NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES

Familias "mironas": el peligroso público que normaliza los crímenes y violencia en León

Niños mirones: el lamentable público de los crímenes en León; investigadora afirma que esta conducta los hace ver los asesinatos como algo normal y los acerca a asumir conductas de riesgo; la sociedad ve la violencia de forma indiferente y con aceptación y se olvida de exigir a las autoridades

Es muy común que lleguen niños mirones, incluso llevados por sus papás o mamás, a observar de cerca a muertos y heridos.
Es muy común que lleguen niños mirones, incluso llevados por sus papás o mamás, a observar de cerca a muertos y heridos.Créditos: Especial
Escrito en GUANAJUATO el

León.- Cada vez que se comete un asesinato en León, el lugar del hecho se ve invadido por gente que se acerca lo más posible a mirar, tratando de saber de primera mano cómo quedó el cuerpo, las manchas de sangre, etcétera. Es la constante pugna con policías municipales, que delimitan el área con cintas amarillas en un perímetro que no siempre es respetado por el vecindario.
Así, los vecinos se convierten en público de un penoso espectáculo. “Me acerqué nomás a ver si no es algún conocido”, es la excusa más socorrida. Sin embargo, una justificación inaudita es la que ofrecen las personas que llevan niños para ver la escena: “Para que de una vez vayan sabiendo”.

Cada vez es más común que entre los espectadores haya niños de entre 5 y 12 años.
“Que vayan conociendo”, “que sepan de la vida”, son expresiones con las que los jefes de familia, principalmente mamás, creen justificar la asistencia de niños a hechos sangrientos y, no conformes con eso, tomar fotos y videos que luego compartirán en grupos. “Mira qué feo quedó, mijo”
.

La situación es cada vez más común, tanto que se ha normalizado entre la población que no falte un muerto en su colonia y, más grave aún, que esto se convierta en algo para ir a ver y quedarse lo más cerca que se pueda para ver la escena. Las 2 o 3 horas que se tarde el Ministerio Público en levantar el cuerpo, es el tiempo que la gente habrá de permanecer, porque tampoco los policías pueden retirar a los curiosos, por más cintas amarillas que pongan para demarcar el área.

 

Contaminan escena... les contaminan la mente

 

La investigadora leonesa Sheila Arias, periodista y socióloga en temas policiacos, de derechos humanos, anticorrupción y libertad de expresión, consideró que en el entorno de “violencia nunca antes vista” que se vive en Guanajuato, la ciudadanía es muy vulnerable “y te puede tocar si vas pasando, o como vecino”. Ya no es lo de hace 20 años, cuando los asesinatos eran esporádicos en pleitos de pandilleros en colonias consideradas como peligrosas.

Lo primero que se debe evitar, de acuerdo con Arias, es acercarse a las escenas de hechos criminales. En primer lugar, porque se contamina la escena y se debilitan las pruebas que pudieran llevar a las autoridades a una investigación más clara del suceso.

Y en cuanto a la presencia de niños, la especialista señala que en estos hechos hay 2 actores: autoridades y ciudadanía. Por una parte, al acercar a los niños a estos escenarios ellos repetirán esas prácticas aprendidas de los adultos. “Cuando perdemos la capacidad de sorpresa y de asombro caemos en la normalización, esto nos conduce a la indiferencia y aceptación”.

Y cuando como sociedad se normalizan estas situaciones “nos convertimos en parte de ese contexto y eso dificulta que exijamos espacios de paz”. Normalizar, además, hace que la sociedad sea poco o nada participativa y que, al igual que los niños, se detiene solo a mirar, pero no a proponer ni a construir.

“Dejamos lo que estamos haciendo para ir a mirar, a ver cuántos casquillos me puedo traer; no tenemos autoridad, hay un vacío de programas orientados a construir espacios de paz. Esta ausencia de las autoridades es también omisión en programas de acciones, de orientación y educativos... y ante esto llega la proliferación de, precisamente, sociedades que solo llegan a mirar”, afirma Arias.

 

Espacios de paz

 

Los “espacios de paz” que menciona son algo hasta ahora relegado por las autoridades. Consiste en atender los espacios públicos en las colonias violentas, entra la autoridad a ver qué se necesita en una zona en específico y llevarle actividades, prácticas y charlas para que la gente viva tranquila y se construya un entorno sano. Es un trabajo lento, pero que a la larga da resultados.

De acuerdo con la periodista y socióloga, los niños que hoy asimilan la violencia son las personas que en unos 10 años deberían estar exigiendo un mejor lugar. Por eso desde ahora deben saber que esa violencia que ven de cerca no es algo normal.

Sin embargo, para las autoridades es muy conveniente que la gente no exija, así no hay la necesidad de desarrollar políticas públicas para abatir la criminalidad. “Les conviene porque no les gussta que les exijan, ni ser juzgados o cuestionados, pero debemos aprovechar las coyunturas, como los procesos electorales, para proponer que las autoridades que vienen pongan atención en estas omisiones en las que han estado incurriendo, en temas educativos, de esparcimiento y espacios de paz”.

Inistió en la necesidad de cambiar el “vamos para que veas” por el “no debes verlo, no es correcto ni debes ser parte”.

 

“No me regañe”

 

En la cobertura de un asesinato en Lomas de los Olivos, La Silla Rota cuestionó a una señora por qué llevaba a 2 hijos para ver el cadáver. Habían caminado 3 cuadras para llegar y se negaban a ponerse más atrás de lo que indicaba la cinta policiaca amarilla.

-“Pues los traigo porque ahorita ya hicieron su tarea y en vez de que anden de vagos, pero no me regañe”.

Son niños que ahora ven un asesinato como algo normal, como algo que quizás les pueda pasar y esto también posiblemente los lleve a asumir, en un futuro, conductas de riesgo que desgraciadamente pudieran llevarlos a lo mismo.

cv