León-. En el año 2018 el esposo de Rosa María Pliego falleció y empezó a caer en una depresión que le producía sueño, que la aletargaba, hasta que un día sus hijos la llevaron para que tomara clases de cocina en la fundación MJT, después, tomó clases de piano, luego de batería. Recordó su pasión por la música recordando también que su marido siempre quiso ser músico. Ella ya domina la técnica y el ritmo.
Rosa empezó con clases de cocina, hacer de comer le apasionaba, pero el gusto por la música siempre estuvo en ella desde pequeña, cuando estaba en el colegio formó parte de la banda de guerra, quería tocar el tambor, pero le dieron la trompeta: “Eso hizo que naciera el interés, de no haberlo hecho, lo traía… Lo traía” dijo Rosa.
Le pidió al maestro chuy que le dejara entrar a su clase de música, aceptó y Rosa eligió batería: “Ya tengo aquí cerca de 7 años. Me han tratado muy bien, me han tenido mucha paciencia, yo no sabía ni como agarrar las baquetas, todos los maestros que han estado aquí conmigo me han dado su respaldo, su paciencia y su saber”.
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“Toco, toco, toco y se me sale toda esa angustia, todo ese estrés que traigo, a lo mejor no se oye nada en concreto, pero he aprendido que tiene ritmo” expresó Rosamaría de 72 años
Con el paso del tiempo Rosa aprendió a tomar las baquetas y tocar con ritmo los platillos y el bombo, con el aprendizaje rememoraba cuando su esposo sacaba apenas unas notas a través de un teclado: “Falleció él y la casa se hizo un caos y por allá quedó el pianito y mi hija lo rescató, quedó hasta chimuelo de una tecla, lo arregló y con ese empecé, el otro día que estuve haciendo mi ensayo, no pudo ni tocar una canción siquiera, como podía con un dedo o con otro, hacía el intento”.
Rosa ahora domina la batería, el tempo y las notas… Para ella nunca es tarde: “Siempre es tiempo de a ver lo que no se pudo, es tiempo de hacer a cualquier edad, es tiempo de hacer lo que uno le guste, lo que uno le apasiona”.
Aprendió en el centro de la Fundación Manos Juntas Transformando que se encuentra en el Barrio del Coecillo dice que: “La música es infinita y es lo más hermoso, que le enseña a uno a tener paz, a tener calma, a conectarse con los escritores con las personas que han hecho la rítmica, la música, eso es lo que he aprendido”.