León.- La foto de Google Maps es quizá la última que le tomaron en vida a Carolina. Es la imagen que ilustra el Malecón del Río de los Gómez a la altura del 728.
El lugar funciona, o funcionaba al menos hasta el pasado miércoles, como una más de las tantas casas de citas que operan a lo largo de ese tramo convertido en zona de tolerancia. Desde mediados del siglo pasado, el llamado “bordo” ha concentrado a una parte de la prostitución independiente, es decir, la que ejercen mujeres que trabajan por su cuenta sin tener que rendir ante algún patrón o administradora.
Horarios sospechosos
A finales de la década de los 80, la administración municipal entonces a cargo de Carlos Medina Plascencia, traía la intención de erradicar esa actividad, no sólo en el Malecón, sino en las pequeñas casas de citas que funcioaban en las inmediaciones, como en el vecino barrio de Santiago.
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La intención correspondía, más que a reglamentos urbanos de fiscalización y salubridad, a un prurito moralista de Medina Plascencia y su equipo. Sin embargo estas disposiciones eran selectivas, pues casas donde además ejercían lenocinio, como la de la famosa Juanita en la calle Despertador Americano, funcionaban con tranquilidad y entre sus clientes tenían a colaboradores de alto nivel de la presidencia municipal.
Las mujeres del Malecón se organizaron y mediante manifestaciones en Presidencia hicieron sentir su inconformidad.
Ellas cumplían con ir cada jueves a exámenes médicos en las oficinas de Salud municipal, en el patio trasero de Presidencia.
Además, ejercían su oficio dentro de sus casas: se paraban en la puerta pero desde el interior, sin poner un pie en la banqueta.
Finalmente, la autoridad no tuvo argumentos para retirar de ahí a las mujeres, que en total eran unas 40, al menos las que participaron en las protestas y en la defensa de su puesto de trabajo.
Hasta hace unos cuantos meses, las sexoservidoras trabajaban solamente de día. Antes de las 8 de la noche ya habían cubierto su jornada y cerraban sus puertas. No se iban, pues ahí mismo tenían su domicilio.
Advertencia y crimen
Sin embargo, por una sospechosa razón, recientemente habían comenzado a tener abiertas sus puertas también durante las noches.
De acuerdo con vecinos, a la prostitución habían sumado alguna actividad más lucrativa, pero también mucho más arriesgada.
Por eso, el pasado viernes 7 de marzo, el cuartucho del 732, a unos metros de la casa de Carolina, fue incendiado por desconocidos. Fue horario nocturno, cuando las mujeres todavía estaban en servicio.
El fuego no dejó personas dañadas, pero consumió ropa y colchones, herramientas de trabajo pues, en esa que volvió a ser la casa que arde de noche.
Las mujeres del Bordo quizás no consideraron que eso fuera una advertencia de que el miércoles 12 regresarían los mismos agresores, pero ya no con ánimo de incendiar, sino de matar.
Se pudo saber que eran cuatro sujetos a bordo de un vehículo blanco, los cuatro vestidos de negro, quienes se bajaron a disparar contra las tres mujeres, quedando atrás la versión de que los asesinos habían llegado en motocicleta.
La más joven era Carolina, de 24 años, quien murió prácticamente en el mismo punto en el que aparece en la foto del mapa; las otras dos víctimas están en calidad desconocidas: una de ellas con blusa negra y falda rosa, medía 1.55 metros de estatura aproximadamente, de complexión regular y tez clara. La otra era como de 1.60 metros, de complexión obesa y tez morena, quien llevaba blusa negra y falda negra.
Luego del triple asesinato, este jueves, las casas de citas del Malecón, entre las calles Baños y Yerbabuena, no dieron servicio. No había un moño negro o señal de duelo, simplemente las puertas estaban cerradas.
Acerca de este hecho, la alcaldesa Alejandra Gutiérrez se limitó a decir que “es muy lamentable lo sucedido”.
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