León.- La ofrecen de manera insistente en tiendas como C&A o Aurrerá, prometiendo bajos intereses pero, principalmente, una línea de crédito preautorizada. Es tentadora la oferta sobre todo para quienes no cuentan con una tarjeta de crédito, y se rinden de forma fácil ante el ofrecimiento de una Visa Bradescard.
Pero al contratarla se vienen problemas en cadena, empezando por cobros inesperados (no estaban especificados), negligencia en la atención al cliente e intereses disparados. Cuando el usuario trata de cancelar, es todo un proceso lleno de trabas y más trámites, en el que pueden pasar meses.
Te podría interesar
Lo mejor: no aceptarla
“A mí me dieron una en Del Sol y me la activaron comprando una paleta de 5 pesos; la dejé pasar porque no la ocupaba, al mes ya "debía" 1,500 y cuando quise cancelarla me dijeron que cubriera el monto de la paleta que eran 4,000 pesos”.
Este es el testimomio de Mónica Velázquez, quien consiguió prestados esos 4,000 pesos para pagar y que la deuda no siguiera creciendo. Ya después hizo un trámite bastante largo para cancelarla.
Largo, porque en el teléfono que le dieron el 55-5095-6727 la transferían a varias extensiones, en cada una la dejaban esperando hasta 10 minutos, y una llamada de 40 minutos no servía para arreglar nada. Hasta después supo de la existencia de la Condusef (Comisión Nacional para la Protección y Defensa de usuarios de Servicios Financieros) y recurrió a ellos. Había ido antes a la Profeco, pero le dijeron que ellos no atendían esos casos y la canalizaron.
Así consiguen clientes
La tarjeta Bradescard es emitida por el banco Bradesco, con matriz en Brasil y con presencia en México desde 2010. Tiene alianzas con las tiendas Aurrerá, C&A, Promoda, Shasa y Suburbia, entre otras de consumo popular.
En esos establecimientos hay con frecuencia personal que se dedica a promoverlas entre los clientes. Como ellos cobran de acuerdo a los clientes que consigan, algunos omiten dejarle claro al prospecto todo lo que implica hacerse de una de esas tarjetas. La responsabilidad, desde luego, es del usuario, quien antes de firmar debe o debería leer el contrato.
Sin embargo, entre los propios promotores hay quienes deliberadamente engañan al prospecto. “Nos pagan por cada contrato y tenemos que cubrir la cuota”, dijo una empleada, quien reconoció que algunos de sus compañeros “agilizan” los contratos tapándole cosas a los clientes, aprovechándose de que estos, en su mayoría, son gente ajena a los trámites bancarios.
Estas acciones son penadísimas en oficinas serias, dijo por su parte Antonio Herrera, empleado del call center Muñoz Chávez y Asociados. Un promotor que mienta u omita información es despedido y queda sujeto a posibles cargos.
Cargos no reconocidos
Alejandro Orozco, tarjetahabiente, denunció ante la Condusef haber recibido un cargo de 8,890 pesos en un establecimiento de Mazatlán, ciudad a la que nunca ha ido. Otro cargo no reconocido fue de 10 pesos en Monterrey. Asegura que más que la empresa, todo se debe a la ineficiencia o mala fe de los empleados.
Por su parte, Leonardo Galván Pérez aseguró que estaba harto de esa tarjeta y la canceló luego de varios trámites.
“He tenido otras tarjetas y con ninguna he generado mal historial crediticio, pero Bradescard por un solo día de atraso me dobló la deuda del pago mensual; son unos rufianes montadeudas”, mencionó Leonardo.
Lo que ha ocurrido a la mayoría de los clientes es que les cargan el cobro de un seguro que ellos no sabían que estaban contratando, el promotor no les dijo, y ellos no leyeron la letra chiquita.
Además, incurrir en el mencionado retraso suma otros 200 y hasta 400 pesos por “gastos de cobranza”.
Los usuarios que se sienten afectados han comenzado a organizarse en grupos de redes sociales, aunque sin logros reales y solamente exponiendo sus denuncias.
Quejas en Profeco
La tarjeta Bradescard ocupa actualmente el segundo lugar en cuanto a quejas ante la Profeco en Guanajuato. El titular de la oficina federal en el estado, Roberto Loya, dijo que esa compañía financiera está apenas por debajo de Edevancre, una financiera automotriz.
Aunque la oficina de defensa del Consumidor atiende lo que está a su alcance, y lo que no le toca lo canaliza a la Condusef, Roberto Loya recomendó:
"No estamos acostumbrados a leer y es bien importante leer lo que firmamos aunque estén las letras chiquitas y nos estén presionando por firmar, hay que darnos nuestro tiempo y leer cuáles son nuestros derechos y obligaciones, y en caso de estar de acuerdo, firmar”.