Jerécuaro.- Una enorme escultura de Cristo crucificado que encuentra en lo alto de un cerro es, además de un reflejo de la fe y devoción de la gente del pueblo donde está ubicado, un motivo atrayente de turismo religioso, ya que se trata de la escultura más grande del mundo en el sentido de sus características.
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Se trata del Cristo de la Misericordia, una monumental obra ejecutada en diciembre de 2011 por el artista jerecuarense Daniel Rico Patiño y se encuentra en la cima del cerro del Sombrerete, en Jerécuafro, la cual tiene una estructura a base de acero y mide 30 metros de altura x 10 m x 5 metros, y tiene un peso de 12 toneladas.
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Daniel Rico ha sido el creador de otras grandes obras en Jerécuaro, como "Don Quijote de la Mancha" y "San Miguel Arcángel", además de "La Diosa de la Fertilidad", localizada en la comunidad de Chupícuaro, de Acámbaro, y otra más en Irapuato conocida como “Coloso Irapuatense”, entre otras.
Los ciudadanos ya están acostumbrados a ver todos los días a su Cristo de la Misericordia, ya que es visible desde todos los puntos de la ciudad, por lo que sólo les basta salir de sus casas y levantar la vista hacia el cerro.
Esta obra se compone de alrededor de 900 mil pequeñas piezas y el Cristo no tiene los brazos extendidos hacia el cielo, representando el momento en que es bajado de la cruz.
En un principio, la subida al cerro para admirar de cerca la imagen de Cristo se dificultaba, pues había que hacerlo por una vereda entre las piedras del cerro, por lo que su acceso fue arreglado y ahora por un camino empedrado se puede ahora llegar con facilidad a la cima, donde cuenta con espacios de estacionamiento, además de algunas palapas con comedores comunitarios donde los visitantes pueden consumir alimentos o algún refrigerio.
Turistas de Guanajuato, Michoacán y Querétaro, han sido quienes regularmente llegan para admirar al Cristo de la Misericordia, además de turistas extranjeros, para tener un momento de oración y reflexión, quienes han dejado a los pies de la cruz veladoras, retablos y otros objetos religiosos, como una forma de agradecer por los milagros alcanzados.