Irapuato-. Una mujer y un acompañante llegaron al puente siglo XXI en Irapuato y se estacionaron a un costado de las vías del tren, ahí empezaron a llamar a la gente, en instantes la multitud rodeó la parte trasera del vehículo, la mujer irapuatense empezó a repartir comida a decenas de migrantes venezolanos que aguardaron el tren que los llevará al norte del país antes de intentar cruzar la frontera.
Para Edgar el plato de comida es una esperanza, después de cruzar por México, el país más grande de la travesía, y el último antes de intentar cruzar a los Estados Unidos. “Solo como una vez al día, me he quedado hasta dos días sin comer” dice Edgar que se dispuso a agradecer el plato de arroz con pollo.
La anónima mujer pedía orden para poder repartir los platos de pollo con mole, racionados con arroz blanco; para que la mayoría de los migrantes pudieran comer. Algunos gritaron y levantaron su mano en dirección a la mujer, trataron de llamar su atención, mientras ella, precipitadamente, repartía los platos con piezas de pollo envueltos en plástico transparente.
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Los platos de unicel con pollo y una porción de arroz formaron una pequeña comunión entre los migrantes que se sentaron haciendo círculos de familias, amigos, nuevas amistades nacidas a través del viaje, una pequeña hermandad entre venezolanos, chilenos, hondureños y mexicanos.
La parada en Irapuato después de que Ferromex anunciara el paro de operaciones de los trenes que se dirigían hacia el norte dejó a los migrantes a la deriva y en la incertidumbre cortando su trayecto hacia la ciudad de Torreón y encaminarse a la frontera hacia Estados Unidos.
Después de un largo viaje en que cada garrafón de agua y cada plato de comida son una porción esperanza en un duro viaje a través de México.