Entre los muchos frentes abiertos que vive nuestro país, sobre todo, el asalto al Poder Judicial, por parte del Titular del Ejecutivo en complicidad con su aliado político, el Poder Legislativo, México vive momentos decisivos de cara al futuro de su democracia. De facto, un golpe de Estado en toda regla, se estremece la nación entera. La ilegalidad e impunidad se tiñen de color guinda, de la mano de MORENA y sus aliados.
Cómo si faltara algo, destaca la enorme importancia y gran interés nacional por la sucesión en la máxima casa de estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México. El relevo por ocupar la Rectoría en la UNAM, es de trascendencia nacional e internacional, en el ámbito de la academia.
La autonomía universitaria, hoy más que nunca se ve en serios peligros frente al autoritario gobierno de López Obrador. Cómo ha sucedido con instituciones propias del gobierno federal, instituciones autónomas como el INE, INAI y que decir del otro poder del estado mexicano, el judicial, seriamente socavado por el despótico presidente.
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AMLO y su gobierno, pretenden intervenir en todos los estamentos de la sociedad mexicana y lo han hecho. Ahora es el turno de querer adueñarse de la Máxima Casa de Estudios del país, con candidatos afines a su ideología socialista y por supuesto, a la 4T. Ya lo advirtió el rector Graue, en su última reunión que presidió el Consejo Universitario.
“En los tiempos que están por venir, es posible que sigamos escuchando voces que quieran moldear a su manera la forma en la que la Universidad Nacional toma sus decisiones y se gobierna a si misma”. El rector, que estuvo al frente de la UNAM en los últimos ocho años, pidió que el proceso de sucesión esté apegado a la normatividad universitaria y que se rechacen “intereses ajenos y ánimos desestabilizadores”.
Ante está inquietante intervención de parte de López Obrador y su movimiento populista de izquierda, tiene que surgir dentro de los diez candidatos un perfil serio, profesional y fuerte que no permita intromisión alguna y consolidar a la UNAM como un referente de la educación pública de calidad. Estoy convencido que, para ello, hoy más que nunca, se necesita un abogado que sea capaz de no consentir amagos de hegemonías ideológicas.
Un jurista que haga valer la Ley Orgánica de la UNAM, ordenamiento jurídico que regula su personalidad, su estructura y su vida interna con toda la fuerza, diciplina y energía, sin contemplaciones ni vacilaciones. Hoy que el estado de derecho se ve más vulnerable que nunca, ante el autoritarismo a ultranza de López Obrador y su movimiento de destrucción, se necesita un abogado al frente de la máxima casa de estudios.
Por ello, la figura del director de la Facultad de Derecho, Dr. Raúl Contreras Bustamante, emerge con la fuerza de la necesidad que impera en todo el país, pero también, dentro del campus universitario. Es de llamar la atención, los logros del responsable de la Facultad de Derecho de la UNAM, durante los siete años que lleva al frente.
Incrementó en más de un 40% la matrícula estudiantil, de la totalidad de las divisiones de la Facultad de Derecho, con un presupuesto que no ha tenido mayores incrementos en gasto programable. Contrario a otras facultades, en los 7 años que han transcurrido, esta institución no ha cerrado sus puertas, ni dejado de prestar servicios un solo día. También, destaca y llama la atención, las más de 600 becas que ha otorgado a alumnas y alumnos destacados, gracias al convenio con la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Durante su mandato al frente de la Facultad de Derecho, incremento el número de integrantes del Sistema Nacional de Investigadores en casi 200%, incrementó el número de mujeres académicas conformando en la actualidad más de 37% del personal docente.
En fin, son muchos más los logros académicos y administrativos, por el Dr. Raúl Contreras Bustamante. Su llegada a la rectoría de la Máxima Casa de Estudios equilibraría y restituiría de cara a la Nación, pero sobre todo a la UNAM, la posibilidad de restablecer el estado de derecho.
¿No cree usted?
Dr. Carlos Dìaz Abrego