Guanajuato.- El intenso dolor en todo el cuerpo. La sensación de quemarse por dentro. Es lo que más recuerda Maripaz, quien aún lidia con el miedo tras haberse recuperado de dengue.
Maripaz platicó con La Silla Rota su experiencia como paciente con dengue. Aunque ha sufrido influenza e incluso COVID también, considera que el dengue ha sido la enfermedad más dolorosa que ha padecido.
Pregunta: ¿Cómo fue tener dengue?
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Respuesta: Fue terriblemente doloroso. Es como tener un nido de ratas peleándose adentro de tu cabeza, empujándose, empujando tus párpados hacia afuera. Yo no podía comer absolutamente nada. Aparte de que no me daba hambre, todo lo que ingería, tardaba más en ingerirlo que, perdón por lo gráfico, que en echarlo afuera. El cuerpo me dolía terriblemente. No era solo el dolor. Ardía, como si mi piel se estuviera quemando. También mis párpados los sentía que se quemaban por dentro y por fuera. No es solo el dolor muscular o de huesos como cuando haces ejercicio. Literalmente sientes que te estás quemando.
P: ¿Cuáles fueron los primeros síntomas de los que te diste cuenta?
R: Yo no sabía que era dengue, pero ya hacía varios días que a la hora que me trasladaba para mi trabajo tenía una sensación de acidez muy fuerte, como náuseas. Como tengo malos hábitos a la hora de comer, pensaba: “Pues es que solo traigo un café en el estómago, eso es lo que me está produciendo la acidez”. Pero sí me sentía mal. Me sentía muy enjaquecada, me sentía mareada. Pensé que quizás me estaba resfriando. Me inventaba un montón de explicaciones. Pero un día no pude evitar vomitarme en el transporte público. Entonces me dije: “Tampoco se trata de jugarle al super héroe”, así que me regresé a la casa.
A partir de ese momento, más o menos en una semana, prácticamente no podía mantenerme de pie.
No soy en general una persona que se “chiquea” mucho, ni muy delicada. Así que me daba cuenta que el dolor que sentía realmente tenía que ser bastante bastante bastante fuerte.
P: Ya cuando te diste cuenta de que era algo grave, ¿cómo te cuidaste?
R: El dolor era terrible. No era una cosa que pudiera tomarme un paracetamol y dormirme, dejar que mi cuerpo hiciera el combate del bien contra el mal. Entonces, literalmente lo que hice fue construir un nido con almohadones y cobijas, y estaba todo el tiempo recostada en el piso, porque lo fresco del piso me hacia sentir bien.
Estuve básicamente a puro jugo de piña, que por alguna razón era lo único que no vomitaba, y que me mantenía hidratada.
Mi mamá venía a verme, estaba muy preocupada. Me traía litros y litros de jugo de piña, pero yo procuraba no verla. Me daba mucho terror contagiarla.
Mis hijos todavía eran adolescentes, así que también trataba de mantener distancia con ellos.
P: Hablando de esta parte que comentas ahorita de tu familia, ¿hubo algún otro contagio en tu casa?
R: Afortunadamente no.
Influenza, que también es muy dolorosa, nos dio a todos.
Más adelante, todos tuvimos todas las sepas del COVID.
Con todo, no se compara (el COVID) a lo doloroso (del dengue). El COVID empezó como un resfriado, una molestia en la garganta. Un subir las escaleras y sentir que te faltaba el aire. Pero, por lo menos en mi caso, la molestia de ninguna manera se compara al dengue.
Yo con el dengue de verdad decía: “Ya, por Dios. Como sea, pero que pare esto”.
P: En cuanto al tratamiento, ¿fue solamente en tu casa o fuiste a alguna clínica u hospital?
R: Lo que pasa es que me lo diagnosticaron primero como una infección en la garganta. Pero no, era obvio que lo que yo traía no era una infección en la garganta.
Terminaron diagnosticándome que era dengue prácticamente cuando ya iba yo de salida.
P: ¿Qué recomendarías para evitar contagios?
R: Aparte de las recomendaciones lógicas que hace la Secretaría de Salud, que yo las seguía: no tener recipientes con agua estancada, tener cualquier tipo de contenedor boca abajo o tapado… igual es muy difícil, porque, por ejemplo, si tienes mascotas, les tienes agua para que beban. O en las plantas, etcétera.
Entonces, a pesar de todas estas precauciones, creo que una buena medida que no se difunde tanto es el uso del repelente.
Yo, por algún motivo soy de las personas que todos los bichos me siguen mucho, posiblemente por eso fui la única que se contagió en mi casa.
Creo que igual que ahorita ya es indispensable el bloqueador para cualquier salida, creo que el repelente debe de ser parte de tu higiene diaria.
P: ¿Te dejó alguna secuela el dengue?
R: Secuela física, no. Bueno, sí de repente me duelen todavía un poco mis huesos.
Físicamente me dejó más secuelas el COVID.
Pero emocionalmente, a mí me empieza a doler la garganta o me empiezan a doler los huesos, la cabeza… y me aterró. Digo: “¡No, por favor, otra vez no!”.
Yo prefiero que me dé cualquier otra cosa. Pero un dolor como el que pasé esa vez, no.
P: Ya se han detectado nuevos casos de dengue en Guanajuato. Con esta secuela emocional que me platicas, ¿qué sientes al saber que volvió el dengue en esta temporada?
R: Siento preocupación. Veo un bicho y me aterro. No quisiera volver a contagiarme.
Tomo muchas precauciones. Lo que te comentaba del agua.
Desgraciadamente ahorita se juntan dos factores: tenemos la escasez de agua, entonces la mayoría tenemos que tener contenedores con agua. Y la presencia del dengue. Así que hay que mantener esos contenedores tapados.
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Yo creo que aquí, como dicen los coachs de vida, no se trata de preocuparse, se trata de ocuparse.
Y tomar precauciones, sobre todo si está aumentando.
MM