Uno de los grandes problemas de los políticos en todo el mundo y no se diga en México, es la credibilidad. Contar con políticos serios, profesionales, presentables y confiables es muy difícil. La clase política mexicana se ha caracterizado en ser deshonesta con la ciudadanía. Siempre, siempre prometiendo al pueblo un sinfín de cosas que jamás nunca cumplen, pidiendo el voto a cambio de todo y sin dar solución a problemas simples, mucho menos complicados, cómo aquellos temas que tienen que ver con la convergencia de los tres niveles de gobierno: la seguridad pública.
Las virtudes que son necesarias para la política como la coherencia o la comunicación, así como la parte ética que se necesita como la integridad y la honorabilidad, conjugadas constituyen la credibilidad. Por lo tanto, el conjunto de valores y la trayectoria de un político que le hacen aparecer verídico ante la gente. Esto último fue lo que hizo que millones de mexicanos, confiarán en López Obrador. Aún, cuando todos sabíamos que estaba muy lejos de la perfección de ser un político confiable o creíble.
La credibilidad es fundamental en cualquier político, va unida a él siempre y le permite que tanto el electorado como el pueblo lo cataloguen una persona seria y un político válido. Podrán estar en su contra sus adversarios y los que no compartan su ideología e incluso su pasado político, pero será un político confiable. AMLO, siempre estuvo muy lejano a ser considerado congruente, sin embargo, su persistencia y seriedad para constituirse en un líder opositor antisistema lo posicionó cómo un político que podía ser confiable para millones de mexicanos.
Perder la credibilidad es incluso más fácil que perder prestigio. Basta una contradicción evidente, una mentira que sale a la luz pública o una mala acción. Es prácticamente imposible recuperarla, porque confiar de nuevo en alguien que te defrauda y sobre todo, si lo tenías como ejemplo es muy difícil, casi imposible. Una vez perdida es el principio del fin de un político y muchas veces directamente el final de una carrera política. López Obrador, ha perdido credibilidad y prestigio con aquellos que confiaron en él, llegando a pensar que era un político diferente y serio, distinto a todos aquellos que critico cientos de veces.
López Obrador no se ha contradicho una, ni dos, ni tres veces; han sido infinidad de ocasiones. Pero lo peor, han sido las constantes y permanentes mentiras que difunde un día sí y otro también, respecto al estado que guarda la nación. La mentira se ha convertido en estilo de gobernar y una manera de crear y aplicar políticas públicas, en detrimento de la ciudadanía y en perjuicio directo de sectores vulnerables y necesitados del país. AMLO lo sabe muy bien, que ha perdido la confianza y credibilidad de todos aquellos parroquianos que apostaron por él y su proyecto, aún cuando su estrategia de seguir mintiendo con datos falsos es constante.
Los propios datos oficiales que publica su gobierno, son desmentidos por él mismo cómo es el caso de los números en materia de seguridad pública, que los falsea y manipula, con su coloquial frase: “yo tengo otros datos”. Las contradicciones y mentiras a la vista de todos los mexicanos, rayan en enormes ridículos ajenos, que hacen avergonzar al mexicano común y no se diga, a sus feligreses. Esos 30 millones de mexicanos, que en 2018 votaron y confiaron en López Obrador, disminuyeron drásticamente en el 2021 con 17 millones de votos por MORENA.
Si bien es cierto, que en 2021 el partido de AMLO ganó la mayoría de las elecciones en los estados. Todo esto obedece a la penosa realidad que viven los distintos partidos políticos de oposición, que no cuentan con auténticos liderazgos reales en sus entidades, ni mucho menos a nivel nacional. A lo que MORENA, aprovecha su posicionamiento político nacional y su poder presupuestal en el ámbito federal y estatal en aquellos gobiernos locales, para vender la idea de que son invencibles y por ende, arrasarán en el 2024. Está por verse.
Mantener la credibilidad no sólo se consigue con dádivas y Programas Sociales, convertidos en asistenciales manipulando a la gente pobre. La credibilidad de López Obrador, su gobierno y su partido están rotas. La evolución y ratificación de la credibilidad y confianza, se fincan con resultados medibles, no con demagogia ni mentiras permanentes.
¿No cree usted?
Dr. Carlos Díaz Abrego