de la Perla del Bajío, donde creía ser más poderoso con su caballería.
El general Álvaro Obregón contaba con las divisiones de los generales Benjamín G. Hill, Manuel M. Diéguez, Cesáreo Castro y Francisco Murguía.
Villa pensaba apoderarse de Santa Ana a toda costa, por lo que se instaló en Duarte desde la mañana del 3 de junio de 1915 ordenó al general Ángeles que cañoneara Santa Ana del Conde y Obregón se digirió a sus trincheras, donde estalló una granada que le cercenó el brazo derecho.
Los obregonistas salieron victoriosos, en esta zona donde propiamente los villistas fueron diezmados
Detalles de la hacienda
Todavía hasta 1970 se podían ver tres grandes graneros, uno de ellos en forma de cono, y las grandes murallas con sus fortines que deslindaban toda la hacienda que el paso del tiempo ha respetado hasta la actualidad.
Una majestuosa Casona, compuesta por una docena de cuartos, con techos que están a más de 4 metros de altura y sostenidos por pesadas vigas, un pequeño cuarto que era la tienda de raya para los campesinos que trabajaban para los dueños de la hacienda, un enorme jardín a la entrada y uno más en el interior, varios cuartos secundarios, caballerizas y área para el ganado, eran entre otros los detalles que tuvo la “Casa Grande”.
Y a un lado de la entrada a la Casona, un templo dedicado a Nuestra Señora Santa Ana, madre de la Virgen María, y que en su torre quedó impreso un hoyo producto de un cañonazo durante la batalla entre villistas y obregonistas, durante la Revolución Mexicana.
Ya no existen actualmente dos enormes graneros que el tiempo terminó por derrumbarlos y el de forma de cono fue acondicionado como una pequeña capilla.
En los terrenos de las caballerizas y para el ganado se encuentran ahora cuatro grandes edificaciones, de dos pisos, que sirven de dormitorios, salones de clases, cuartos de juegos de mesa y sanitarios, entre otros servicios que reciben los seminaristas de los Misioneros de la Natividad de María.
Además de que se construyó otro jardín, a un costado del antiguo, que cubren toda la parte frontal del acceso a la ex hacienda.
Hay además otros dos edificios antiguos, que tienen entre otras cosas una biblioteca, área de estudio y comedor, y en la parte de arriba un espacio grande que sirve como ropería a los seminaristas, además de que se aprovechó el espacio para edificar un Auditorio.
Cuando uno entra a la Casa Vieja, todavía puede respirar los tiempos pasados, en espacios como el portal de enfrente y el patio central de la Casona, sostenidos con gruesas columnas.
Y algo que el tiempo no ha podido derribar, unas grandes palmeras que tienen alrededor de 90 años de existencia.
Para saber
La comunidad de Santa Ana del Conde se localiza aproximadamente a 14 kilómetros al suroeste de la ciudad de León y su vía principal es una carretera que entronca con la Carretera Federal 45, ruta León-Silao. Del entronque a la comunidad hay 10 kilómetros de distancia exactos.
Cuando los sacerdotes llegaron en 1950 a la hacienda, todo estaba descuidado, ya que el sitio estuvo desocupado por varios años y, además, se hablaba de tesoros escondido, por lo que encontraron hoyos en muchos espacios.
La Casa Grande se conserva en buenas condiciones, gracias al mantenimiento que le han dado sus actuales propietarios.
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