Victoria.- La vida pasa en el municipio de Victoria. La gente nace y muere caminando por sus calles, pasando debajo de la sombra de los mismos árboles y recorriendo los mismos caminos. Hay algunas cosas que cambian, como los políticos que al final no son tan diferentes- todos prometen lo mismo-, excepto uno cuya memoria está inmortalizada en Victoria, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Cada año electoral, los partidos tapizan las ciudades, comunidades y pueblos con sus colores en las bardas de las casas. Con verde, guinda, azul y naranja escriben en letra gigante los nombres de los políticos que quieren ser autoridad en la localidad. Los ciudadanos retienen un poco sus identidades en la memoria, pero para el siguiente año electoral ya los olvidaron.
En siempre las mismas bardas, militantes van acomodando uno sobre otro, tapando al anterior con pintura, los nombres de los candidatos. Fox, Calderón, Peña Nieto y López Obrador van poco a poco desapareciendo con el paso del tiempo en los municipios, hasta que llega otro año electoral y con él llega también otro candidato o candidata. Este año es el de Sheinbaum y Xóchitl.
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Así pasa siempre y así pasará, excepto en Guanajuato, en el municipio de Victoria. De la misma manera en la que los árboles y la gente envejece, lo hace una vieja barda de ladrillo ahí a un costado del Jardín Zaragoza.
Entre una franja color verde arriba y otra color rojo abajo, el apellido Colosio escrito con letra enorme y color negro ve desde hace 30 años el municipio cambiar de Presidente Municipal, ve a los ciudadanos votar por un nuevo Pobernador y un nuevo Presidente, mientras él, Colosio, sigue ahí.
A casi 30 años del magnicidio del aspirante a Presidente de México, Luis Donaldo Colosio Murrieta, el 23 de marzo de 1994, alguien en el municipio de Victoria, Guanajuato mantiene viva la memoria de uno que se convirtió para muchos en un mártir.
Un hombre mantiene viva la esperanza y el recuerdo de un proyecto que, de acuerdo a algunos especialistas, pudo haber cambiado el rumbo de México. Mantiene viva la memoria de un hombre que desafió a su partido y la comodidad de unos cuantos corruptos por el bienestar de muchos.
Pasan los años, pasa la vida en Victoria y Colosio la ve pasar también. Desde hace 3 décadas, el dueño de la barda se ha rehusado a borrarla. Han llegado muchos a pedirla para renovarla con el nombre de otro candidato que viene con la promesa de un cambio, pero para él el cambio venía en camino con Colosio, a quien con su barda construyó un monumento simbólico.
Este monumento no solo lo protege, sino que le da mantenimiento. La barda nunca está deteriorada, los colores nunca están apagados o borrosos. El dueño de la barda, cada de vez en cuando, la retoca él mismo. Mantiene los colores vibrantes como su propia ilusión de un México diferente.
Le han insistido que dejé la barda, pero ya es muy tarde, este monumento simbólico ya forma parte de sus propios valores y del mensaje que le quiere dar a los ciudadanos de Victoria, algunos quienes ignoran la existencia de Colosio.
Unos llegan otros se van, pero Colosio sigue.