RELIGIÓN

Se agrava salud de Benedicto XVI; leoneses oran por él

La comunidad leonesa y guanajuatense recuerda la visita papal, que tuvo lugar hace ya más de 10 años; hoy el Papa Emérito está muy delicado de salud

Oración de Benedicto XVI en la capilla del colegio Miraflores, en León.
Oración de Benedicto XVI en la capilla del colegio Miraflores, en León.Créditos: Especial
Escrito en GUANAJUATO el

León.- Hace una década, la ciudad de León y el estado de Guanajuato se vieron distinguidos con la visita pontificia del papa Benedicto XVI. El acontecimiento fue de júbilo para gran parte de la población. Muchos lo vieron por el aspecto religioso, otros por la distinción que se daba a esta tierra al ponerla ante los ojos del mundo, y otros más por la oportunidad económica que generó en turismo y mercadotecnia.

Hoy, el papa emérito Joseph Ratzinger atraviesa por quebrantos de salud derivados de su avanzada edad, 95 años. El papa Francisco, en la audiencia general de este miércoles, animó a los católicos a pedir por el bienestar de su antecesor.

 

Viaje memorable

 

Entre el 23 y el 26 de marzo, Benedicto XVI cubrió una visita pontificia en territorio guanajuatense, en su segunda visita a América Latina. Lo recibieron el presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala en el Aeropuerto Internacional de Guanajuato. Pasó todo el fin de semana en reuniones públicas, privadas, políticas y sociales, y encabezó actos en el Parque Bicentenario, de Silao, y en la Catedral Metropolitana de León.

Lo albergaron las religiosas en el colegio Miraflores, donde pernoctó en esas fechas.

 

Despedida en la capital

 

En su útimo acto público, el papa Ratzinger se asomó desde el balcón de la Casa del Conde Rul, en la capital del estado. Y fue una jornada inesperada, sorprendente, reveladora. Se diría incluso “revolucionaria”: la de un pontífice desconocido, de emociones personales ocultas en las biografías y soterradas en este Benedicto XVI que visitaba México por primera vez, en el teólogo consumado, en el sucesor de Pedro...

Ese Benedicto nativo de Alemania, impertérrito siempre y severo hasta la frialdad, reveló una sensibilidad que exhibió sin reservas y arrancó a los guanajuatenses un grito unánime, sin ensayos, espontáneo, en cuanto confesó: “No quisiera irme...” La multitud abigarrada que lo escuchó en la Plaza de la Paz, bajo el balcón del Conde Rul, gritó sin calcular si el Obispo de Roma podía o no podía; sin reservas, y nada más con el afecto que nace porque sí entre dos que se quieren porque sí exclamó un simple: “¡Quédate!”.

Despedida de Benedicto XVI desde el balcón del Conde Rul, en la plaza de La Paz.

Así, hablándole “de tú” al Pontífice Máximo de la milenaria Iglesia, invitó al Santo Padre a permanecer con ella, con esa misma multitud que dos minutos antes también lo había escuchado exhortar a la familias, a la Iglesia, a la escuela y a los gobernantes a “proteger y cuidar” a los niños “para que nunca se apague su sonrisa, puedan vivir en paz y mirar al futuro con confianza”.

En ese balcón donde niños guanajuatenses liberarían palomas como símbolo (no de la paz inexistente hace 10 años y hoy en México) sino símbolo del ansia de paz sin calificativos; ahí, bajo ese mismo balcón donde el Sumo Pontífice esbozó una sonrisa inhabitual en él, un alemán severo, un intelectual reconocido más por su cerebro que por su corazón; más fiel a las razones que a las emociones.

Estaba cautivado, cambiado, conmovido especialmente por “los que soportan el peso del sufrimiento, el abandono, la violencia o el hambre”. El Obispo de Roma fue entonces Obispo de Guanajuato, consagrado por un afecto quizá desconocido por él mismo en su Alemania natal, en su Roma Eterna... pero revelado el 26 de marzo de 2012 por guanajuatenses y leoneses cuyas autoridades le entregaron no tanto las llaves simbólicas de sus ciudades respectivas, sino las llaves de corazones tristes, que el Santo Padre usó de inmediato para abrir su propio corazón, hoy quebrantado por los años, pero que recibe las oraciones y buenos deseos del pueblo que en León y en Guanajuato lo guarda en la memoria y en el afecto.

 

CV