Ante la polarización que se vive en el país la frase del filósofo Alfred de Vigny nos viene bien a los mexicanos: “Ciudadano verdaderamente libre es aquel que no depende del gobierno ni le debe nada.”
La victoria de MORENA tendrá graves consecuencias en la vida o muerte de instituciones autónomas, partidos políticos y poderes “independientes”. Esos cambios de los cuales usted es espectador no alterarán las circunstancias de su vida diaria: encarecimiento de la canasta básica, hospitales con graves deficiencias, medicamentos que solo existen en el discurso, gasolina cara o inseguridad en las calles ante la indiferencia del gobierno.
La gran diferencia de votos a favor del oficialismo en la elección no cambia en nada los marginales resultados el gobierno de López Obrador. Esa es una realidad.
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La transición es una oportunidad para la presidenta electa para demostrar que su gobierno será un eco del actual y se sumará a los discursos que no atienden una agenda orientada a atender los problemas más graves que enfrente México.
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Pero también es una oportunidad para desmarcarse del discurso vacío de todos los días y aceptar la realidad y plantear soluciones. Lo cierto es que el desempeño económico fue muy malo en este sexenio con el crecimiento más bajo en 40 años, y el segundo más bajo en 90. Lo cierto es que el déficit del PIB de este año tiene su origen en obras “insignia” con sobrecostos e inoperantes, en la necedad de rescatar de PEMEX, el justo pero insolvente crecimiento de los programas sociales que cada año apretarán más las finanzas públicas por no contar con una fuente de ingresos en su diseño y por último en el nulo crecimiento de la recaudación fiscal. Lo cierto es que el gobierno de López Obrador deja una deuda que prometió no existiría, su FOBAPROA, que deberán pagar los mexicanos durante los próximos treinta años.
Podría citar las oportunidades para Claudia Sheinbaum, problemas que heredará AMLO, que se tienen en seguridad, salud pública, infraestructura, transparencia, combate a la corrupción, derechos humanos y energías limpias entre otras “papas calientes” que, con seguridad ya conoce. Su decisión está en continuar el camino de la desatención o de ser frontal, reconocerlas y actuar en consecuencia.
Mi voto es para que elija el segundo camino. En tal caso, debe empezar por reconciliar a todos los mexicanos. No hay país en el mundo que trascienda con una sociedad dividida, simplemente no es posible.
¿Qué piensa la próxima presidenta? La mayoría ignoramos hasta dónde llega su consentimiento con el gobierno actual o su deseo por posicionarse en la historia como la líder que trazo las bases para un país más seguro, prospero, educado, sano y con ciudadanos libres como citaba Alfred de Vigny.
Colofón. La política bipolar depende de quien esté en el poder.
Ante el llamado fraude electoral de 1988 muchos morenistas (antes perredistas) impulsaron la creación del IFE como organismo autónomo para asegurar elecciones libres y fuera de las manos del gobierno. Hoy esos mismos personajes impulsan cambios para quitarle esa autonomía al instituto electoral. Un retroceso.
En 1994 el presidente Zedillo promovió una reforma en el sistema judicial del país. Nuevamente muchos morenistas de la actualidad impulsaron una división de poderes eliminando la subordinación del poder judicial a los mandatos del poder ejecutivo. Con la molestia de no alinearse AMLO ahora esos morenistas pretenden quitarle “su independencia” al poder judicial.
La veleta política tiene nombre y se llama poder. Ese poder que un día promueve y aplaude a una institución y al otro la desdeña. Ese poder que defiende sus privilegios y deja de lado las necesidades de los ciudadanos. Creer que esto no existe porque el gobierno actual y electo son diferentes por mero discurso, pero con escasas acciones, son puros cuentos chinos.