¿Qué le pasa a la gente de León? Aquí no existe la conciencia de si mismo ni la pena, en el buen sentido. En León la gente anda como se siente cómoda, en esta ciudad a las personas solo les importa sentirse cómodos consigo mismo y ser felices, no importa si tienen una araña en la cabeza.
Un hombre con un sobrero lleno de arácnidos de plástico, personas disfrazadas de oso, dinosaurios y duendes, o un hombre cargando una mochila en forma de caparazón con picos son imágenes que por si solas sacan de contexto a León, ciudad de donde son originarios otros interesantes personajes como Mediometro, Wendy Guevara y la pareja viral Mona y Geros.
Aquí en esta ciudad lo que importa es ser felices, estar cómodo con sí mismo, y expresarse como se antoje. En León la gente no juzga ni se burla, se ríe contigo y pide una foto, respeta y continúa con su vida.
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En las calles del Centro de León, específicamente, la gente es más extravagante y menos consciente de los prejuicios.
Un hombre que podría pasar desapercibido camina casualmente como cualquier otro, pero es diferente. Sobre la cabeza lleva un sobrero decorado con arañas, escorpiones y lagartijas de plástico. Unos les ponen solo un listón, otros los adornan a su gusto como él.
Luego, en la Plaza de los Mártires, justo frente a la Catedral Metropolitana de León hay personas vestidas con atuendos que los hacen parecer como salidos de un cuento. Una elfa, un explorador montado sobre un dinosaurio y un oso conviven casualmente en la plaza.
Ella lleva un vestido de terciopelo verde y un gorrito triangular, el otro chico usa un sobrero de explorador con estampado de camuflaje mientras monta un dinosaurio inflable y, frente a ellos, otor joven con un disfraz de un oso feroz los espera.
Y sobre la calle Madero un muchacho camina casualmente por las calles del Centro cargando una mochila en forma de caparazón con picos amarillos saliendo de él. Es gigante y llama la atención, pero no de manera negativa, a la gente le gusta.
Nadie les dice nada, todo se queda en el pensamiento. Todo se queda en una sensación de admiración, porque ellos están felices, están cómodos y no les da pena el “qué dirán”.