León.- Esa noche Benedicto XVI se fue a dormir sin cenar. A la hora de la cena, en el comedor del Colegio Miraflores, en León, el Papa Benedicto XVI probó la sopa y no quiso comer el plato fuerte preparado por la chef, Rita Campos. Es un recuerdo del papa Benedicto XVI, entonces en activo. Este sábado 31 de diciembre murió quien de nombre de pila el nombre de Joseph Ratzinger.
“No puedo más. Fue un día con muchas emociones”, dijo Benedicto XVI, al ponerse de pie y retirarse a la habitación, según platica un ex funcionario del Gobierno de Guanajuato que estuvo en el comedor.
Era el sábado 24 de marzo del 2012. El Papa Benedicto XVI había estado en la ciudad de Guanajuato capital, en la Casa del Conde Rul, y cientos de miles de personas habían salido a su paso en el papamóvil para saludarlo. En la tarde, Benedicto XVI había recibido las llaves de la ciudad en un evento organizado en la Puerta Milenio, con cientos de miles de personas en las calles. Y por la noche, antes de dormir, decenas de personas lo esperaban en el colegio Miraflores, un sitio que fue acondicionado y remodelado especialmente para recibirlo en su única gira en México. Benedito XVI no pudo ir a la Ciudad de México y solo estuvo en Guanajuato.
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Benedicto XVI había sentido la gira el catolicismo mexicano y la recepción más numerosa y festiva de su papado.
Esa noche, Benedicto iba a tener un accidente en el Colegio Miraflores. Durante la madrugada, Ratzinger se levantó al baño en su habitación, sin darse cuenta de un pequeño desnivel que había antes de llegar al lavabo. El Papa tropezó en el desnivel y cayó al piso, pegándose en la cabeza con el filo de un mueble. Benedicto XVI se incorporó sin problemas, con un dolor fuerte en la cabeza, pero no le dio mucha importancia. Se fue a dormir con el dolor, sin percatarse que tenía sangre. Al amanecer, sus asistentes lo despertaron y se dieron cuenta que las sábanas estaban manchadas de sangre. “No era mucha sangre, pero sí era aparatoso, una mancha como del tamaño de un balón de futbol”, dijo el testigo.
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El prelado de Benedicto entonces llamó al doctor del Vaticano que viajaba con la comitiva. El doctor lo revisó, le lavó la herida y decidió aplicarle dos puntos de sutura. El Papa Benedicto XVI recibió dos puntos en la cabeza.
Las autoridades estatales se enteraron del hecho debido a que les llamaron para deshacerse de las sábanas ensangrentadas. “Nos llamaron para incinerar las sábanas. Un empleado del Gobierno colocó las sábanas en una bolsa negra y las sacamos del Colegio Miraflores”, explicó el funcionario del Estado. “La orden fue llevar las sábanas ensangrentada al Hospital General Regional de León para incinerarlas como desechos hospitalarios. Y así se hizo”, explicó el funcionario gubernamental.
Después de la incineración de las sábanas, los asistentes pidieron a todos no hablar ni una palabra de lo ocurrido. La instrucción fue ocultar el hecho y no darlo a conocer a la opinión pública. La caída del Papa Benedicto XVI en México fue mantenida en secreto durante dos años, hasta que apareció en los documentos de un colaborador cercano al Papa Benedicto XVI como un momento de crisis en la visita a León, Guanajuato.
"El Cuervo": el mayordomo espía del Papa
Poco después de su visita a Guanajuato detalles íntimos de Benedicto y de sus relaciones salieron a la luz en contra de su voluntad. “El Cuervo” como le apodaron era uno de sus más cercanos mayordomos de confianza uy el culpable de dar a conocer sus secretos, incluyendo su accidente en León.
El día que arrestaron a su mayordomo Paolo Gabriele, un hombre de 42 años considerado como uno de los miembros de “la familia del Papa”, tenía en su poder una pila de documentos reservados y aparatos para copias y fotografiar los documentos.
Lo imputaron con el delito de “robo de la correspondencia de un jefe de Estado”.
Un año después del incidente, Benedicto XVI renunció.
PR