No prenden las campañas.
Por alguna razón todavía no hay efervescencia electoral.
La gente no está metida en los mítines.
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No hay entusiasmo en las calles.
La campaña de Claudia Sheimbaum no levanta. La gente no está entusiasmada, aunque tampoco hay rechazo. Como que todo mundo está esperando que pasen los días y que algo ocurra milagrosamente con la candidatura, a favor, o en contra, según sea el caso. Tampoco Xóchitl Gálvez prende. Ni termina siendo una esperanza, ni tampoco una desilusión.
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Es una campaña aburrida.
A nivel local, Libia Dennise García trae un gran ritmo en Guanajuato, pero no hay campaña opositora. Ni Alma Alcaraz, ni Yulma Rocha, están trabajando. Sus campañas no tienen agenda, ni eventos. No hay rival para Libia.
Nadie ha entendido lo que está en juego.
Nadie ha comprendido de lo que se trata esta elección.
Lo que está en juego es el país.
El futuro de México está en el aire. Como una moneda que está dando vueltas y que puede caer águila o sello. O se queda Morena muchos años o se va Morena ya.
Hay gran preocupación en los mexicanos, pero todos estamos como espectadores. No somos protagonistas. No nos metemos. No somos activos. Como que todos estamos esperando que alguien haga algo para salvar al país, pero ni siquiera sabemos a quién le corresponde hacer algo.
Cada mexicano debería meterse más.
Hablar de las candidatas. Promover el voto. Salir a discutir el futuro de México. Debatir en las calles. En la plaza. En la oficina. En el mercado. Dialogar en la fábrica. En el salón de clases. En el barrio. En el pueblo.
El futuro de México de los próximos 20 años se define en esta elección del 2 de junio. Entonces hay que meternos a las campañas. Participar en las discusiones. Entrar al debate. Analizar las propuestas. Argumentar sobre lo que sí conviene y lo que no conviene a México.
Si no le entramos ahora -si no participamos, si no nos metemos-, nos vamos a arrepentir por décadas.